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Martin y mi madre están en la salita de la planta baja viendo la televisión, así que paso por su dormitorio para ir a ducharme. El baño de abajo es el que suelo usar yo, pero hasta que terminen las obras tengo que compartirlo con ellos.

Papá me preguntó una vez qué me parecía Martin. Estábamos paseando por la playa, durante las vacaciones de Navidad, unos meses después de que se mudara a Florida. Él recogía conchas en una bolsa de redecilla, y yo me salpicaba los pies en el rompiente de las olas. No quería quejarme de Martin delante de mi padre, por no dejar en mal lugar a mamá, y sobre todo porque papá y Cynthia están felizmente casados desde que yo tenía once años. Aunque tampoco me apetecía poner a Martin por las nubes.

—No está mal —contesté—. Mamá no se pelea con él como con Erik.

Mamá y Erik solían pelearse a grito pelado, daban portazos y uno de los dos acababa durmiendo en el sofá. Ahora que lo pienso, mamá y papá también se peleaban así. En cambio, por el momento, mamá y Martin apenas discuten.

—Eso está bien —dijo papá—. Parece que es feliz.

Se me hizo un nudo en la garganta.

—¿Podemos hablar de otra cosa? —pregunté mirando hacia la bahía.

Me doy una ducha larga, me afeito las piernas y me ato el albornoz por la cintura. Cuando vuelvo a pasar por su dormitorio, me detengo frente al retrato enmarcado que mi madre tiene en el tocador. Me hicieron esa foto en una piscina infantil cuando tenía un año. Llevo un sombrero bordado, y tengo las mejillas regordetas, los ojos redondos y unos labios diminutos, en forma de corazón.

Igual que mi bebé en Facebook.

Vuelvo a mi habitación y me arrebujo bajo las mantas pensando en Kevin Storm. Tiene un nombre perfecto. Me pregunto si llamaremos a nuestra hija Olivia. Siempre me ha gustado ese nombre, y Olivia Storm suena a alguien que se convertirá en una mujer segura de sí misma. Sé que le he dicho a Josh que no podemos apegarnos a nuestros futuros hijos porque es imposible que todos los detalles se alineen para que un mismo esperma impregne un mismo óvulo un día en concreto. Pero no puedo evitarlo.

Me pongo de lado.

Mañana pienso terminar con Graham. Y esta vez, en serio. Fue divertido mientras duró, pero ya no me imagino dejando que me bese. No desde que Josh nos vio juntos. No cuando Kevin Storm me espera en el futuro.

Siempre he dicho que no creo en el amor verdadero, pero que dejaría la puerta abierta a Cody Grainger para que un día me demuestre que me equivocaba. Como no termino casándome con Cody, quizá debería abrir la puerta un poquito más para que Kevin Storm también tenga una oportunidad.