Introducción
Las personas llegan a ser DJ desde diversas situaciones y por distintas razones, pero básicamente se las puede dividir en tres tipos: las que disfrutan con la música, las que desean ganar dinero y las que piensan que ser DJ es genial y quieren ser famosas. Quizá tú pertenezcas a una de estas tres categorías, o a todas ellas, pero lo más importante es amar la música.
Si eres un buen DJ y tienes suerte, tal vez te hagas rico y famoso, pero en los inicios, si no te gusta la música puede que te aburras y te impacientes por el tiempo y la práctica que tienes que dedicar a mejorar tus habilidades, y acabes dejándolo. Aunque consigas ser un buen DJ, si no te gusta pinchar música y escucharla noche tras noche, trabajar en los clubes empezará a parecerse demasiado a trabajar. Hacer de DJ no es trabajar: es que te paguen por hacer algo que te encanta.
Cuando empecé a hacer de DJ ya me gustaba la música, pero la primera vez que experimenté la verdadera capacidad de un DJ de emocionar al público (en Sasha, Ibiza, en 1996) me enamoré de la labor del DJ y supe que eso era lo que yo quería hacer. La mecánica del asunto no se me ocurrió hasta que no me enfrenté a dos platos y una mesa de mezclas; lo único que quería era pinchar música para la gente y tener el control de una multitud.