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Los murmullos del río, la frescura.
Un resto de aflicción fundiéndose
con lo que aún no tiene nombre.
Estela de la balsa, otoño y fango. Las aguas
de la fuente se agitan y una hebra
de algas
da vueltas sobre el rancio
suero espumoso,
al tiempo que un madero claveteado
pasa dos veces ante ti,
asilo salvador en ojos
limpios al fin de dicha.