Mayo 1

Hoy es el día del trabajo, pero no se trabaja. Y tanto no se trabaja, que ni siquiera se entierra a los muertos, así es que al señor Azul lo van a enterrar mañana. Yo le pedí a un cabro que ya había traído tres coronas, que me dejara entrar esa última y por fin conseguí ver la cara del muerto. Apestaba a flores calientes y a gente de luto y cuando entré mi corona con mi pata tiesa, un caballero me la quitó de las manos y me dio cinco pesos. El caballero tenía la nariz bastante colorada, seña de que había llorado. La casa del muerto tenía un barómetro de esos estupendos.

Resulta que el cabro de la corona me estaba esperando afuera y me pidió la propina.

—Dame cuatro pesos y yo te doy esto —le dije—. ¿Por qué le voy a dar cuatro pesos? Los cinco pesos son míos. —No, señor. Son míos. Yo entré la corona. Y además, que los cuatro son por mi pierna coja—. Eso no lo sabes tú. Yo traje la corona y la propina es mía. —Entonces voy a entrar a buscarla y tú la llevas. A ver si te dan $5

—Le dije

Nos pusimos a discutir y alguien nos hizo callar. Entonces entramos a mi casa para seguir discutiendo y, de repente, nos agarramos y yo me caí al suelo y no me pude parar más y el cochino se llevó sus cinco pesos. Pero me las va a pagar y a la otra corona que traiga le voy a hacer una zancadilla con el paraguas de mi papá.

Resulta que el cabro ése no volvió más, pero vino otro que se hizo bien amigo mío y tomamos té juntos en la cocina. El trabaja en una florería que se llama Fleur de Lys y tiene letras de oro en la gorra. Tiene 8 hermanos y los convidé a tomar té mañana, porque es terrible vivir solo en un departamento. Se llama Jacinto Soto y su papá es Presidente del Sindicato. Me prometió traerme un kilo de cemento y unos ratoncitos recién nacidos que él tiene.