Mayo 14

Esta mañana tempranito fuimos a ver al Mocho cocinero y le dijimos: —¿Qué haría usted si se encontrara con el criminal, el Soquete?

—Lo entregaría a la policía.

—Sí, pero antes de eso.

—¿Cómo antes de eso?

—Por ejemplo, si él estuviera escondido en el colegio, después de todo, y usted se topara cara a cara con él. Y si él se le viniera encima con un enorme cuchillo, ¿qué haría usted?

—Echaría a correr, supongo. Para eso soy bueno…

—Pero mejor sería tener una pistola, ¿verdad?

—Y aún mejor sería no encontrarlo.

—Es que yo creo que lo va a encontrar —dijo Gómez, asustado.

—¿Pero por qué crees tú eso?

Yo consulté a Gómez con la mirada y él me dijo que sí con la ídem, y entonces muy en secreto le dije al Mocho lo que había pasado. El Mocho se puso pálido y soltó el canasto que llevaba. Entonces nos pescó de un brazo a Gómez y a mí y voló con nosotros donde el rector. Pero, por suerte, había salido y entonces fue donde el Padre Anselmo, que es muy santo y que no se ocupó de castigarnos sino que llamó a la policía por teléfono y todos nos quedamos esperando hasta que llegaron.

Entraron muy triunfantes con un Teniente y todo. La bodega estaba con llave y los dos con Gómez no oímos la campanilla de clase y los seguimos. Calladitos llegaron hasta ahí y abrieron la puerta de repente y gritaron con voz de trueno: «¡Manos en alto!», pero nadie se movió.

Entonces empezaron a alumbrar todos los rincones con una tremenda linterna y no había nada. El Teniente se volvió donde el Padre Anselmo un poco enojado, pero, en ese momento, otro policía descubrió un paquete en el suelo y gritó: «¡Mi Teniente!» y le pasó el paquete. El Teniente sacó su pañuelo y casi sin tocarlo, lo desenvolvió y en el paquete había un cuchillo, una caja de cartuchos sin uso y un montoncito de joyas.

Otro policía dijo entonces: «¡Por aquí escapó!», y mostró una ventanita que estaba casi tapada de sacos de papas. Y la ventanita daba a la calle.

Pero ahora Gómez y yo estamos otra vez contentos de que haya escapado, porque, cuando lo andábamos buscando, teníamos casi más ganas de no encontrarlo.