Abril 7

Estoy enfermo y me tienen en la enfermería con rubiola. Es una peste igual que las picadas de pulga, pero vino un doctor con cara de campeoncito y dijo que era esta peste. Me llama «mi amigo» y me pregunta si me gustan los soldados, pero yo no le contesto porque me gustan regular.

Me dan limonada y me prestan los álbumes de fotos que son todos iguales. El Padre rector me vino a ver y me contó un milagro. El enfermero es tan turnio que se le cruzan los ojos y es todo hecho como de goma de borrar y a cada rato uno cree que se va a borrar. Da una rabia oír jugar a los demás allá en el patio…

En el techo de la enfermería hay una arañita y una grieta que parece un río de mapa.

Me contó el enfermero que en esta misma cama se han muerto tres chiquillos: uno de peritonitis, otro de meningitis y otro de otra cosa en itis.

Gómez me mandó la Victoria en su cajita y me entretengo tanto con ella, porque a cada rato se escapa y se me pierde y cuesta encontrarla.

Dicen que mi peste es una epidemia y que va a caer todo el colegio.

Uno es bastante importante de traer una epidemia al colegio.

Dicen que hoy empieza la Semana Santa y hay que hacer sacrificios. ¡Qué más sacrificios que no poder bañarse en el mar ni ir al cine! Además, yo hago el sacrificio de reventarme con un alfiler todas las picaditas de la peste.