Capítulo 5 UN PISO EN LA GRAN VÍA

En Madrid me esperaba un panorama poco estimulante. Expedientado en la Diputación, sabía que no volvería a trabajar en ella, y por ello pesaba sobre mí la incertidumbre laboral. Pude reanudar mis actividades profesionales particulares. Los hermanos Santos Díez, amigos generosos, me habían guardado el puesto en su empresa, y a él me reincorporé. Por lo demás, gentes supuestamente amigas que se cruzaban conmigo se cambiaban de acera para no saludarme y otras que creía poco afines venían a mí para testimoniarme su apoyo. Cosas de la condición humana.

Había sido una experiencia impactante, aleccionadora en muchos sentidos, amarga en otros. En el tiempo anterior y posterior a mi confinamiento, mientras reanudaba la vida familiar, laboral y política en Madrid, hubo acontecimientos relevantes.

A principios de la década de los sesenta, antes de Múnich, mandamos una carta al presidente Kennedy firmada por Gil-Robles, Ridruejo, Tierno, Menchaca, Prados Arrarte, Ruiz-Navarro y yo mismo, entre otros. Le decíamos que los demócratas españoles esperábamos que se aclarase la actitud estadounidense respecto a la España no franquista. Fue publicada en la revista Ibérica de Nueva York el 15 de enero de 1961, y decía: «Nosotros deseamos permanecer en el mundo libre y por ello creemos que es un peligro mantener a España bajo formas de gobierno no democráticas, ya que si esta situación sigue mucho tiempo más las condiciones pueden cambiar tanto que seamos inoperantes para movilizar la opinión pública en el sentido deseable [...]. Evidentemente, los asuntos internos de los países deben ser resueltos por sus ciudadanos y no por presión extranjera». La carta fue manipulada por el régimen para provocar su rechazo. Se nos acusó de buscar la injerencia extranjera en los asuntos de España, reproche que se nos hizo incluso en el ámbito del Colegio de Abogados de Madrid.

Otro hecho importante fue la huelga de los mineros asturianos de 1962, que aunque no tenía presencia en los censurados medios de comunicación, muchos seguíamos con atención. Ante ella Democracia Social Cristiana no tomó una actitud oficial, entre otras cosas porque en aquellas circunstancias no era una organización bien estructurada, como lo son ahora los partidos, sino una entidad difusa. Sin embargo, muchos de los miembros de la Democracia Social Cristiana apoyamos a los mineros en sus reivindicaciones. Y desde luego afrontamos con mayor energía el otro grave episodio de aquellos tiempos, que fue el fusilamiento del dirigente comunista Julián Grimau. Nos opusimos a que se cumpliera aquella pena de muerte, como luego haríamos en el proceso de Burgos. Firmamos escritos, por ejemplo del Colegio de Abogados, con la rúbrica de Gil-Robles, y expresamos nuestra protesta; pero debo reconocer que tampoco hicimos demasiado ruido. Fue una actitud mantenida en los límites del partido y exteriorizada de una forma muy prudente.

La España que soñé
titlepage.xhtml
sec_0001.xhtml
sec_0002.xhtml
sec_0003.xhtml
sec_0004.xhtml
sec_0005.xhtml
sec_0006.xhtml
sec_0007.xhtml
sec_0008.xhtml
sec_0009.xhtml
sec_0010.xhtml
sec_0011.xhtml
sec_0012.xhtml
sec_0013.xhtml
sec_0014.xhtml
sec_0015.xhtml
sec_0016.xhtml
sec_0017.xhtml
sec_0018.xhtml
sec_0019.xhtml
sec_0020.xhtml
sec_0021.xhtml
sec_0022.xhtml
sec_0023.xhtml
sec_0024.xhtml
sec_0025.xhtml
sec_0026.xhtml
sec_0027.xhtml
sec_0028.xhtml
sec_0029.xhtml
sec_0030.xhtml
sec_0031.xhtml
sec_0032.xhtml
sec_0033.xhtml
sec_0034.xhtml
sec_0035.xhtml
sec_0036.xhtml
sec_0037.xhtml
sec_0038.xhtml
sec_0039.xhtml
sec_0040.xhtml
sec_0041.xhtml
sec_0042.xhtml
sec_0043.xhtml
sec_0044.xhtml
sec_0045.xhtml
sec_0046.xhtml
sec_0047.xhtml
sec_0048.xhtml
sec_0049.xhtml
sec_0050.xhtml
sec_0051.xhtml
sec_0052.xhtml
sec_0053.xhtml
sec_0054.xhtml
sec_0055.xhtml
sec_0056.xhtml
sec_0057.xhtml
sec_0058.xhtml
sec_0059.xhtml
sec_0060.xhtml
sec_0061.xhtml
sec_0062.xhtml
sec_0063.xhtml
sec_0064.xhtml
sec_0065.xhtml
sec_0066.xhtml
sec_0067.xhtml
sec_0068.xhtml
sec_0069.xhtml
sec_0070.xhtml
sec_0071.xhtml
sec_0072.xhtml
sec_0073.xhtml
sec_0074.xhtml
sec_0075.xhtml
sec_0076.xhtml
sec_0077.xhtml
sec_0078.xhtml
sec_0079.xhtml
sec_0080.xhtml
sec_0081.xhtml
sec_0082.xhtml
sec_0083.xhtml
sec_0084.xhtml
sec_0085.xhtml
sec_0086.xhtml
sec_0087.xhtml
sec_0088.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_000.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_001.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_002.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_003.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_004.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_005.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_006.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_007.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_008.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_009.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_010.xhtml