Las cartas de color rosa estaban frente al él, sobre el escritorio. Las había anhelado, como correo extraviado. Con manchas y sucias por el borde. Eran huellas de Astrid Wismer, pensó. Huellas de lágrimas y dedos intranquilos. Leídas una y otra vez. Línea a línea, letra a letra, pena por pena. Un insecto se arrastraba por la superficie de la mesa, pasó sobre las cartas. Con un ala rota. Cato Isaksen se levantó, cogió la carta y se aproximó a la ventana con ella. Tiró el insecto por la pequeña rendija, se acercó a la silla y se sentó de nuevo. La locura que destilaba este caso absurdo surgía con una claridad terrible.

Kristinehamn, 5 de septiembre de 1972

Querida mamá:

¿Recuerdas cuando era pequeña que me despertaba por las noches y me iba con vosotros y decía que tenía miedo del ángel oscuro? ¿Sabes mamá?, ahora mismo siento que el tío Oluf es el ángel oscuro. ¿Por qué no puedo sencillamente regresar a casa? La tía Karin es buena, pero quiero volver a casa. ¿Por qué tienen que decidir el tío Oluf y papá que tengo que quedarme aquí? Vamos a la iglesia todos los domingos. Le rezo a Dios. ¿Pero para qué sirve? ¿No puedes sencillamente venir a buscarme? No fue culpa mía que me violaran. No estoy tan preocupada por desearle la muerte y una condena eterna a Lennart Hoen. Sólo quiero recuperar mi vida de antes. ¿Qué más da que le condenen por violación o por asesinato? Papá necesita ayuda para sus problemas mentales. ¿Puede ser digno de castigo el equivocarse? ¿O es que, si nos arrepentimos ahora y vuelvo a casa, si la policía llega a saber que he vivido en Suecia en casa de mis tíos, papá irá a la cárcel? ¿Es así mamá? ¿O iríamos a la cárcel los tres? El tío Oluf me ha conseguido una amiga. Pero es muy rara. Fuimos de paseo al bosque y el tío nos hizo una foto. Se llama Britt Else. Pero tengo miedo, mamá. Hay algo que no te he contado por teléfono porque el tío Oluf y la tía Karin oyen todo lo que digo. Estoy embarazada. El niño es de Lennart Hoen. Cuando me despierto por la noche, lloro. Tú eres la única que puede salvarme ahora. La única. ¿Qué podemos hacer mamá?

Hanne

Kristinehamn, 15 de febrero de 1973

Querida mamá:

He sentido mucho saber que la abuela ha muerto. Pobre abuela, ella que me quería tanto. Britt Else ha venido a vivir aquí. Es rara. Está siempre tumbada en el sofá. Está muy pálida. Dicen que está enferma. La tía duerme a su lado, en un colchón en el suelo, para que no se pasee por la casa de noche. Le pregunté al tío Oluf si Britt Else no va a volver pronto al hospital. Dijo que el departamento ha sido clausurado y que Dios le ha encargado ocuparse de ella. La tía Karin es buena. Hoy puso su mano sobre mi tripa y sonrió. Se sonrojó, y de pronto parecía joven. Pero es todo tan triste aquí, mamá.

Hanne

Kristinehamn, 4 de marzo de 1973

Querida mamá:

Tengo miedo. Ayer, un poco después de las cinco, murió Britt Else tumbada en el sofá. Huele raro en la casa, dulce. No sabía que se podía oler la muerte. Sé que la tía Karin te ha llamado y te lo ha contado. No teníamos mucho en común, Britt Else y yo. Era muy callada y rara, y no quería lavarse ni cortarse el pelo ni nada de eso. Pero creo que nos hicimos amigas, de un modo silencioso y raro. Porque estábamos mucho tiempo dentro de casa. Britt Else se quedó tumbada en el sofá varias horas después de su muerte. El tío Oluf me pidió que me fuera a mi habitación, dijo que vendría un coche fúnebre a recogerla. Pero me quedé junto a la ventana durante horas. No vino ningún coche negro. Y sabes, mamá, esta noche el tío Oluf cavó un gran agujero en el jardín de atrás, pegado a la ventana del salón. También tuvo que apartar algo de nieve podrida. Miré por el ventanuco del cuarto de baño. Creo que la ha puesto allí, mamá. Que ha enterrado a Britt Else. Dijo que ahora, por fin, van a poner una terraza. Yo nunca antes había oído hablar de una terraza. ¿Cuándo vas a venir? ¿Cuánto tiempo tengo que estar aquí? Ayer el tío Oluf dijo que Dios no odia a este niño, sólo lo odia papá, pero no es culpa mía. ¿Por qué está papá enfadado conmigo? Me he decidido por un nombre, será Anita o Alexander.

Hanne

9 de marzo de 1973

Querida mamá:

Parecías tan triste por teléfono. Pero yo sólo me alegro de volver a casa. La tía Karin es maja, mamá. Hoy ella y yo hemos lavado a fondo el cuarto de baño. Fregado y fregado los azulejos. Y plancho para ella manteles y toallas, y las camisas y las batas de médico del tío Oluf. Dice que me ha arreglado una pensión para mí, que podré conservarla aunque me mude a Noruega, promete. Es una especie de pensión de invalidez. Entiendo que ahora me llamo Britt Else Buberg. La pensión me la darán porque tengo una enfermedad mental y no puedo trabajar. No me importa teñirme el pelo. Haré lo que sea, con tal de poder volver a casa. Y con tal de que papá no esté triste y enfadado.

Hanne

2 de abril de 1973

Para mamá:

La tía Karin dice que vosotros habéis decidido que ellos cuiden de Alexander una temporada. Pero no quiero. Le estoy dando el pecho. Es que tú no le has visto, pero es tan dulce. La tía Karin adora cuidarle. Ayer le cogió el tío Oluf. Le miró y sonrió. Sonrió de verdad, mamá. Pero dijo que pronto tendré que dejar de darle el pecho. Me asustó tanto. ¿Cuándo vendrás a buscarnos?

Hanne