Capítulo 50
–No, me niego a aceptarlo.
–Sos muy terco, ¿lo sabias? –replica Santiago cansado por el empecinamiento de Leo.
–Puede ser que sea obcecado como vos decís, pero el que estemos aquí y ahora demuestra que es cierto lo que yo pienso al respecto.
–¿Y eso cómo es? –involuntariamente se le escapa una sonrisa burlona que denota menosprecio por la otra persona.
–Como te dije anteriormente las cosas suceden por un propósito, por una razón. Todo está delineado para que los eventos sobrevengan en un momento y lugar determinados. Y este es un claro ejemplo. En todos estos años que nos conocemos nunca te mencioné sobre mis sueños, y ahora de pronto que vos necesitas a alguien con mis características te enterás de que las tengo.
–Casualidad –dice Santiago instantáneamente.
–Mentira. Querés creer que todo es una coincidencia para hacer lo que esté a tu alcance y así evitar que te pase lo de tus finados jefes, pero internamente tenés dudas.
–Estás muy equivocado –la firmeza de su postura se ve ahora amenazada por los dichos de su víctima.
–¿Cómo explicás entonces que yo, tu mejor amigo de toda tu vida, sea el que necesitás para cambiar tu destino y que nunca, hasta este preciso momento, sabías que tenía esta facultad?
–¿Ves?, ahí estás equivocado. Hemos usado a otros especímenes como vos antes de encontrarte.
–¿Y obtuvieron los resultados esperados?
Titubea en contestar. Hace una recopilación de todos los que usaron con similares características a la de Leo y ninguno de ellos sirvió a los propósitos. Finalmente contesta de manera negativa.
–Entonces entendés que tengo razón.
–Es imposible. Científicamente está demostrado que no es viable.
–La ciencia siempre discrepó con la fe, y eso lo sabés muy bien.
–Precisamente a eso me refiero. La ciencia demostró que Laplace estaba equivocado sobre el determinismo de la física de los elementos. No se puede calcular en donde estará una partícula en un momento dado del tiempo conociendo el estado actual de la misma como él afirmaba. La teoría del caos lo evidencia empíricamente: una mariposa bate sus alas en un lugar y produce un tifón en otro. Si se repite el experimento, el resultado final es otro completamente diferente.
–Es porque la ciencia se basa en datos comprobables...o postula teorías que explican circunstancias que no puede despejar por medio de fórmulas matemáticas. El ejemplo de la mariposa concuerda con lo que estipulo. No podés repetir una muestra porque las condiciones cambiaron y es obvio que tiene otro resultado. Pero ese otro resultado estaba previamente establecido y no tiene porqué corresponderse con el anterior.
–¿Entonces me vas a decir que no importa lo que hagamos, ya estamos predestinados a que nos sucedan las cosas que tu Dios determine?
–Así es. Y la muerte es otro claro ejemplo. No importa qué hagas para evitarla, todos vamos a morir algún día.
–Pero lo importante es postergar la muerte, y haré todo lo posible para demorarlo en el tiempo.
–Lo importante es vivir el tiempo que Él te encomiende, y no desperdiciarlo en búsquedas inútiles y sin sentido, ¿tanto les cuesta a los hombres de ciencias aceptar que existe una realidad subyacente al pensamiento científico?
Reconoce que ciertas cosas que su amigo le dice lo hacen ponerse nervioso, pero se niega obstinadamente a aceptarlas.