4://JOSH

Mis padres han llegado tarde, así que en casa de los Templeton esta noche tocan huevos revueltos con salchichas. Cualquier otro día me habría encantado, pero hoy estoy algo distraído. He intentado llamar a Emma antes de sentarnos a cenar, pero comunicaba.

—Estás muy callado —dice mi padre. Inclina la sartén sobre mi plato y me sirve algunos trozos de salchicha más.

Suena el teléfono. Mientras mi padre va a la sala a atender la llamada, jugueteo con los huevos y el tenedor. El sitio web que sale en el ordenador de Emma no tiene ningún sentido. Tiene que ser una broma, pero, si lo es, no lo entiendo. Si yo tuviera que inventarme el futuro de alguien, pondría cosas extravagantes, como que va a ganar la lotería o a comprarse un castillo en Escocia. ¿Por qué tomarse tantas molestias por unas mechas y unas salidas para ir de pesca?

Papá vuelve a la mesa.

—Era Emma. Le he dicho que la llamarías después de cenar.

—¿Cómo está Emma? —me pregunta mi madre—. ¿Ha aceptado ese CD de America Online?

CD-ROM —rectifico, y me meto un trozo de salchicha en la boca para evitar responder a su pregunta.

—¿Sheila le dejará conectarse a AOL? —pregunta mamá.

Asiento y pincho otro trozo de salchicha. ¿Por qué ha llamado Emma? Sabe que mis padres odian recibir llamadas durante la cena. ¿Ha descubierto alguna inconsistencia que demuestre que el sitio web es una broma? ¡A lo mejor ha adivinado quién lo ha hecho!

—Las cosas cambian muy rápido cuando uno es adolescente —dice papá mientras se sirve una cucharada de salsa para acompañar los huevos—. Emma y tú erais muy amigos. El verano pasado tu madre y yo empezamos a preocuparnos porque veíamos que te hacía falta salir con otras personas.

—Salgo con Tyson —contesto.

—Con otras chicas —rectifica papá.

—Al menos, a Emma la conocemos —interviene mi madre, que mira a papá y se ríe—. ¿Recuerdas que David siempre iba a casa de esa chica, Jessica, al salir del instituto, pero aquí no venían nunca? Al final insistimos en que vinieran a casa a estudiar, y mira lo que pasó.

—Al día siguiente —añade papá—, rompió con ella.

David es mi hermano mayor. Mis padres creían que estudiaría en Hemlock, donde ambos son catedráticos de Sociología, pero en lugar de eso fue a la universidad de Seattle, que está a más de tres mil kilómetros. Francamente, creo que eligió el estado de Washington para impedir que mamá y papá se metieran tanto en su vida. Incluso se queda allí un verano para hacer prácticas. Durante las vacaciones de primavera volé hasta allí para poder pasar un tiempo con él.

El teléfono vuelve a sonar. Papá se mira el reloj y sacude la cabeza, pero no vuelve a sonar una segunda vez.

—Creo que ya he terminado —digo.

Me limpio las manos con la servilleta, la arrugo y la dejo en el plato.

—¿Estás seguro? —pregunta mamá—. Hay mucho más.

—Me duele un poco el estómago —digo, y no es del todo mentira. Tengo el estómago revuelto porque creo que Emma intenta ponerse en contacto conmigo.

Llevo mi plato a la cocina, lo dejo en el fregadero y voy al recibidor. El teléfono está en una mesita junto a la escalera. Descuelgo el auricular, marco el número de Emma y alargo el cordón al máximo para que mis padres no me oigan.

Suena una vez, y Emma responde.

—¿Josh? —pregunta ella sin aliento.

—¿Qué pasa? ¿Eras tú quien ha llamado un par…?

—No sé por dónde empezar —me interrumpe con voz tensa—. He vuelto a entrar en ese sitio web, pero…

—¿Estaba ahí? ¿Cómo lo has encontrado? —no puedo evitar ponerme nervioso.

—¿Puedes venir? —pregunta. Por su voz, parece que haya estado llorando—. Mi madre y Martin han salido a dar un paseo, así que puedes usar la llave de repuesto para entrar.

—¿Vas a contarme primero qué ha pasado?

—Creo que el sitio web es real —dice Emma—. Y no soy feliz.

—Ya lo veo. Pero ¿por qué?

—No —responde ella—. Me refiero al futuro. Nunca seré feliz.