Epílogo

16 de noviembre

Salieron de la mano de Zuider Kerk y bajaron por el canal de Nieuwmarkt. Hacía frío y marea alta de invierno. Miró la superficie del agua, flotaban maderas, latas y mendrugos de pan hinchado. El agua estaba turbia por los restos químicos de las fábricas. Un aroma a café quemado salía por el respiradero de uno de los barcos cubiertos de escarcha. Llevaba un vestido satinado gris azulado debajo del abrigo y un ramo de lilas. Lo apretaba con la mano fría. Él caminaba canturreando a su lado, vestido con un traje que le quedaba estrecho. En los pies llevaba los zapatos negros de charol.

—Imagínate que se pueda vivir en los barcos del canal todo el año, y que estemos casados —hacía diez minutos que era Lilly Aniela Soma. Era un nombre bonito. Y Morris había dicho que se ocuparía del bebé que llevaba en la tripa como si fuera suyo. Pero el niño no tendría su color de piel. El niño sería blanco como ella.

—Canta algo —dijo ella. Pasaron por una cristalería con estrellas de cristal en la ventana. Un camión pequeño dejaba caer bloques de hielo sucio en el canal.

Él rió mirando los fríos rayos de sol que caían como dedos sobre el asfalto.

—¿Por qué no, Morris? Se te da bien cantar —apretó su mano grande—. ¡Y pensar que vamos a vivir en un barco!

—Tú no pasar frío —dijo mirando su cabello que tenía hebras de escarcha en las puntas.

—No tengo frío. Nunca volveremos.

—No —dijo él—. No nos gustar nieve, invierno no nuestro tiempo.

Lilly pensó en la playa, en la arena y las conchas. Pensó en las cagadas de ratón, el agua con jabón y los trapos sucios. Y en las gaviotas que se tiraban de cabeza. Pensó en Morris que había ido al área de descanso y dejado el vestido y las bragas en el lugar donde ocurrió todo, debajo de los helechos, cerca de las matas de fresas, mientras ella se escondía en la vivienda del contenedor. Tomó algo de ropa prestada y cogió el autobús a la obra en la que trabajaba su hermano. Morris vino detrás. Luego se fueron a los Países Bajos. La vida seguía. Los minutos, las horas y los días. La cronología del año era primavera, verano, otoño e invierno. Había llegado el invierno.

—Tal vez el invierno sea nuestra época, Soma. Tal vez sea justo eso —dijo Lilly, tirando al agua el ramo de novia de las flores blancas. Las flores se quedaron flotando un poco, antes de que la corriente las llevara hacia el vaho que surgía de uno de los barcos.