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Hazlo ahora. Algunas veces el «después» se convierte en «nunca»
Carpe Diem, eso me repito una y otra vez, «vive el momento».
En nuestra manía ridícula de pensar que viviremos cien años, siempre queremos dejar cosas para más adelante, cosas que se desvanecen con el paso del tiempo y que ya no realizas, ya sea por falta de tiempo, de ambición, de energía.
¿Qué recuerdas con mayor intensidad? ¿Aquel viaje que hiciste con amigos o aquella suma indecente de horas que pasaste en el sofá? Muévete, actúa.
Una de las cosas que más sorprenden a los oyentes cuando doy una conferencia en una multinacional o en un ciclo para emprendedores es cuando lanzo la reflexión de que a lo máximo que podremos aspirar en nuestra vida es a ser propietarios del 33 por ciento de ella. Lo máximo es poder sacar un tercio de la vida para nosotros mismos, por lo que aprovecha al máximo aquellas horas libres que tienes porque no se van a volver a repetir. Aprovecha el tiempo en lanzar tu idea, tu proyecto, sin que el tiempo te estrangule, sin que la responsabilidad te pueda. No admitas cargas a tus espaldas más allá de tu felicidad, porque sólo si tú eres feliz podrás ayudar a que los demás lo sean.
Hace unas semanas estuve dando una conferencia a un grupo de directivos de una empresa que a nivel mundial factura miles de millones de euros. Un grupo de talento, excelentes en lo suyo y que estaban dispuestos a abrirse. Una de las directivas estaba angustiada, buscaba el camino a la felicidad, pasar más tiempo con sus hijos, con su marido, incluso plantearse un cambio de residencia lejos del estresante Madrid. Pero un elemento no le permitía cumplir su sueño, un elemento que le generaba ansiedad y angustia. Esa persona, que tenía un impresionante sueldo y una posición laboral envidiable, me preguntó:
«Josef, ¿qué puedo hacer para quitarme esta carga, esta responsabilidad que supone traer el sueldo más importante a casa, esta sensación que tengo de que si dejo el trabajo les estoy fallando porque quizás no podamos mantener el nivel de vida?».
Mi respuesta fue tajante:
«Deja el trabajo, no eres feliz. No vas a poder hacer feliz a los tuyos con los años si tú no lo eres y no hay derecho a que te sientas responsable por ello».
Se puso a llorar y sólo deseo que, con el tiempo, sea lo suficientemente valiente para tomar la decisión.