59://JOSH

Espero que Shana vuelva a reír. Me dará la oportunidad de interrumpir la conversación que tiene con Sydney. El universitario borracho que se sienta a su lado se inclina hacia delante, hace algún comentario y… ¡ahí va!

—Sydney… —digo.

Ella se vuelve hacia mí, frunciendo delicadamente los labios.

—Voy a saludar a mis amigos. Será un minuto.

Mira hacia la orilla y veo a Tyson, Kellan y Emma sentados en la arena, alrededor de una hoguera de tamaño medio.

—¿Ese que ha gritado «hola, tarado» era amigo tuyo?

—Es Tyson —contesto—. Seguro de que lo ha dicho con cariño.

—Voy contigo —dice ella. Se levanta y se sube el escote del vestido. Es innegable que esta noche está increíble.

Echamos a andar y Sydney se acerca a mí.

—No hablo de verdad con Kellan o Emma desde quinto.

—No pasa nada —digo, tanto por Sydney como por mí.

Sé que Emma se comportará, pero no puedo decir lo mismo de Kellan. A principios de semana, cuando hablaba de Sydney, la llamaba putilla.

Pasamos junto a la hoguera mayor, que congrega a unos veinte o treinta chavales del instituto. La mayoría bebe cerveza, y algunos fuman. Unas chicas saludan a Sydney cuando pasamos frente a ellas, y rápidamente se juntan para cuchichear.

Cuando nos acercamos a la siguiente hoguera, Emma tiene la cabeza apoyada en las rodillas. Me pregunto qué le habrá hecho decidirse a venir. Me saluda con una ligera inclinación de cabeza, y luego se queda mirando las llamas. Kellan está sentada a su lado, acariciándole la espalda. Tyson echa un vistazo al escote de Sydney, y luego centra su atención en mí.

—Hola —dice—. No me había dado cuenta de que ya estabais aquí.

—¿Quieres decir que eso de «hola, tarado» iba por otro? —pregunto.

Tyson sonríe y choca esos cinco.

—Gracias por haber dejado que Josh me acompañara esta noche —dice Sydney—. Sé que sois muy amigos. ¿Habéis venido todos en el mismo coche?

Emma y Kellan no contestan, pero Tyson se encoge de hombros y dice:

—Yo he venido en mi camioneta. Unos de duodécimo curso necesitaban que les ayudara con la leña.

—Entonces, gracias por contribuir a que estemos calentitos —contesta Sydney apoyándose en mi brazo.

En ese momento, capto un parpadeo de Emma.

—Es la camioneta de tu padre —le suelta Kellan a Tyson. Se levanta y se sacude la arena de los tejanos—. Dime, Josh, ¿con quién estáis esta noche?

Siento como si me retara, aunque no estoy haciendo nada malo.

—Estamos con los amigos de Sydney.

—Shana es amiga mía —aclara Sydney—, pero a los demás no los conozco. Van a Hemlock State.

Tyson echa otro trozo de leña al fuego. Kellan posa la mirada entre Sydney y yo, y se hace un silencio incómodo. No debería haberme acercado al grupo.

Al final, Sydney sonríe a Kellan.

—La última vez que estuvimos juntas fue en la fiesta de tu cumpleaños, en quinto.

Kellan echa la cabeza hacia atrás.

—¿Recuerdas eso?

Sydney asiente.

—Estábamos en el mismo equipo de lanzamiento de globos de agua.

Tyson revuelve la hoguera con un palo.

Emma se queda contemplando las llamas mientras se balancea con el mentón apoyado en las rodillas.

—No ganamos —explica Sydney—, pero acepto toda la responsabilidad. Fue un lanzamiento horrible.

Kellan sonríe.

—Estás perdonada.

Tyson se echa a un lado y da unos golpecitos en la arena.

—¿Por qué no os sentáis, colegas?

Emma se levanta.

—Voy a buscar un refresco. ¿Alguien quiere algo?

Sin esperar respuesta, se marcha caminando por la playa.