27://EMMA

Josh, sentado en mi cama con las piernas cruzadas, se inclina hacia delante.

—Se lo has dado, ¿no?

Sonrío y me doy golpecitos en la barbilla.

—Bueno, he tenido que plantearme si era o no…

—¡Emma! ¡Le has dado mi número a Sydney Mills?

—Pues claro.

—¿Qué ha dicho?

Echo un vistazo a la pantalla. He cerrado la ventana del mensaje instantáneo cuando Sydney ha finalizado la sesión. Lo único que queda es la página de Facebook de Josh con Sydney y su enorme barriga.

Josh Templeton

Mi niña va a tener a mi primera niña un día de estos.

16 de mayo a las 9.17 · Me gusta · Comentar

El comentario me molesta. Es demasiado cursi para ser de Josh. Supongo que es del hombre en el que se convierte, sentimentaloide y obsesionado con Sydney como si no tuviera vida propia.

Josh me mira esperanzado.

—Necesito saber exactamente lo que ha dicho.

—¿Qué quieres que haya dicho, que te llevará volando en su descapotable a contemplar la puesta de sol? —eso no ha sido justo. No sé por qué estoy siendo tan mala—. Me ha dicho que Graham le había dado mi nombre de usuario. Le he pasado tu número y me ha dado las gracias.

Josh se me queda mirando fijamente.

—Pensaba que estabas contenta ahora que te has casado con Kevin Storm.

—No cambies de tema —digo—. Estabas rabioso conmigo porque he llamado a Jordan, y ahora aparece Sydney Mills pidiendo tu número. Algo habrás hecho aparte de ponerle ojitos ayer en clase.

Josh levanta los hombros.

—No fue mi intención.

—¿Lo has hecho?

—Hoy, cuando estábamos en Igualdad hablando de relaciones, un tío de último grado se ha metido con ella. Y yo la he defendido. ¿Qué querías que hiciera?

—¿Has defendido a Sydney hablando de relaciones? ¿Quién se estaba metiendo con ella?

—Rick no sé qué. Va a la clase del señor Fritz.

—¿Juega al fútbol?

—¿Lo conoces?

No puedo evitar reírme.

—¿Defendiste a Sydney de Rick Rolland?

A Josh no le importa quién es popular en la escuela, ni quién ha tenido una historia con quién, y eso es fantástico. Sin embargo, Rick Rolland es el chico que monta la fogata que le hace tanta ilusión a Kellan. Sydney y él salieron juntos, y Josh no debería meterse en eso.

—Se ha portado como un capullo —dice Josh—. Y, además, lo que he dicho no es nada del otro mundo.

Sin embargo, ambos sabemos que sí. Esta arruga influirá en el futuro de Josh de manera determinante.

Josh respira hondo.

—Hoy estaba pensando en Facebook. ¿Recuerdas el último verano en el lago, cuando Frank Wheeler dijo que iba a ser millonario y todos se rieron?

No sé adónde quiere ir a parar, pero me alivia dejar el tema de Sydney y de mis maridos.

—Dijo que se tiraría bajo las ruedas de un autobús si no gana un millón antes de los treinta.

—Exactamente —Josh toma la mochila y saca una hoja de papel doblada—. He hecho una lista de personas que deberíamos buscar en Facebook. Como mis padres, David, Tyson…

—¡Y Kellan! —añado—. Hoy he estado pensando lo mismo. Quiero ver si consigue entrar en la facultad de Medicina.

Giro la silla hacia el ordenador y muevo el ratón. El salvapantallas en forma de laberinto de muros de ladrillos desaparece y vuelvo a tener la oportunidad de ver el vientre de embarazada de Sydney.

—Primero deberíamos actualizar tu página —digo—. Como hoy has sido el superhéroe de Sydney, y ahora va a llamarte, supongo que todo es distinto. Probablemente no debíais juntaros hasta mucho después, y…

—Espera —Josh se pone en pie.

La flecha se sitúa encima de la tecla de actualización, pero el tono de su voz es tan serio que no hago clic.

Josh mueve los pies dentro de sus zapatillas deportivas y coge el monopatín y la mochila.

—Intentaré volver luego. No busques a nadie sin mí, ¿vale?

Mientras Josh baja como un tornado por la escalera, le grito:

—¡Sé adónde vas! ¿No crees que cuidar de tu teléfono es un poco…?

Antes de que termine, se oye el sonido metálico de la puerta principal al cerrarse.