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Ascua en el labio de otro
cielo inferior, la luz no ingerida del nido
mengua y se vuelve pasto: entre el gorrión
y el pájaro sin nombre, el intervalo
es presa: humo
que ablanda los rescoldos, no ya como esa secta
de alas, donde bates, humo unido
al brillo; en la memoria del gorrión
perfecciona el sueño de las nubes.