El móvil sonó cuando pasaba junto al parque de atracciones Tusenfryd. Marian Dahle se ajustó el auricular a la oreja, dijo hola y echó un vistazo al parque cerrado. Veía la silueta de la noria contra el cielo gris oscuro. Era Julie Thyvik.
—¿Te acuerdas de mí? —empezó—, soy yo la que… el retrato robot y…
—Claro que me acuerdo de ti, Julie —dijo Marian mirando por el retrovisor—. ¿Todo bien?
—Sí, me dieron tu número de móvil cuando yo y Shira fuimos a la comisaría.
—¿Ah, sí? —Marian notó que su pecho se contraía—, cuando hablaste con Asle y Tony…
—No es seguro que esto sea importante —siguió la clara voz de la chica—, pero acabo de pasar por Rødvassa dando un paseo con mi perro y… Seguro que es una tontería, pero la luz estaba encendida en la recepción. Casi no se veía porque las cortinas estaban echadas. Lo digo porque como todavía no le habéis encontrado y sigue en búsqueda… Quiero decir, el hermano de Ewald Hjertnes.
Cato Isaksen veía su rostro reflejado en el cristal oscuro. Escribió una respuesta a la reclamación de los archivos de la oficina de Kristinehamn, diciendo que todavía estaban trabajando en el caso, que los devolverían cuando el caso estuviera cerrado y que habían sido retirados de forma reglamentaria. Entró un sms en su móvil. Era de Marian. ¿Dónde estás? ¿Estás aún en la oficina? M.
Tecleó una respuesta: Ya te dije que me iba a quedar trabajando. Tras medio minuto entró otro. El pitido se alojó en su oreja. Voy de camino a Fredrikstad, al cursillo para perros de Birka. Me ha llegado un aviso de Julie Thyvik. No será nada, pero luz en recepción de Rødvassa. Cato Isaksen lo leyó rápidamente, se incorporó cogió la chaqueta que colgaba del respaldo, y salió del despacho mientras tecleaba la respuesta. Voy para allá, espera junto a la gasolinera. En el pasillo tropezó con Irmelin Quist. Ella sonrió.
—Estoy trabajando unas horas extra. Tengo que ordenar un poco todos los expedientes que Marian Dahle… Tienes prisa, por lo que veo.
Cato Isaksen asintió distraído con la cabeza. Intentó sonreír. Se apresuró hacia el ascensor.
—No te olvides de recoger las dalias antes de que lleguen las heladas —gritó tras él.