Unas nubes de color metálico pasaban bajas sobre las copas de los altos árboles. Lilly Rudeck caminaba por el sendero de grava hacia la gasolinera abierta 24 horas que estaba en el cruce. No se sentía bien y había descartado bañarse ese atardecer. Tenía miedo a las tormentas. El aire llevaba corrientes eléctricas. Tenía puestos los zapatos rojos y el vestido de flores. Sabía que era una tontería ir a la gasolinera, podía conseguir las mismas cosas en el camping. Helado, refrescos y revistas. Pero estaba el hombre de tez oscura. Le había sonreído de una manera muy especial la última vez que pasó por allí. Pero cuando se dio la vuelta después de un momento, su expresión había cambiado.
De un cedro colgaba un globo rojo que alguien había olvidado quitar. Eran casi las once y media. Empezó a caer una lluvia ligera. Si se mojaba, seguro que se pondría enferma. Y entonces ¿quién haría su trabajo?
Los coches pasaban a gran velocidad por la carretera principal. En la cuneta había un camión detrás de un coche azul con una rueda pinchada. Echó un vistazo a los contenedores vivienda que había detrás de la gasolinera. Estaba lleno de desperdicios y carretillas oxidadas que habían dejado los albañiles.
En el interior de la gasolinera el aire acondicionado vibraba a tope. Aun así, el aire estaba saturado de olor a patatas fritas, el calor del aceite y el tufo a frito de las hamburguesas. El hombre de color estaba tras el mostrador. Tenía perlas de sudor en la frente. Lilly Rudeck le contempló. Debía proceder de un país africano. Le veía de perfil. Un hombro rotundo, un cuello musculoso, cabello negro corto, nariz ancha. Boca grande. Adivinó que estaba a finales de la veintena, o estrenando la treintena. Pidió un helado de chocolate, pero no le miró mientras pagaba, y se acercó a la tragaperras de la esquina. Nunca jugaba. Sólo se quedaba mirando los colores y las luces y escuchaba su sonido. A través del ventanal vio a Julie y Shira cruzar la carretera. Julie giró el rostro hacia Shira y, por un instante, Lilly vio que tenía miedo.