En verdad había una habitación más allá de su cuarto. Lilly había conseguido forzar la cerradura. No era ningún gran cerrojo, sólo uno normal, como en cualquier vivienda corriente. Consiguió abrirlo con una horquilla. Olía a la madera de los viejos tablones de las paredes. Dos moscas gordas zumbaban junto a los listones del suelo.
La habitación era pequeña, como un desván o un cuarto de contadores. El armario gris de los diferenciales de la luz ocupaba una pared casi entera. Sobre él había una bombilla desnuda que salía casi en vertical de la pared. Lilly no vio ningún interruptor para la luz. Eso explicaba que la luz estuviera siempre encendida. El único mobiliario era una silla. Tampoco cabía nada más. Oyó pasar a alguien hablando y riendo por algo divertido. Escuchó un momento, esperó a que hubieran desaparecido para subirse a la silla. Un pequeño altillo cubría la mitad de la habitación. Entonces vio la rejilla de ventilación inmediatamente. Entre las lamas blancas se había acumulado polvo y suciedad. Pero no era eso lo que impedía el paso de la luz. En el minúsculo habitáculo había claras huellas en el polvo.
Lilly pensó en el pueblo del que procedía. No quería volver allí, tampoco a los barracones de la fábrica, al cementerio, a la alta valla de hierro…
Abrió los ojos cuando oyó un débil ruido que se arrastraba. La sangre latía en su cuello. Ahora podía seguir sus movimientos, ahora que sabía qué aspecto tenía la habitación. Escuchó el sonido de sus pasos cuando subía a la silla y se arrastraba por el altillo.
Estaba completamente vestida bajo el delgado edredón de verano. ¿Quién podía ayudarla? No tenía ningún lugar adonde huir. La sombra se acomodó tras el respiradero. Subió el ligero edredón de verano hasta su garganta y se puso de lado. Se quedo tumbada mirando fijamente a la pared. Escuchaba. Oía la respiración, los ruidos tras la rejilla. El silbido, primero débil, luego más fuerte. Los labios que formaban un pasadizo, los músculos de la boca que se contraían. La mandíbula, la lengua, los suaves gemidos. Los sonidos de la nuez al tragar.