30://EMMA

Martin deja un cuenco de avena y pasas sobre la encimera.

—Es muesli —me explica mientras coge su leche de soja—. Los suizos lo toman para desayunar, y a tu madre y a mí cada vez nos gusta más.

—Me alegra saberlo —digo.

Meto una tortita Eggo congelada en la tostadora y miro por la ventana el camino de entrada de casa de Josh. El coche de sus padres sigue ahí. Ojalá se marchen para que pueda traerlo a rastras y nos conectemos a Facebook.

Martin se instala en la mesa de la cocina.

—¿Sabes cuál es la esperanza de vida en Suiza?

Vigilo ansiosa la tostadora deseando que salga la tortita, deseando que Martin se calle y que los padres de Josh se larguen.

Mi madre entra con paso tranquilo.

—¿Estás listo? He pensado que podríamos parar en la tienda de pintura de camino al trabajo.

—Me acabo el muesli y voy —dice Martin.

Mamá deja la taza de café en el fregadero.

—Emma, ¿has llamado ya a tu padre para darle las gracias por el ordenador?

Odio el modo en que dice «tu padre». Hasta el año pasado era «papá».

—Todavía no —respondo mientras riego la tortita con sirope—. He empezado a escribirle un correo, pero aún no se lo he mandado.

—Dejó un mensaje el lunes para saber si había llegado —dice mamá—. Cuando llames, tendrías que preguntarle también por la recién nacida. Rachel debe de tener ya cinco semanas.

No estoy de humor para llamar a papá y hablarle del ordenador. Ahora mismo, todo ese asunto es demasiado raro. Por suerte, oigo cerrarse la puerta principal de Josh. Corro hacia la ventana y veo que sus padres retroceden por el caminito de entrada con el coche. Cojo el plato y el tenedor y me escabullo por la puerta.

Toco el timbre de Josh por tercera vez y escudriño por la ventana. Su mochila está en la mesita, lo que significa que todavía no se ha marchado a la escuela. Miro tras una maceta, aliviada de que no hayan cambiado de sitio la llave de repuesto. Con el plato de la tortita bailando en la mano, entro en su casa.

De la habitación de Josh sale una música muy alta.

—¿Josh? —llamo desde el pie de la escalera.

No contesta.

No he pisado esta casa desde diciembre. Fue unas semanas después de que Josh intentara besarme, y apenas hablamos. Mi madre me dijo que iba con Martin a casa de los vecinos a cenar y a ver la tele y me autoinvité, con la esperanza de encontrar el momento de poder hablar con Josh. Sin embargo, él se zampó la comida en tres minutos y se fue volando a su habitación.

La pared que hay junto a la escalera está forrada de arriba abajo con retratos de Josh y David a todas las edades, en el colegio y posando con unos cortes de pelo horribles. Incluso hay unos moldes de sus manos en arcilla junto a mechones de rizos de recién nacido.

Doy un mordisco a mi tortita y llamo a la puerta de Josh. En el interior retumba la canción «Walking on Sunshine».

A través de la puerta oigo a Josh cantar.

—And don’t it feel GOOD!

Giro el pomo de la puerta, abro y…

¡Está haciendo sentadillas con unos calzoncillos blancos de algodón! Tiene el pecho fibrado, pero… ¿calzoncillos de algodón?

—¡Emma!

Me río a carcajadas y Josh arranca la sábana de la cama y se la envuelve en la cintura.

Se ha puesto completamente rojo.

—¿No te han dicho que hay que llamar primero?

—He llamado —digo marcando el ritmo con la cabeza—. La pregunta del millón es: ¿no has oído hablar de los bóxers?

Josh coge un par de pantalones y se los pone por debajo de la sábana.

Doy otro mordisco a la tortita y contemplo su habitación. Está como antes, con ropa por el suelo, un póster de Tony Hawk sobre la cómoda y Cindy Crawford encima de la cama. Hay un bote de rotuladores, y unas viejas ruedas de monopatín en el suelo. La única diferencia que aprecio son las mancuernas. Son herencia de su hermano, pero, desde que David se marchó, han permanecido bien guardadas en su armario. Ahora, en cambio, están en el suelo, en medio de la habitación.

—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunta mientras se pone la camiseta por los brazos.

—Necesito que vengas a casa y entremos en Facebook —digo—. No puedo dejar de pensar en Kevin Storm. Y ayer vi una foto de cuando yo era pequeña que se parece tanto a…

—Vale —dice Josh—. Ve yendo.

—¿Sin ti? ¿No te preocupa que destroce tu futuro?

—No vuelvas a llamar a Jordan Jones, y no intentes buscar el número de Kevin Storm. Iré cuando termine aquí.

Me fijo en que el teléfono está en el suelo, en el único trozo libre de moqueta sin ropa ni revistas. Me pregunto si Sydney le habrá llamado ya.

Casada con Kevin Storm

Hago clic sobre su nombre, pero no pasa nada. Vuelvo a intentarlo. ¡Nada! El nombre de Kevin no está resaltado en azul, por eso supongo que no tiene una página en Facebook.

Miro la pantalla para ver lo que he escrito en este futuro.

Emma Nelson Storm

No me canso de ver Glee.

Hace 9 horas · Me gusta · Comentarios

Kathleen Podell Netflix por un tubo, cariño.

