Capítulo 69

 

 

–Justo el hombre que necesito –exclama risueño Santiago al verlos entrar.

Ingresa a la sala principal del complejo esquivando los muertos que hay en el piso aun llorando por la pérdida de su hijo producto del torrente que lo arrastró junto con Aldana. Ya no le interesa lo que le puedan hacer. Perdió lo único importante en su vida y está consciente de que nunca lo va a lograr sobrellevar.

A su espalda el hombre que causó el accidente lo continúa empujando con su escopeta, ignorando el sufrimiento de su presa.

–Tranquilo Tom, no maltrates a nuestro anfitrión –dice al ver el estado de ánimo de Leo.

–No seas condescendiente, maldito –lo observa con ira–. Todo esto lo causaste vos.

Lo hace pasar a una sala vidriada y con su mano lo invita a sentarse en un sillón que hay dispuesto en el lugar.

–¿Yo? –afirma en tono de pregunta–. Estás equivocado Leo, yo no fui el que provocó todo. Fuiste vos.

Obligado por el roce con la escopeta se sienta en el sillón frente a Santiago no sin antes lanzarle un golpe a la cara que ocasiona que éste caiga de espaldas al suelo.

Está consciente de que no sirve de nada pero necesita desahogarse con alguien, y quien mejor que Santiago para hacerlo. Sin llegar a tener unos instantes para disfrutarlo recibe un golpe en la nuca causado por el ataque de Tom con la culata de la escopeta.

–Está bien, dejalo –explica mientras se limpia la sangre que cae de su nariz–. Necesita exteriorizar lo molesto que está. Y lo entiendo.

–¿Molesto? –se ríe sarcásticamente al escuchar la excusa que le propone–. No, no es molestia lo que siento...es odio puro.

Con un gesto le ordena a su hombre maniatar a Leo al sillón mientras prepara una pócima. Necesita que su cuerpo esté relajado, no así su mente.

–¿Qué se supone que es eso? –cuestiona al verlo acercarse con una jeringa.

–¿Esto? –eleva su mano mostrándola–. Esto me va a ayudar a utilizarte a mi antojo.

–¿Que mierda es lo que querés de mí? –reclama colérico.

–¿Aún no entendés de qué se trata todo esto? –consulta mientras le inyecta el líquido viscoso–. Bueno, tenemos unos minutos antes de que el medicamento surta efecto...conversemos.

Se aparta de su lado y le indica a Tom que ubique los electrodos a la cabeza del paciente. Mientras tanto, él conecta un instrumento punzante en su oído derecho del cual asoma un cable. La droga actúa a la vez de anestesia, por lo que Leo no siente ningún tipo de dolor.

Una vez en posición empalma el cable a la computadora central desde la cual monitoreará los resultados del experimento.

–¿Alguna vez te preguntaste sobre los dolores de cabeza que tenés?

–¿Las migrañas?, ¿qué tienen que ver?

–Mucho más de lo que te imaginas, querido amigo.

Al presionar el botón que tiene en la consola se activa en el sillón un mecanismo que modifica la estructura del mismo convirtiéndolo en una especie de jaula que lo contiene y retiene a la vez. Se eleva por el aire e ingresa a una bóveda elíptica situada en el techo de la habitación.

Podés hablar como si estuviese a tu lado –dice una voz grave–. Puedo verte y escucharte así que platiquemos.

El techo mismo de la bóveda es similar a una pantalla gigante como las que se utilizan para proyectar películas. A sus costados llega a distinguir unos equipos de filmación los que seguramente van a emitir el video que será reflejado en la pantalla.

–Como te decía, viejo amigo, tus jaquecas son la clave de todo.

–Ya te dije que vos lo sos, basura –responde con la voz entrecortada.

–Verás que no es como pensás –ignora la negatividad de Leo–. Cuando tenés esos ataques, ¿te duele toda la cabeza?

–No.

–Entonces te atacan sobre uno de los costados...y ese lado es el derecho, ¿no?

–Sí –responde pensativo.

–Lo imaginaba –exclama triunfante Santiago.

