Capítulo 16

 

 

Aldana continúa asomada a la sala con la mirada perdida intentando entender qué es lo que sucede. En el momento que William se dispone a levantarse una persona sale de una esquina oscura y se acerca a él. Por la posición en que se encuentran ninguno se da cuenta de la presencia de la licenciada y continúan sus tareas.

–Necesito que vayas a la oficina de Aldana Pria y revises todo. Hay que encontrar información sobre la persona con la que habló –indica William al otro sin mirarlo.

–Es probable que acá no encuentre nada. Voy a ir a su casa...seguramente tenga algo en su notebook personal que nos sea de utilidad.

–Prefiero que primero investigues su oficina y yo voy a revisar su casa. Si veo que no puedo, te llamo para que vayas vos.

Está furiosa. Confiaba en William aún después de haberse separado hace tiempo atrás. Nunca pensó que la iba a traicionar haciendo contrabando de información empresarial y menos sobre el proyecto en el que ella trabaja. Pero lo que más le preocupa es lo que comentaron entre ellos; no están tras el proyecto en sí mismo, sino tras Leo.

¿Qué tiene que ver Leo en todo esto?” –se pregunta extrañada.

Continúa absorta en sus pensamientos y no se da cuenta que sigue asomada a la sala de reuniones en donde se encuentra William y el otro individuo. Al volver en sí accidentalmente golpea una maceta que está en la puerta de la sala y la hace caer. El golpe con el suelo causa un ruido leve pero que, debido al silencio que hay en el edificio por las altas horas de la noche, hace que suene como si fuese la caída de un edificio de veinte pisos. Inmediatamente se da vuelta y sale corriendo en dirección a la salida del instituto, mientras que los que están en la sala giran en el sentido del sonido que escucharon afuera. William llega a percatarse que es Aldana la que sale corriendo y le ordena al que está con él que la detenga.

Corre desesperada como si su vida dependiese de que logre escapar a esta situación. Llega a los ascensores pero a esa hora están en reparación; no le queda otra alternativa que ir por las escaleras y bajar los cuatro pisos. Desciende rápidamente por los escalones al punto de tropezarse varias veces a causa del nerviosismo que tiene. Para evitar caerse apoya su mano izquierda en el pasamano de la escalera lo que le permite descender de manera más segura. Llegando al segundo piso siente una vibración en la mano, como que algo golpeó el pasamano. Gira la cabeza pero no ve nada en el suelo que haya provocado el golpe. Entonces mira hacia arriba mientras sigue corriendo y ve al compañero de William unos pisos encima de ella que le apunta con un arma con silenciador. Este dispara nuevamente en el instante preciso en que Aldana tropieza con el último escalón del nivel, cayendo hacia la derecha evitando la bala que la hubiese matado.

Se incorpora torpemente llevándose por delante el matafuego que está colgado en la pared y entonces ve la oportunidad de poder liberarse de su perseguidor; con cierta dificultad toma el matafuego con ambas manos, lo apunta hacia arriba y abre la válvula creando una polvareda de humo blanco sofocante debido a lo angosto del lugar. El atacante dispara a través del espeso polvo pero la licenciada ya no se encuentra en las escaleras; había salido al lobby del instituto con cierta dificultad. Pasa por la zona de vigilancia de la planta baja e ignora los comentarios que les hacen los guardias de seguridad. Finalmente afuera consigue un taxi y le pide al conductor que salga a toda velocidad sin destino fijo. Mira de soslayo la puerta del edificio y alcanza a ver al individuo que la perseguía, ahora observándola alejarse en el auto.

Ya un poco mas tranquila gracias a la seguridad que le brinda el taxi analiza qué hacer a continuación. Piensa en lo que dijo William sobre ir a su departamento en búsqueda de información sobre Leo y le indica al taxista que vaya hacia allí lo más rápido posible. Tiene que llegar antes que los otros y llevarse la notebook.

Dios, han querido asesinarme, ¿qué está pasando acá?” –piensa preocupada.

Llegan a la dirección indicada en menos tiempo que lo habitual. Aldana le pide al taxista que espere unos minutos mientras ella va en búsqueda de algunas cosas.

–Mire que voy a dejar el reloj corriendo –reclama de manera desanimada el conductor.

–Sí, no se preocupe. Vuelvo en diez minutos y luego nos vamos al aeropuerto.

Abre la puerta del taxi mientras que con la otra mano le deja unos dólares para que vea que no lo engaña.

–¡Esto es Praga y cobramos en Coronas Checas, señora! –alcanza a gritarle a la licenciada que ya no lo escucha.

Ingresa al edificio sin percatarse que el de vigilancia la saluda y toma un ascensor que está en planta baja.

–Por suerte hay uno disponible –dice agitada en voz alta al presionar el botón que corresponde a su piso.

Se queda pensando en lo que dijo en voz alta hace unos momentos. Sabe que los ascensores rara vez funcionan en su edificio y por esto más de una vez estuvo esperándolos por más de quince minutos. Varias veces hubo quejas de los inquilinos por este motivo pero la administración del edificio siempre fue esquiva en dar respuestas concretas al problema.

También le llamó la atención haber conseguido el taxi en la puerta del instituto a esas horas de la noche. El edificio se encuentra en una zona poco poblada y rara vez hay vehículos durante el día, y menos aún por la noche.

Cuantas coincidencias” –piensa.

En ese momento recuerda lo que Leo le había dicho en el chat la otra vez...

Las coincidencias no existen”.

Con la mirada perdida se queda quieta adentro del ascensor pensando sin darse cuenta que ya llegó a su piso. Están cerrándose las puertas cuando reacciona y logra salir antes que las puertas se cierren por completo.

Nuevamente con la mente focalizada en lo que debe hacer va con paso decidido a su departamento temiendo que William esté a punto de llegar. Entra y lo primero que hace es desconectar los cables de la notebook lo más rápido posible. Busca otro bolso, un poco más grande que el de la notebook, y lo llena con algo de ropa. Toma sus documentos, un poco de dinero que tiene escondido y unos papeles relacionados a la investigación que está llevando a cabo. Al abrir la puerta del departamento vuelve la mirada para repasar y no olvidarse nada y no se da cuenta de que hay alguien en la puerta.

–Hola querida, ¿te vas sin saludar?

Dios no juega a los dados
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