65://JOSH

Llevo toda la semana conociendo pedacitos de mi futuro, y preguntándome cómo va a afectarme lo que haga en el presente dentro de quince años. Sin embargo, cuando el dedo de Emma ha rozado el mío, solo he pensado en el ahora.

Si apartaba la mano, sabía que Emma se lo tomaría como algo involuntario que había sido sin querer. Pero yo no quería que sucediera eso, y he deslizado mi dedo sobre el de ella. Cuando he visto que no lo apartaba, he ido un poco más lejos. Ahora tengo mi mano encima de la suya.

—¿Queréis ver una cosa? —Kellan coge a Tyson por la palma de la mano y, con el dedo índice, la recorre hasta la muñeca—. Esta es la línea de tu trabajo.

—¿La línea de mi trabajo? —replica Tyson—. ¿Dónde está mi línea del amor? ¡Enséñame algo sexy, mujer!

Kellan lo suelta.

—No tienes remedio.

Emma se ríe. Y entonces gira la mano y entrelaza sus dedos con los míos. Por mucho que haya creído que mi mano tiene un gran número de terminaciones nerviosas, ahora me doy cuenta de que existen miles más.

—¡Qué callados estáis, chicos! —exclama Kellan paseando una mirada atenta entre Emma y yo—. ¿Estáis maquinando vengaros del secuestro?

Lo veo difícil.

—¡Esperad! —apunta Tyson, y saca los dos brazos de la piscina de bolas—. Chissst… Escuchad. Si alguno de vosotros sabe interpretar estómagos, decidme qué significa esto.

Todos esperamos pacientemente hasta oír los gruñidos de su estómago.

—No importa —se responde a sí mismo—. Esta era fácil. ¡Me muero de hambre!

Kellan se agarra a la red que rodea la piscina para impulsarse y se levanta.

—Ahí detrás hay una cocina entera que podemos tomar al asalto.

Emma desliza el cuerpo hacia abajo hasta que las bolas de plástico le llegan al mentón.

Kellan cruza tambaleando la piscina y se abre camino hacia la salida. Tyson la sigue.

—¿Queréis venir, chicos? —pregunta él.

Emma aprieta mi mano.

—No tengo hambre —contesto.

—Yo estoy bien —dice ella.

—No tardaremos —asegura Kellan—. Probablemente calentaremos una pizza de ajo y pecorino.

—Adelante. No hay prisa —apostilla Emma.

Cuando oigo cerrarse las puertas batientes de la cocina, miro finalmente a Emma. Ella me sonríe. Aparto unas cuantas bolas de plástico para poder verle toda la cara.

—Mucho mejor —digo.

Emma inclina la cabeza hacia atrás y su sonrisa desaparece.

—Josh, tengo que contarte otra cosa. Aunque este quizá no sea el mejor momento.

Gruño.

—Esto no promete demasiado.

Se recuesta de lado y alza la vista hacia mí, aún cogida de mi mano.

—Las clases acaban dentro de unas semanas, y tengo la sensación de que este verano podría ser el más increíble de mi vida —explica—. Ahora bien, mi padre me ha pedido que vaya a pasarlo a Florida con él. Tengo muchas ganas de verlo, a él y a Cynthia, y sobre todo quiero llegar a conocer a Rachel.

La estoy cogiendo de la mano por primera vez y ya la echo de menos. Sería increíble pasar el verano juntos. Una parte de mí desea que no se marche. Sin embargo, me siento feliz por ella.

—Entiendo cuánto significa para ti —le digo.

—Lo sé.

—Por otro lado, sería una estupidez no intentar disuadirte de que pases fuera todo el verano.

—No pasaré fuera todo el verano —dice ella—. Probablemente serán seis semanas.

—¿Cuatro?

Emma sonríe.

—Cinco.

—Cuatro y media y te organizo una fiesta de bienvenida.

Emma estalla en carcajadas.

—No se organiza una fiesta para alguien que solo ha pasado cuatro semanas y media fuera.

—¿Qué te parece entonces una cita realmente preciosa? —alargo la otra mano y toco la que tiene apoyada en el estómago. Pierdo el equilibrio y me hundo un poco más en la piscina.

—En cierta manera, me alegro de que Facebook haya desaparecido —dice Emma—. Odiaba obsesionarme con todo lo que no quería en mi futuro.

—Es mejor que te centres en lo que sí quieres —contesto.

Emma entreabre los labios.

—Estoy empezando a entenderlo.

—Aunque me encantaría saber —digo acercándome más a ella— qué cambiará con esto.

Siento su aliento en mis labios cuando los dos susurramos:

—Espero que todo.