Enero 3

Anoche, cuando estaba durmiendo, desperté con la idea de que la Domitila se había muerto y me puse a pensar y pensar y, por último, me levanté a verla. Resulta que mi papá creyó que andaban ladrones por la casa porque una puerta se cerró de golpe y sacó revólver y todo. Dice que recorrió la casa entera y por suerte no me vio. La Domitila estaba roncando en su cama, y como yo creí que agonizaba, la desperté y ella me mandó a acostarme y me recomendó que me pusiera un paño frío en la cabeza para mis nervios. Pero no sé qué pasó que amaneció mi cama mojada y yo con tos. Y resulta que sólo después del almuerzo he tosido ya ciento ocho veces.

A lo mejor me voy a morir y, en ese caso, me gustaría que me enterraran en un cajón bien pobre y con la plata del fino le compraran chocolates a los niños pobres. También recomiendo que no me registren mis cajones y que le den alpiste a mi canario. Y que no lloren por mí, porque a lo mejor me voy al cielo.