Abril 12

Por fin es Sábado de Gloria y se puede hacer lo que se quiere. Ayer sucedieron tres cosas:

  1. Al caballero del departamento de al lado le dio un ataque y dicen que se puso todo azul. No me lo puedo figurar muy azul, pero la cuestión es que vino la ambulancia y se llenó el edificio de gente y a cada rato tocaban el timbre aquí, por equivocación.
  2. A la empleada nueva le salió un litro entero de sangre de narices y le pusieron una llave en la cabeza.
  3. Se quemaron los tapones del edificio y quedamos todos a oscuras y los dos con Javier aprovechamos para ser invisibles por todo el edificio. Como no había ascensor, era mucho más choro, porque en la escalera nos topábamos con viejas que resoplaban de cansadas, con empleadas rabiosas, con muchachos atléticos que subían silbando de a cuatro escalones y chocaban con nosotros y casi se mataban, y con cocineras que llevaban la comida a calentar a otra casa que tuviera cocina a gas, etc. A una le desparramamos la sopa y otra se resbaló en el desparramo y rompió la bandeja. Y a lo mejor, el caballero azul ya ni estaba azul, porque no podían verlo.