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Ciudad de Solaris, Solaris VII

Marca de Tamarind, Mancomunidad Federada

29 de abril de 3056

Tormano no hizo esfuerzo alguno por ocultar su sorpresa cuando Kai entró en su despacho.

—Hace tiempo que lo espero, sobrino. La Taizai aterrizó hace cuatro horas.

—Hay muchas cosas que deben tenerse en cuenta después del aterrizaje, tío —dijo Kai con una expresión que desorientaba a Tormano. Su padre adoptaba la misma expresión—. Las cosas van a cambiar, Tormano.

—¿De verdad? ¿Los cambios incluyen la contratación del personal que sus matones asesinaron en mi finca? —preguntó antes de detenerse para ver la reacción de Kai, pese a que éste parecía no haberlo oído—. Debo reconocer que me equivoqué al encarcelar a la doctora Lear y a su hijo después de haberle entregado la holografía. Lo haré mejor la próxima vez.

—No, tío, no habrá una próxima vez —dijo Kai caminando hacia el interior de la habitación mientras la examinaba como si no la hubiera visto nunca—. Y sí, tendrá más personal en su finca. Los sobrinos y los primos de Fuh Teng supervisarán las medidas de seguridad. Se esforzarán al máximo para asegurarse de que todo está a su gusto.

Tormano parpadeó en señal de sorpresa.

—¿Me está exiliando a mi finca de Equatus? Vaya, este Kai Allard-Liao es más audaz de lo que pensaba. ¿Qué le hace pensar que dejaré todo esto?

Kai esbozó una leve sonrisa.

—Lo dejará si quiere evitar el bochorno de ser desahuciado. Verá, ahora yo soy el propietario de la finca.

—¿Usted qué?

—Ya me ha oído. Incluso antes de que la Taizai aterrizase pedí a Keith Smith que hiciera un análisis completo de su situación económica —dijo Kai llevándose las manos a la espalda—. Cuando su economía se hundió debido a los recortes del príncipe Victor, usted utilizó su finca y su casa de Ciudad de Solaris para asegurar una serie de préstamos a corto plazo con la esperanza de que el próximo general de estados aprobase una nueva ley de financiación. Yo compré el papel del banco.

—Esos préstamos no pueden utilizarse hasta dentro de tres meses. Puedo conseguir financiación para pagarlos en ese tiempo.

—Se equivoca, tío. Los préstamos no pueden utilizarse hasta que el general de estados no haya denegado la financiación. Envié un mensaje y he recibido respuesta de Victor Davion. No recibirá financiación alguna. Todo eso es mío.

Tormano sintió cómo el corazón le latía con fuerza en el pecho.

—No puede… No puede haber hablado con Victor Davion de su hermano sin explicarle lo de los Asaltantes de Harloc en Shiloh, lo que significa que le oculta información. Le puedo enviar un mensaje que conseguirá su gratitud.

Kai sacudió la cabeza lentamente.

—No le creerá. En mi mensaje le explicaba que había hablado con usted y que creía que dirigir Capela Libre era demasiado estresante para usted. Dejé caer algunas indirectas para que se diera cuenta de que tuvo una crisis nerviosa como la de su padre, que no puede con su cuerpo y que no es más que un viejo enclenque que puede caer en todo tipo de falsas ilusiones.

—No me lo creo. No creo nada de eso —dijo Tormano mientras el horror y el pánico se apoderaban de él. El hecho de que su sobrino lo derrocara con tanta facilidad en sólo cuatro horas le horrorizaba y le entusiasmaba al mismo tiempo. Al hacerlo, Kai había demostrado todas las habilidades que el propio Tormano esperaba infundir en él. Kai había usurpado lo que Tormano habría estado dispuesto a ofrecerle—. Es increíble.

—No, es bastante creíble —dijo Kai mientras sus ojos grises brillaban como esquirlas de hielo en la penumbra de la habitación—. Me ha quedado muy claro que es demasiado peligroso para dejarlo solo. Su amargura lo ha convertido en un ser temerario. Ha estado a punto de desencadenar una guerra que habría provocado la destrucción de cientos de mundos. Nunca más tendrá esa oportunidad.

—Sólo hay un modo de garantizarlo, Kai —dijo Tormano abriendo un cajón de su escritorio y sacando una pistola.

—No me matará, tío.

—Tiene bastante razón. No lo mataré —dijo Tormano depositando la pistola sobre la mesa y girándola para que la culata apuntase hacia Kai—. Ahora usted dirige Capela Libre. Se ha convertido en lo que quería que se convirtiese. Lo que ha hecho, derrocarme, aislarme, ha estado muy bien. Usted muestra las habilidades que necesitará para derrocar a Sun-Tzu, pero, si espera que su victoria sea completa, su dominio absoluto, tiene que ser despiadado. Empuñe la pistola y máteme.

