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Soy tan buena persona que no madrugo para que Dios ayude a otro
La primera vez que vi esta frase me hizo gracia, la creatividad de los poetas anónimos que circulan por la red no tiene límites. Pero lo que me resulta muy interesante es analizar a lo que estamos acostumbrados a nivel de horarios hasta ahora.
Pienso que estamos en un momento donde es importante un cambio de modelo laboral y, entre otras cosas, que hay que cambiar la idea de tener un horario fijo. ¿Es necesario que los trabajadores de tu empresa vayan a trabajar a las nueve?, ¿o sería más eficiente para la compañía que entraran una hora más tarde y tuvieran una hora menos para comer? Para ello es vital que localicemos las ventanas de eficiencia. Las ventanas de eficiencia son aquellos momentos en los que no sirven las excusas y hay que dar el 200 por ciento. Son los momentos en los que los competidores no están presentes y, por lo tanto, es más probable obtener rentabilidad o productividad.
Me llamó mucho la atención la decisión de uno de los grandes bancos de España, el BBVA. Dicha entidad ha inaugurado una «ciudad financiera» en Madrid en la que ha propuesto que ninguno de los 8.000 empleados que van a formar parte de ella tenga un horario de entrada.
Premiemos las tareas a realizar y no los horarios a cumplir, de esta manera conseguiremos una mayor eficiencia por parte de nuestro equipo y les daremos la oportunidad de que puedan luchar por el 8-8-8.