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El amor y la felicidad no se publican, se viven

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Vivimos en una histeria de publicaciones en redes sociales. Lo queremos explicar todo, olvidándonos muchas veces de vivir la realidad. A veces se da prioridad a sacar la fotografía en lugar de disfrutar el momento. Preferimos ir haciendo fotos a la evolución de nuestra hamburguesa en lugar de disfrutarla con la compañía que tenemos delante. Pero pocas cosas son menos publicables que el amor y la felicidad. Llega un punto incluso en que la línea delgada entre transmitir que eres feliz y la arrogancia es tan fina que hasta los seguidores de redes sociales te lo recriminan. Algo difícil de entender el ser criticado por expresar que te vas de viaje o que te has comprado algo que te hacía verdadera ilusión. Ilusión no por el producto en sí, sino por haber conseguido algo a lo que aspirabas y que por fin has conseguido. La felicidad es un estado aspiracional que no todo el mundo consigue. Es el sueño de todos los seres humanos, y quien no se sienta así, ha de pagar su represión. Recuerdo que en uno de mis libros expresé: «Soy jodidamente feliz, con perdón». Porque hemos vivido una época en que hasta parecía que debías pedir disculpas si te sentías feliz... No puede ser.

El pequeño libro de la superación personal
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