—No.

—¿No? Si no lo hace, Kai, no se deshará de mí —dijo Tormano apuntando con el pulgar hacia la ventana que daba a Cathay—. Tengo simpatizantes, Kai. Tengo aliados de los que no sabe nada. No conseguirá que me quede en la finca. Me escaparé, conseguiré fondos, conseguiré apoyo y estaré fuera de control.

—No lo mataré.

Tormano soltó una carcajada.

—Tiene que hacerlo, Kai. Es el último acto. Tiene que aprender cómo tratar a los rivales. ¡Victor sí lo sabe! Si cree que no fue él el que exterminó a Ryan Steiner, es usted tonto. Si cree que no fue él el que envió a Peter a una muerte segura, es todavía más tonto. Moriré feliz si sé que es lo bastante despiadado para matarme, porque querrá decir que cuando llegue el momento no dejará escapar a esa rata malvada de Sun-Tzu y hará lo que hay que hacer.

—Eso ya lo he hecho: le he preparado una jaula de ensueño. No lo mataré.

—¡Por la sangre de Blake, Kai! ¡Tuve a su hijo como rehén! ¡Lo amenacé con matarlo! —gritó Tormano, ofreciendo la pistola a su sobrino—. Hágalo, máteme. Demuestre lo que es capaz de hacer.

—¿Ante quién? ¿Usted? —preguntó Kai sacudiendo la cabeza, implacable—. No, tío, no necesito demostrarle nada, ni aquí ni ahora. Tendrá muchos días, muchos años, cuando esté en su finca, para decidir si merezco heredar sus responsabilidades. Ya ve, no tengo que ser como usted o como Victor para hacer bien las cosas. Soy Kai Allard-Liao y eso, creo yo, es más que suficiente.

Peter Steiner-Davion se sentía algo incómodo sentado sobre sus talones, pero soportó el dolor de las rodillas mientras Omi Kurita le servía té en una pequeña taza. Después de ducharse, afeitarse y ponerse el traje de salto negro y dorado de la agencia Cenotafio, se sentía humano por primera vez desde que había salido de la Zarevo. Aunque las tertulias con Kai durante el viaje de vuelta lo habían ayudado a recuperarse de su estado de agitación, no había acabado de resolver sus problemas.

Cuando llegó a Solaris cuatro horas antes, Peter envió un mensaje a Omi preguntándole si podían hablar en casa de Kai. Larry Acuff comunicó a Peter que Omi había accedido a la reunión y lo llevó a su casa. El sirviente que le abrió la puerta le indicó que entrase en una habitación que había a un lado, donde Omi lo esperaba con el té preparado. Ésta le ofreció una taza y él la aceptó haciendo una rápida reverencia. Aunque el líquido humeante estaba demasiado caliente para coger la taza sin quemarse, él no la dejó. La penitencia se presenta en muchas formas. Esperó a que le sirviera otra taza, bebió con ella y, siguiendo sus pasos, la depositó sobre la mesita que los separaba.

—Gracias por recibirme, dama Omi.

—Es un placer, duque Peter. Me complace mucho darle la bienvenida a la Mancomunidad Federada —dijo sonriendo a Peter y mirándolo con unos ojos azules que vislumbraban inteligencia—. Su pérdida habría hecho mucho daño a su hermano, que habría lamentado enormemente su muerte.

Peter bajó la mirada hacia la mesa laqueada y el dragón de colores brillantes que la rodeaba.

—Estuve a punto de causar la muerte de mucha gente. Si hubiese intentado disparar a un sola persona, ahora me estarían juzgando por intento de asesinato. He amenazado a millones de personas, pero, gracias a mi estacionamiento y a la intervención de gente buena como Kai y como usted, he salido impune.

El rostro de Omi permaneció imperturbable, pero su voz denotaba compasión.

—¿Acaso no es el castigo la solución a la que recurrimos cuando la rehabilitación es imposible?

—Sí, sí, supongo que sí —dijo Peter lanzando un suspiro y relajando los hombros—, pero no estoy seguro de que la rehabilitación sea posible para un crimen de la magnitud del mío.

—Creo que su analogía lo ha conducido a un malentendido. En el Condominio, el intento de asesinato es un cargo que se imputa cuando el autor del crimen tiene la intención de causar la muerte, pero fracasa en el intento —dijo Omi meciendo la taza y dando un sorbo de té—. En su caso, como su intención no era asesinar y como no causó daño alguno en el intento, su crimen no se considera intento de asesinato. Más bien es conducta imprudente o negligencia, pero no intento de asesinato.

Al recordar que aquéllos eran los cargos imputados contra su lanza por sus acciones en Lyons, Peter se sonrojó.

