61

<Declaración de amor>

Llamada del amante-cantor a la amada para que le escuche y le conceda su amor. Según P. Dronke[52] en este poema se advierten diversos tópicos amorosos de los Minnesinger, como la dama dominante, el cantor sometido y la alegría del amante ante la sonrisa de la amada con todo lo que puede significar. Junto a ello destacan las numerosas referencias al mundo clásico. Secuencia con estrofas rítmicas variadas y con tendencia a rima reiterativa.

1a

¡Si el coro de las Piérides[53] inspira a alguno,

que no ceda al ocio anacreóntico[54] en absoluto!

A la cítara de Febo[55] me considero igual

en el dulce néctar primaveral.

1b

A la que antes que a cualquier otra obedezco

† esa puede llenar mi vida o matarme de tedio,

† mas ella prefiere sin comparación

este íntimo honor.

1c

La desolación del invierno a su término llega.

El nacimiento de las flores a todos alegra,

quienes conocen a la diosa del amor

la aplauden con fervor.

1d

Por Júpiter, que nunca estuve tan ufano

de esperar, según creo, ser amado;

una buena esperanza y una fecunda vida

es lo que sin cesar me vivifica.

2a

Tu rostro[56] virginal

con su sonrisa me domina,

por eso ahora la polilla

de la tristeza se muere,

el dolor desaparece

y el temblor se desvanece.

2b

A la que tanta excelencia,

admirable complacencia

y fecunda largueza

sonríen por igual

y de manera general,

a ésa es a la que deseo amar.

3

¡Que nadie se extrañe de la eminencia

de una dueña de tanta grandeza,

que a mí de sus palabras con la fuerza

me hizo más docto que antes

otorgándome su largueza!

4a

¡Tu belleza

supera

la del bello Absalón[57]

y es de tal suerte

que no parece

de mortal condición!

4b

¡Conmigo sólo, doncella,

no quieras

ser reservada!

Te pido tu entrega

para encontrar tregua

en situación tan desesperada.

5

Espero tus nuevas:

¡Acaba con la tristeza que en mí observas,

de la luz del mundo belleza,

oh veneranda Helena[58]!

6a

Apolo quedó maravillosamente cautivo

cuando a Dafne[59] contemplaba,

así mi amor se ha limpiado

liberándose de cosas pasadas[60].

6b

A un auténtico imán recuerda

esta maravillosa joven perfecta,

con su atractivo a menudo me domeña

la gracia que parte de ella.

6c

Del hijo de Príamo[61] se recuerdan

sus admirables gestas,

que gloriosamente hizo la guerra;

pero inferiores resultan mis fiestas[62].

7

Cuando el amor florece

no hay llanto ni desazón,

pero más mi razón teme

† la dilación en satisfacer mi amor[63].

¿Qué puedo hacer yo?

8a

¡Tú, de gracia llena,

envía consuelo

a mi ánimo enfermo,

tú que eres mi riqueza,

la flor del amor,

de apasionado corazón!

8b

¡De los amantes querella,

a ti, cuanto quieras

deja que te alabe!

Nada hay a ti igual,

hogar sin par,

alegría desbordante.

9a

Cuando te vi por vez primera,

me incendié de los pies a la cabeza;

desde entonces mis penas

permanecen sin final.

¡Libérame tú con suavidad

de lo que me has hecho sin piedad!

9b

† Es ésta una cruel suerte

y no es más dura la muerte.

¿Es que el camino de mi vida

sigue la senda debida?

La que con el Sol comparo

rechaza a su tierno enamorado.

10

Reconozco que mi corazón enamorado

lo tiene ella bien atado;

según su voluntad moviéndome

y a sus deseos sometiéndome,

me tengo por buenaventurado.

11a

Otra mejor ninguna

ni con más dulzura

podría encontrar,

si la que elegí

quiere cumplir

mi ley conyugal[64].

11b

Más amaría,

más desearía

el don de su palabra

que si de la tierra

† feliz a la fuerza

la corona me donaran.

12

………………………………………………..

………………………………………………..

……………………………………………….

……………………………………………..[65]

13a

Pero antes tengo que loar

tu sonrisa radiante,

que para mí significa

Júpiter[66] favorable.

13b

Mas si ella no consiguiese

estar dispuesta a amarme,

le ruego piadosamente lo que conviene:

que pueda soportarme.

13c

Mas si entre nosotros tú, Discordia,

según tu costumbre las cosas aprestas,

cambiaré el tenor sin dilatoria

de mis anteriores promesas.

14

Así pues, tú que más que las estrellas brillas,

¡mírame, si quieres que yo viva!

pues ahora las flores cobran vida;

con tu promesa yo me consolaría

¡dame una alegría!

Carmina Burana
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