SESENTA Y CINCO La Boehm Porcelain Co. de
Trenton, Nueva Jersey
De modo que oigo este chiste.
¿Qué te traes a China? ¿Qué le das a un
emperador?
Estamos en 1972. No puedes traerte mapas, ni
relojes con carillón, ni telescopios, ni perspectiva. La piedra
lunar que Henry Kissinger, secretario de Estado, le trajo a Mao,
fue recibida con desdén.
De manera que el presidente Nixon se trae
una pareja de bueyes almizcleros de Alaska y una secuoya
californiana.
Y porcelana.
Trae la escultura de una pareja de cisnes
mudos con sus polluelos, un metro de largo por otro metro de alto,
hecha por la Boehm Porcelain Co. de Trenton, Nueva Jersey. La
especialidad de Boehm eran las certeras representaciones de pájaros
de porcelana «un medio en el que puede retratarse la imperecedera
belleza de forma y color de la naturaleza y la vida salvaje». La
escultura lleva una placa de latón en la base de madera de roble
donde se explica que es un regalo a Su Excelencia el presidente Mao
Tse-tung y el pueblo de la República Popular China, etcétera.
Es un tributo, claro está: no se distingue
en nada de todos esos siglos enviando garañones blancos o cofres de
oro, extrañas vasijas de un material blanco, translúcido.
El presidente Nixon vuela de regreso a
Estados Unidos con una pareja de pandas, Hsing-Hsing y Ling-Ling,
dejando atrás una borrosa declaración sobre el estatus de Taiwán y
su propia porcelana imperial, la porcelana
Nixon.