Abril 15

Ya estamos de nuevo en el colegio. Cada vez que me hacen escribir en el pizarrón, se me ponen los pelos de punta y no sé cómo se me destemplan los dientes cuando casi no tengo ninguno. También se me muerde la lengua y me carga.

Cifuentes me dijo que su hermana Rosa quería pololear conmigo, pero yo le contesté que a mí no me gustaban las mujeres, porque son muy cobardes. De todas maneras, cuando vengan las visitas el domingo, me voy a fijar si es fea o bonita. Cifuentes dice que a todos les pasa lo mismo al principio y después resulta que es lo más entretenido pololear. Yo creo que cuando Cifuentes sepa que voy a ser pirata no va a tener ganas que me case con su hermana. También me dijo Cifuentes que Cariola se reía de mí. Cifuentes es muy chismoso; pero si no fuera por los chismosos uno ni sabría lo que dicen de uno.

Por fin esta mañana me resultó el salto y no voy a parar de saltar hasta que haga un salto completamente mortal.

Javier ya no se mete conmigo, porque dice que no soy su tipo y no le gusto. Dice Cifuentes que Javier tiene una polola estupenda y que le escribe cartas. Pero yo no lo creo, porque Javier es muy hombre.

Ahora no me puedo dormir de puro hambriento, porque a la comida tocó pescado, y me revienta, así es que se lo di a Gómez. Cada vez que hay pescado, me acuerdo de mi criadero y no puedo comerlo. Y cuando uno tiene tanta hambre, no se puede dormir. ¡Qué diría mi mamá si supiera que su hijo no se puede dormir de hambre!

Voy a tratar de dormir otra vez.

Hacía mucho tiempo que no veía fantasmas, pero ahora acabo de ver uno. No puedo contarlo, porque los chiquillos sólo creen en lo que ellos ven y además los fantasmas no se le aparecen a todo el mundo sino a los que creen en ellos. Este fantasma no me dio terror: era un fantasma de confianza. Se acercó a mí y me dijo al oído: «Papelucho, tú serás famoso algún día», y se desvaneció. Entonces yo le recé tres Padrenuestros por su ánima y le pedí que volviera mañana a las doce del día, porque la noche es para dormir.