Mayo 11

Resulta que Urquieta me volvió a robar mi diario y me lo tuvo escondido tres días enteros. Es decir, todavía estaría escondido si yo no lo encuentro. Estaba en la biblioteca entre los libros y, si no es por Cariola que me sopló dónde estaba, se pierde para siempre.

Según me dijo Cariola, lo que le da más rabia a Urquieta es no poderme pegar, por mi pata de yeso y también que Cariola, cada vez que él salta bien, le dice que si yo estuviera sano, se la ganaría. En todo caso, a mí ya no me interesa ser campeón, porque pienso que es mucho mejor tener un circo propio y viajar con él por todo el mundo. Gómez va a ser el que doma las fieras y yo el de los caballos, el de las botellas, el de los platos en el aire y el de los trapecios. Como ahora no puedo ensayarme en los trapecios, me ensayo en los platos y el mozo de la cocina me los presta y, como son de latón pintado, no importa que se caigan. Ya los tiro tan alto que topan el techo. Pero lo bueno es hacerlo con los de loza, así es que le escribí a mi mamá pidiéndole que mañana me trajera tres.