Preludio
Amaneció como otro día rutinario... mi hijo despierta pidiendo agua a los gritos, entonces me levanto casi como un sonámbulo. Deambulo hacia la cocina con algo de frío ya que desde hace varias semanas la temperatura descendió varios grados bajo cero y yo solo en la cama sin calor humano salvo el propio.
Luego de llevarle un vaso de agua me vuelvo a acostar, sin darme cuenta que faltan solo quince minutos para que suene el maldito despertador del celular.
Cuando llego a cerrar los ojos suena la alarma de las seis y media, así que, como un robot programado, me levanto y voy directamente a darme una ducha caliente.
Preparo el desayuno, me cambio y espero la llegada de la niñera viendo un canal de deportes mientras mi hijo Alex duerme plácidamente.
Ya en viaje hacia el trabajo pienso en la rutina que me toca vivir cada día y no llego a entender el humor de Él, que nos delega hacer cosas todos los días para sobrevivir...solamente pienso que tiene un extraño sentido del humor.