Febrero 20

Ya no tenía ni ganas de escribir porque es tanto lo que lo retan a uno en el campo que se quitan las fuerzas hasta de escribir. Javier cree que lo que pasa es que mamá se aburre como caracol con la tía Rosarito, teje que teje. La cuestión es que hasta lo de las botellas me lo refregaron ayer. Y con la cuestión de la cosecha de las papas también hubo rosca porque con Javier jugamos a que los sacos eran montañas y saltábamos por las montañas y unas montañas se rompieron y rodaron las papas hasta el comedor. La culpa es de que usen sacos tan viejos.

Ayer estábamos tan aburridos que hicimos una fogata inmensa y se llenó la casa de humo y se quemó la zarzamora y el fuego no se quería apagar porque le dio por soplar viento. Javier y yo corríamos con el balde de agua, pero se desparramaba todo y ni pensaba en apagarse hasta que llegaron Zúñiga y Soto con palas y otras cosas Lo malo fue que alcanzó a ver el fuego mamá y a la tía Rosarito le dio el ataque y mi mamá nos mandó a la cama a los dos.

Mamá llamó al papá por teléfono y nos acusó y nos vamos a ir a Santiago sin haber gozado del campo.