CANCIÓN DE GRADOS
En los solares
vacíos del solsticio. En la luz que apostaste
a cambio de la escoria
del sobrecogimiento. Montículos de arena:
arcadas para la oración; la distancia
comprada
en tu nombre.
Tú. Y luego
tú de nuevo. Un paso
cede terreno: lo que es más
no es más: nada
ha sido nunca
suficiente. Tiendas,
armadas y plantadas: una escalera
que descansa
en un cojín de piedra: el halo
de fuego en los peldaños
verticales. Tú,
y luego nosotros. La tierra
no pregunta
por nadie.
Que así
sea. Tanto
mejor: tantas
palabras,
rastrilladas o susurradas por
tus rodillas beduinas,
no te devolverán a casa. Aun
si salieras a rastras de la piel
de tu hermano
no irías más allá
de tu aliento: ningún
ángel puede curarte
de tu nombre.
Miniaturas. Memoria
y espejismo. Allí donde
te detengas para tomar aliento
alzaremos una ciudad a tu alrededor. Por el muro
tachonado de estrellas
que crece en nuestra noche
tu alma
no volverá a pasar.