68
Si pensamos que podemos hacerlo bien, el porcentaje de éxito va a ser muy alto
Una vez más una frase que me motiva relacionada con la actitud frente a los proyectos.
Cuando te planteas un desafío sin motivación, cualquier excusa será válida para abandonar. Cuando me pongo a analizar las carreras que no he terminado en mi vida, me doy cuenta de que ha sido básicamente por dos motivos.
El primero es la salud, un motivo sobre el que nada puedo hacer y al que debo resignarme si alguna vez ocurre. Pero el otro motivo que me ha llevado a abandonar alguna carrera ha sido la mala actitud, el pensar siempre en negativo.
La primera vez que fui al maratón Des Sables (250 kilómetros corriendo por el desierto en seis etapas y autosuficiencia) tenía una voluntad y una motivación máximas. Quería acabar como fuera, ya que era un proyecto que me hacía especial ilusión. Iba sin ningún objetivo de posición en la cabeza, sólo quería acabar.
El segundo año ya no sólo quería acabar, sino que había entrenado para hacer un buen puesto y lo hice. De los 1.000 participantes en la prueba quedé el 24, lo cual me hizo sentir supersatisfecho.
El tercer año ya empezó mal. Aunque parezca increíble, lo que nos encontramos en el desierto ese año fue lluvia. Se canceló la primera etapa por fuertes inundaciones, el campo base estaba inundado y era imposible dormir allí. Hubo modificaciones de etapas y cosas muy poco habituales. Yo iba con la idea de mejorar el puesto 24 pero ya mi cabeza se empezaba a desajustar con tantos cambios e incertidumbre. La etapa más larga fue modificada y pasó de los 75 kilómetros iniciales a los 96 kilómetros que propuso la organización, por lo que mis estrategias iban cambiando constantemente y mi idea de estar entre los 24 mejores cada vez se diluía más. Ya no estaba creyendo en mí mismo y estaba viendo que a la mínima que las cosas empeoraran, algo malo iba a pasar.
Y así fue. En la etapa larga, después de 55 kilómetros, me empezaron a venir calambres y no dudé un momento en dejar la competición para irme a casa. La buena actitud había desaparecido y sólo reinaba en mi cabeza la negatividad. De esa manera era imposible desarrollar nada correctamente.