Capítulo 21

 

 

Corta el llamado con David y se queda pensando sobre lo que escuchó. Por su experiencia de campo sabe que siempre es conveniente contar con un seguro extra para incentivar a las personas a realizar cosas que no desean hacer, y por esto piensa en secuestrar al joven del campamento. Pero primero debe hablar con DuPont sobre la persona que asesinó en el departamento de Leo, con todo lo que ello implica.

Una voz sensual lo saca de sus pensamientos y lo vuelve a la realidad.

–¿Estás bien?, te quedaste inmóvil unos minutos.

Una prostituta está parada frente a él vestida con tan solo un conjunto de encaje negro que deja entrever más de lo que oculta. Hasta hace unos momentos estaba bailando eróticamente pero se detuvo cuando su cliente recibió un llamado al celular.

Desestima el comentario de la prostituta con un ademán, mientras que toma su billetera y saca unos euros.

–Creo que esto es más que suficiente –dice sin siquiera mirarla.

La toma del brazo al momento que le arroja por encima el tapado y la saca bruscamente del departamento. La prostituta está un poco ofuscada por el maltrato pero el malhumor se desvanece rápidamente al ver el dinero ganado sin haber hecho prácticamente nada.

Cierra con vehemencia la puerta del departamento, al punto que el impacto causa que algunos cuadros de la habitación caigan estrepitosamente contra el suelo rompiendo el marco de dos de ellos.

Con paso decidido se dirige hacia el escritorio en donde tiene la notebook. La enciende y se conecta por una video conferencia con DuPont.

–Hola señor, tengo novedades para informarle.

–A buen tiempo Jonás. Desde que fuiste a ese país no te has contactado conmigo –comenta molesto sin siquiera preguntarle cómo se encuentra–. ¿Has ubicado a este Leo?

–Aún no señor.

–¿Entonces de que me querés hablar?

–Es sobre algo que encontré en donde vive.

–¿Y qué es tan importante como para llamarme sin tener al individuo? –inquiere de manera provocadora.

–Me topé con una persona, a la cual tuve que asesinar.

–¿En el departamento del tal Leo?

–Sí señor. Y era un salomónico.

Por la imagen de video Jonás puede apreciar cómo su jefe cambia la expresión de su rostro. Mientras hablaban antes era de total indiferencia hacia él pero luego de lo que le comentó se convierte en una mezcla de temor y furia. El color azulado de su rostro se torna violáceo causado por la ira interna que está empezando a aflorar en la superficie.

–¿Cómo que un salomónico?, no puede ser, ¿cómo se enteraron esta vez? –grita como intentando comprender la situación.

–Lo desconozco pero le puedo asegurar que era uno de ellos.

–Malditos sean, otra vez en la misma búsqueda. Pensé que esta vez iba a evadirlos pero al parecer se enteraron del asunto.

Los nervios de DuPont hacen que se incorpore de la silla en donde se encuentra. Furioso, se mueve de un lado a otro apareciendo y desapareciendo de la imagen de la videoconferencia.

–¿Qué desea que haga?, a Leo no lo tengo aún pero sé donde se encuentra su hijo –explica Jonás para intentar tranquilizar a su jefe.

Se detiene al escucharlo y se vuelve a sentar un poco más sereno. El rostro de DuPont vuelve a tomar el color azulado de costumbre; el enojo se disipa y la sangre fluye un poco más normal.

–Bien Jonás, muy bien. Esta vez vamos a tener que movernos más rápido que ellos por lo cual necesito lo mejor de vos y de tu equipo.

–Sí señor, cuente con ello.

–Ubica a Leo y a su hijo...nos puede servir para forzarlo a colaborar –tal como había planeado Jonás antes–. Luego llevalos a mi complejo en Valencia.

–Entendido señor. Lo voy a mantener al tanto de todo. Hasta luego.

Ni se inmuta en devolverle el saludo que desconecta la comunicación. Se queda sentado unos minutos mientras piensa sobre el tema.

Otra vez estos miserables”

Siempre le sacaron ventaja en ocasiones anteriores causando que nunca lograse concretar su propósito tan deseado. Conseguir a personas como Leo, que son como herramientas para ellos, se convirtió en un trofeo de guerra entre los salomónicos y DuPont. Las pocas veces que supo de alguno, los salomónicos se anticipaban y le ganaban la partida. Por este motivo decidió tomar la iniciativa e invirtió tiempo y dinero en el proyecto de Aldana. Pensaba que quizás una máquina podría sustituir a un hombre, pero por los resultados obtenidos no fue así.

Además sabe que esta vez es diferente. Los pensamientos de Leo lo convierten en una persona interesante y diferente a las demás. Según le explicó la licenciada, él cree en el destino y no en un futuro aleatorio. Si sus creencias son ciertas, lo necesita más que cualquier otra cosa y no se va a detener hasta conseguirlo.

Ahora se da cuenta de que su supervivencia depende de su víctima.

Dios no juega a los dados
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