Hace 9 horas · Me gusta

Emma Nelson Storm Netflix + Glee = mi vida

Hace 8 horas · Me gusta

No sé de qué estoy hablando, pero si Netflix más Glee es igual a mi vida, espero que sean cosas buenas. Sigo bajando con el cursor.

Emma Nelson Storm

Preparo el almuerzo de los chicos. Se están adaptando poco a poco a la nueva escuela, pero todavía me siento culpable por haberlos cambiado a mediados de curso.

Ayer a las 7.01 · Me gusta · Comentarios

«¿Chicos?» Le dije a Josh que no nos apegáramos demasiado a nuestros futuros hijos, pero cuesta creer que nunca volveré a ver las mejillas regordetas de Olivia.

Emma Nelson Storm

¡A Luke se le ha caído el primer diente! ¿Cuánto deja ahora el ratoncito Pérez?

20 de mayo a las 16.25 · Me gusta · Comentar

Seis personas han hecho un comentario: desde «¡Felicidades, Luke!» a «Ni idea… ¿un dólar?». Ahora bien, el último comentario es el que me llama la atención.

Kellan Steiner Lindsay ya tiene catorce años, así que lo del ratoncito Pérez me queda muy lejos. ¡Lo siento!

20 de mayo a las 19.12 · Me gusta

Tengo la tentación de hacer clic en el nombre de Kellan, pero, como he prometido a Josh que solo buscaría a Kevin Storm, me obligo a quedarme en mi propia página. En general, hablo de mis hijos y de Netflix, que parece ser una manera nueva de ver películas.

Emma Nelson Storm

Kevin ha salvado una vida hoy. No volveré a conectarme mientras conduzco. No os preocupéis… estoy escribiendo en un semáforo.

17 de mayo a las 19.18 · Me gusta · Comentar

¿Llevo un ordenador en el coche? Josh va a flipar cuando lo oiga. Y si Kevin ha salvado una vida, a lo mejor es médico. O sanitario. ¡O bombero! Estaría guay, porque los bomberos tienen un cuerpazo…

Leo los comentarios de varias personas que felicitan a Kevin. El hombre de la octava foto tiene el pelo gris y… ¡es mi padre!

Dale Nelson

¡Deja el teléfono en el bolso, cariño! Besos a toda la familia.

17 de mayo a las 20.03 · Me gusta

Se me llenan los ojos de lágrimas. Ver el nombre de mi padre hace que le añore muchísimo.

Josh Templeton

Gracias por el toque de ayer, Em. MÁS TE VALE no haberlo mandado mientras conducías. ¡Hola, señor Nelson!

17 de mayo a las 20.18 · Me gusta

Dale Nelson

¡Me alegro de verte, señor Templeton! Emma me ha dicho que tu familia y tú estáis muy bien.

17 de mayo a las 20.31 · Me gusta

Emma Nelson Storm

¿Qué es esto, un reencuentro? Josh, saluda a Sydney y a los gemelos de mi parte.

17 de mayo a las 20.52 · Me gusta

No sé qué es un «toque», pero no puedo evitar sonreír. Las otras veces que hemos mirado en Facebook, el nombre de Josh siempre estaba en la categoría de «Amigos», pero no intercambiábamos tantos mensajes como ahora.

De repente, me llama la atención algo que no había visto. Voy al comentario que Kellan ha escrito sobre el ratoncito Pérez y me inclino hacia delante para ver de cerca su retrato. Tiene el pelo igual, largo y negro, y la misma sonrisa ladina. Lleva una camisa negra y unos pendientes de plata largos. Josh no está aquí, pero esto es demasiado importante para pasarlo por alto. Necesito mirar la página web de Kellan.

Hago clic sobre su foto.

Lo último que ha escrito es de febrero.

Kellan Steiner

Lindsay se va en avión a ver a su padre este fin de semana.

¡Su primer viaje en solitario!

23 de febrero a las 14.09 · Me gusta · Comentar

Catrina McBride

Sé que la echarás de menos, pero disfruta del tiempo libre. ¡Las mamás solteras lo necesitan!

27 de febrero a las 18:53 · Me gusta

Dentro de quince años, Kellan será una madre soltera con una hija de catorce años. Eso significa…

Llaman a mi puerta. Hago clic para retroceder hasta mi página.

Josh sonríe y entra con paso tranquilo.

—Eso se conoce como «llamar». Y no es que sea asunto tuyo, pero te alegrará saber que ahora llevo bóxers.

Sonrío levemente. Lo único que tengo en la cabeza es si cuento a Josh lo de Kellan. Debería, pero no quiero crear más arrugas que puedan arruinar alguno de nuestros futuros.

Josh se inclina por encima de mi hombro y mira la pantalla.

—¿Qué tal están las cosas esta mañana?

—¿Ahora o dentro de quince años?

—Dentro de quince años —dice—. ¿Cómo están los Storm?

—Estamos bien —respondo.

Josh señala la pantalla.

—¡Mira! ¡Estoy hablando con tu padre! ¿Y vuelvo a tener gemelos?

Me levanto de la silla.

—Puedes entrar en tu página si quieres. Tengo que terminar de recoger para ir a clase.

Josh se sienta en el ordenador y yo voy al dormitorio de mi madre. Cierro la puerta y me desplomo a los pies de su cama. Si Lindsay tiene ahora catorce años y faltan quince para Facebook, Kellan debe quedarse embarazada durante los próximos meses.

Si es que no lo está ya.