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Algunas cosas sólo necesitan tiempo, nueve mamás no hacen un bebé en un mes (Warren Buffett)

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La maldita impaciencia es uno de los mayores enemigos empresariales del ser humano. Hay aficionados que no tienen paciencia con el entrenador de su equipo de fútbol, no dan tiempo a que desarrolle un proyecto deportivo y si pierde tres jornadas seguidas ya es cuestionado, sea por la afición o por la prensa. Cuando alguien es cuestionado, es muy difícil que desarrolle correctamente su talento, por lo que hay que confiar en ese proyecto hasta el final. Ningún entrenador debería ser destituido antes de una temporada. En dos meses no se puede demostrar nada y, en caso de despedir al entrenador tan prematuramente, quien debería ser despedido es aquel que decidió ficharlo. En finanzas es lo mismo. Un gestor de patrimonios es cojonudo si va ganando y obteniendo rentabilidad para sus clientes, pero pocos son los clientes que aceptan entrar en rentabilidades negativas en sus inversiones. La gestión a largo plazo es ganadora, por lo que la impaciencia y la presión constante al gestor sólo conllevarán que éste no actúe como lo haría si no sufriera esa presión del cliente. Y en el aprendizaje bursátil... ¡es dramático! Los alumnos invierten años en una carrera universitaria o en aprender un oficio, y en cambio, sólo quieren dedicar unas semanas a aprender el oficio de la bolsa, no puede ser. Hay que tener paciencia porque si no demostraremos en primera persona la magistral frase de Peter Lynch: «El ser humano no tiene paciencia para enriquecerse lentamente, por eso decide arruinarse rápidamente».

El pequeño libro de la superación personal
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