Abril 3

Ahora me deben en total $350 porque le presté al Chato Espiñeira los $100 que me dio mi papá y los $80 que me pagaron. Ya sólo me faltan $650 para tener mis mil.

Anoche se entraron a robar a la Capilla y se llevaron unos candelabros de plata y dos floreros y una lámpara que valía diez mil pesos.

Se ha armado un boche tremendo en el colegio con esta cuestión del robo y han venido unos agentes que se paseaban por todas partes.

Me estoy aburriendo de que nadie me pague, así es que a la salida de clase, esperé a Gómez y le pedí mis $90.

Se picó y me dijo que yo era un mal amigo porque cobraba los favores. Yo le dije que no eran favores sino trabajos y él soltó la risa.

—Para que veas que ninguno piensa en pagarte —me dijo, y me vino una rabia a la cabeza que le pegué una bofetada y le salió sangre de las narices.

El Padre Carlos me vio y me arrestó. Me preguntó por qué le había pegado, pero yo no le dije más que porque tenía rabia. Entonces Gómez, cuando se le paró la sangre, me vino a decir que yo era un «gran tipo». A mí se me infló el pecho y Gómez me dijo que en cuanto pudiera me iba a pagar y que iba a obligar a que todos me pagaran.

Ahora somos tan amigos que los dos nos contamos los secretos y Gómez es más amigo mío que de nadie, y eso que es el primero de la clase y todos lo siguen y yo no tengo necesidad.

Yo estoy muy contento de ganarme la vida solo y no como Javier que pide plata para las cosas de él.

A ratos me dan ganas de no cobrarle la deuda al Chato Espiñeira que es tan pobre, pero a ratos me da lástima yo mismo que trabajo a horas extras, y se la cobro. Él me ha prometido pagarme el sábado, que es mañana.

A ratos me dan ganas de hacer un gran invento y casi me viene la idea, pero resulta que no tengo tiempo. En todo caso, debe ser estupendo para los padres de uno tener un hijo genial.