La cámara de la bóveda que lo filma lo muestra aún despierto, por lo que su falta de conversación no se debe al medicamento sino a su carencia de atención en el asunto.

–Verás –prosigue hablando Santiago–. El lado izquierdo del cerebro gobierna los aspectos expresivos de las personas; leer, escribir, la lógica, etc. En cambio, el lado derecho maneja las percepciones, sentimientos, la orientación espacial y, lo más importante de todo, el inconsciente.

Continúa con su monólogo como si fuese un docente dando una clase a los alumnos de primer año de la facultad de medicina.

–Las migrañas son respuestas físicas al trabajo de tu inconsciente, tu lado derecho del cerebro. Es decir, tu mente está sobrecargada de información y necesita exteriorizarla de alguna manera. Esas formas son pesadillas, migrañas, convulsiones...todo lo que vos estás experimentando últimamente.

–¿Y cómo se supone que está sobrecargada, como vos decís, y de qué?

–Tu cerebro es muy especial, Leo. La mayoría de las personas que sufren lo mismo recuerdan sucesos de su pasado...es lo que sus mentes sencillas procesan. Pero con vos es diferente.

–No soy diferente a cualquiera. Soy un simple hombre de fe que cree en el destino.

–¡¡¡Exacto!!! –grita fogosamente–. Tu mente no trabaja hacia atrás sino que lo realiza hacia delante, como en una constante búsqueda. Tus creencias, tus principios, tu fe son el combustible de la actividad cerebral de tu inconsciente...y eso posibilita que puedas ver el futuro.

Observa por el monitor que ya no puede mover su cuerpo; la droga que le suministró hizo efecto sobre sus músculos dejándolos paralizados. Consulta su reloj y comprueba que sólo le quedan cinco minutos para que Leo recaiga en un sueño inducido, y es entonces cuando va a poder obtener lo que tanto desea.

Dios no juega a los dados
titlepage.xhtml
part0000_split_000.html
part0000_split_001.html
part0000_split_002.html
part0000_split_003.html
part0000_split_004.html
part0000_split_005.html
part0000_split_006.html
part0000_split_007.html
part0000_split_008.html
part0000_split_009.html
part0000_split_010.html
part0000_split_011.html
part0000_split_012.html
part0000_split_013.html
part0000_split_014.html
part0000_split_015.html
part0000_split_016.html
part0000_split_017.html
part0000_split_018.html
part0000_split_019.html
part0000_split_020.html
part0000_split_021.html
part0000_split_022.html
part0000_split_023.html
part0000_split_024.html
part0000_split_025.html
part0000_split_026.html
part0000_split_027.html
part0000_split_028.html
part0000_split_029.html
part0000_split_030.html
part0000_split_031.html
part0000_split_032.html
part0000_split_033.html
part0000_split_034.html
part0000_split_035.html
part0000_split_036.html
part0000_split_037.html
part0000_split_038.html
part0000_split_039.html
part0000_split_040.html
part0000_split_041.html
part0000_split_042.html
part0000_split_043.html
part0000_split_044.html
part0000_split_045.html
part0000_split_046.html
part0000_split_047.html
part0000_split_048.html
part0000_split_049.html
part0000_split_050.html
part0000_split_051.html
part0000_split_052.html
part0000_split_053.html
part0000_split_054.html
part0000_split_055.html
part0000_split_056.html
part0000_split_057.html
part0000_split_058.html
part0000_split_059.html
part0000_split_060.html
part0000_split_061.html
part0000_split_062.html
part0000_split_063.html
part0000_split_064.html
part0000_split_065.html
part0000_split_066.html
part0000_split_067.html
part0000_split_068.html
part0000_split_069.html
part0000_split_070.html
part0000_split_071.html
part0000_split_072.html
part0000_split_073.html
part0000_split_074.html
part0000_split_075.html
part0000_split_076.html
part0000_split_077.html
part0000_split_078.html
part0000_split_079.html
part0000_split_080.html
part0000_split_081.html
part0000_split_082.html
part0000_split_083.html
part0000_split_084.html
part0000_split_085.html
part0000_split_086.html
part0000_split_087.html
part0000_split_088.html