Marzo 3

Esta mañana, cuando bajé a repartirle pan a los perros, había una mujer con cara de bruja y que los corría con un palo. Era negra y sucia y sus brazos parecían cordeles podridos. Cuando los perros se acercaban, ella los amenazaba con el palo y, cuando se iban, ella recogía el pan y lo echaba en su saco.

A mí me dio tanta rabia que le dije: ¿Por qué le roba el pan a los perros? ¿Con qué derecho?

—Con el derecho del hambre —me contestó, y tenía una cara de furia.

Entonces yo subí en el ascensor y le traje todo el pan y el queso que encontré y también un vuelto que había en la cocina. Yo sé que tengo buen corazón, pero no me gusta pensar en que soy bueno, porque me da por ser mejor y se me quitan las ganas de hacer lo que tengo gana y me da por regalar mis cosas, etc.

La mamá echó de menos el vuelto y le echó la culpa a la Domitila y se armó la pelea. Yo les dije que era yo el que lo había tomado, pero ellas ni me oyeron porque estaban furiosas. Ahora quiere irse la Domitila y resulta que es la única que me quiere y me da cosas y me consuela cuando estoy triste.