32://EMMA

De camino a la escuela, Josh y yo apenas hablamos. Va mirando por la ventanilla, y mueve la pierna nervioso. Apuesto a que está pensando en Sydney. No ha dicho nada, pero supongo que era ella quien ha llamado.

—¿Tenemos tiempo de desviarnos para hacer una parada en Sunshine Donuts? —pregunta Josh.

Echo un vistazo al reloj del salpicadero.

—Creo que no. Ya llegamos tarde.

Josh apoya la cabeza en la ventanilla y cierra los ojos. Quizá no haya sido Sydney quien ha llamado después de todo. O quizá Josh no ha llegado a tiempo al teléfono. En cualquier caso, está de los nervios.

Hay tantos interrogantes… Quiero averiguar a qué se dedica Kevin Storm. Salvar una vida puede significar muchas cosas. Espero que signifique que tiene el perfil de los que se hacen cargo de todo, porque eso es lo que siempre me ha atraído de Cody. Cuando Ruby se hizo un esguince en el tobillo durante una competición el mes pasado, Cody apareció con una bolsa de hielo. Le dije en broma a Ruby que me daban ganas de lesionarme yo también.

Sin embargo, pienso en Kellan y entonces soy yo la que se pone de los nervios. Kellan (que me compró mi primer paquete de tampones porque yo no podía parar de reír en el pasillo del supermercado) podría estar embarazada ahora mismo. Ni siquiera me ha contado que practica el sexo, y eso me mosquea. Nosotras nos lo contamos todo.

O puede que no haya practicado el sexo todavía. Si es así, no tardará mucho. ¿Cómo puedo quedarme de brazos cruzados viendo que Kellan se convierte en madre adolescente? Ella quiere ir a Penn State, y sueña con ser médica o científica. ¿Puede hacer todo eso con un bebé llorando como ruido de fondo? Quizá ni siquiera sea capaz de terminar el instituto.

El aparcamiento está abarrotado, y las únicas plazas libres quedan lejos, junto al complejo deportivo. Me meto en una y echo un vistazo a Josh. No ha dicho una sola palabra desde que ha pedido los donuts.

Cuando entro a hurtadillas en la sala de ensayo, el señor Markowitz no se da cuenta de que llego tarde. Está ocupado repasando la alineación del desfile del Día de los Caídos de este fin de semana con las portadoras de las banderas.

Me huelo que Josh no tendrá tanta suerte con el profesor de su primera clase, y eso me consuela ligeramente. Su manera de salir a la desesperada esta mañana para contestar el teléfono me ha molestado. Y no entiendo por qué no me ha dicho si era Sydney quien llamaba. Cuando yo llamé a mi primer marido, al menos tuve el valor de contárselo a Josh.

Lo que sea. Josh puede hablar con quien quiera. A mí me espera Kevin Storm. El problema es que aún faltan quince años. Hoy, mientras Josh empieza a tomarse en serio lo de Sydney Mills, yo todavía tengo que arreglar lo de…

—Emma.

Graham.

Tamborilea sobre mis muslos con las baquetas.

—¿Qué tal? —pregunta al tiempo que se desliza en la silla vacía que hay a mi lado—. He pensado que te interesaría saber que mis padres se van fuera este fin de semana. Eso significa que tendré la casa para mí.

—Ya he supuesto lo que significa.

—También significa que puedes venir y que no nos interrumpirá nadie.

Me quedo mirando la partitura. Anoche, cuando estaba pensando en mi vida con Kevin Storm, me prometí a mí misma que terminaría con Graham.

—¿Quieres ir a la fogata del viernes por la noche? —pregunta—. Luego podríamos pasarnos por mi casa.

Pienso en lo que Josh ha dicho esta mañana. «Salir cada día con alguien que no te gusta, ¿no es un palo?»

—No puedo seguir con esto —digo.

Graham gira una de las baquetas con los dedos.

—¿Con qué?

—Con lo nuestro. Se acabó.

—¿Es porque Josh nos vio el otro día? Si quieres, puedo hablar con él.

—No —contesto, y respiro hondo—. Esto no tiene nada que ver con Josh. Necesito pasar un tiempo sola. No has hecho nada malo, pero yo…

—Vale —Graham se pasa las manos por el rasposo cuero cabelludo—. No voy a intentar hacerte cambiar de idea. Siempre hemos dicho que nos lo tomaríamos con calma.

Graham sonríe con tristeza, y entonces extiende los brazos como si esperase un abrazo. Me inclino hacia él y me doy cuenta de cómo se parece la situación a cuando rompí con Dylan, e incluso con Kyle. A diferencia de las rupturas de otras personas, las mías nunca son dramáticas. Cuando Josh y Rebecca Alvarez rompieron, él no salió de su cuarto en semanas de la tristeza. Cuando mamá y Erik se divorciaron, ella se pasó un mes llorando. Y cuando Tyson dejó a Kellan…

¡Kellan!

Tengo que contar a Josh lo de su embarazo cuanto antes. Debería haberlo dicho esta mañana. Esto no lo quiero manejar yo sola.

Diviso a Josh en un pasillo abarrotado, entre las clases de la tercera y la cuarta hora. Lo llamo, pero él no contesta. Está riendo con una chica de noveno. Se vuelven y se alejan caminando por el pasillo.

—¡Josh! —grito de nuevo, pero él sigue sin reaccionar. ¿O puede que me esté ignorando? ¡Una llamada de Sydney y mira lo que pasa!

Me pongo de puntillas y veo que se marchan. Al cabo de unos pasos, él le pone el brazo en la espalda. Eso no es nada propio de Josh.

—¿Emma? —dice una voz.

Una voz que conozco.

Me vuelvo lentamente me doy la vuelta. Cody Grainger se acerca a mí.