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<La belleza de la amada>
En la primavera, la amada está bellísima, lo que da pie para la descriptio puellæ. Sólo falta que ella conceda su amor al poeta cantor. Estrofas rítmicas de cuatro versos monorrimos.
1
La tierra de variadas flores se envuelve
y la llegada de la primavera en todo se advierte,
filomena[426] dulcemente cantando se siente
y así la crudeza del invierno perece.
2
Rubicundas sus mejillas, la melena separada
enmarca su frente ligeramente inclinada.
Todo su rostro brilla; feliz y afortunada
la que de tantas excelencias está adornada.
3
Estrecha de cintura, como es norma,
supera ella al bálsamo en su aroma.
¡Feliz quien comparta la cama de tal moza!
Éste igualará a los dioses en gloria.
4
Cuando se muestra sonriente,
mantiene sus cejas a distancia igual y conveniente.
Su boca, como si lo pidiera, al beso invita.
¡Socórreme, que me muero, señora mía!
5
Herido gravemente, no me puedo curar,
nada en la vida esperanza me puede dar,
si antes que a otros no me quieres consolar,
tú que vences a todas por tu belleza singular.