—Pero yo también me atribuyo culpabilidad —dijo dando un sorbo de té para sentir el estómago tan caliente como su rostro—. Dama Omi, sé que nunca podré recompensarla por el favor que me hizo al prestar la Taizai a Kai.

Omi adoptó una expresión de sorpresa.

—¿A qué se refiere, duque Peter? La Taizai está aquí para servirme como medio de transporte. No ha ido a ninguna parte.

Sí, y Kai dice que su informático borrará cualquier señal de entrada o salida de una nave de los ordenadores planetarios.

—Entonces, la deuda es por haberlo obligado a ocultarle un secreto a mi hermano. Les debo una a usted y a Kai.

Omi sacudió la cabeza con serenidad.

—Su hermano sólo tiene que saber los detalles importantes de su vida. Los que no tienen consecuencia quedan, por su naturaleza, libres de mención.

—¿Cómo puede hacerlo? ¿Cómo puede decir eso? —preguntó Peter mirándola confundido—. Usted y Kai se preocupan mucho por mi hermano, al menos más que yo hace algún tiempo, y sin embargo le ocultan todo esto como si no fuese nada.

—No puedo hablar por Kai, pero yo sopeso las alternativas. Si se lo digo a Victor, le haré mucho daño e, incluso, puede que lo incite a iniciar la guerra que acabamos de evitar —dijo Omi mirando fijamente a Peter antes de desviar la mirada—. El dolor de ocultar algo a su hermano es mucho menor que el dolor de ver cómo envía tropas a la muerte. Además, usted ya conoce a su hermano y sabe que iría a la guerra al frente de sus tropas y que su muerte sería el mayor dolor de todos.

Peter hizo un gesto de asentimiento.

—¿De dónde saca la fuerza?

Omi se llevó la mano al pecho y la retiró lentamente.

—Reside en el corazón. Uno la encuentra cuando está a gusto consigo mismo.

—Kai me dijo lo mismo —dijo Peter sacudiendo la cabeza—. Aunque no tengo derecho a pedirle esto, necesito que me haga dos favores.

—Sería un honor para mí ayudarlo en lo que pueda.

—Cuando salga de aquí parará a recargar en un mundo denominado Zaniah. Allí hay un monasterio para MechWarriors que se llama Casa Saint Marinus.

Omi asintió con la cabeza.

—Morgan Kell pasó doce años allí.

—Así es. Alojan a MechWarriors y los ayudan a superar los problemas. Creo que llevo demasiado tiempo siendo Peter Steiner-Davion, el hijo que no es Victor, el hijo que nunca tendrá la oportunidad de heredar lo que su padre y su madre crearon —dijo Peter con una leve sonrisa en los labios—. Por primera vez en mi vida puedo reconocerlo sin que me corroa la rabia. Creo que en la Casa Saint Marinus pueden ayudarme a descubrir quién soy y cómo ser yo mismo.

Omi esbozó una radiante sonrisa y se ruborizó.

—Perdóneme, Peter, pero la búsqueda espiritual que persigue tiene un gran valor en nuestras tradiciones. Me honra al pedirme que lo ayude a iniciarse en su curso.

—Lo segundo que necesito, Omi, es que le pida a Victor que me deje permanecer allí hasta que yo decida salir por voluntad propia. Sólo Victor, Kai y usted sabrán dónde estoy. Diga a Victor que tengo que hacerlo o, de lo contrario, moriré. Espero que lo entienda.

Omi hizo un gesto de asentimiento.

—Conozco bien a su hermano, Peter, y estará de acuerdo. No le gustará, pero respetará su decisión y deseará su regreso con ansiedad.

Peter sonrió y dejó de sentir la fuerza que le oprimía el corazón.

—¿Cómo puedo recompensarla?

—Prométame algo, duque Peter —dijo levantando la taza a modo de saludo—. Cuando descubra quién es en realidad Peter Steiner-Davion, preséntemelo como un amigo.

Nancy Bao Lee se detuvo en la puerta del despacho de Tormano, desde donde sólo podía distinguir la silueta de su cabeza por encima del respaldo de la silla.

—¿Se encuentra bien, señor?

Tormano contestó sin apartar la vista de la ventana y de espaldas a ella.

—Sí, creo que estoy bien. Por supuesto, siempre es chocante ver la facilidad con la que las generaciones más jóvenes lo manipulan a uno. Kai tiene muchos rasgos de su padre y de su madre. Candace siempre fue y todavía es ahora una mujer con un corazón de acero. No podía esperarse menos del hombre que se alimentó de su pecho.

—¿Así que está arruinado? —preguntó en un tono calmado mientras entraba en la habitación. Se detuvo detrás de él e hizo presión con las manos sobre los tensos músculos del cuello y los hombros de Tormano—. ¿Se someterá a su exilio?

—¿Arruinado? No, la verdad es que no —dijo Tormano señalando hacia la ventana y el mundo que se abría al otro lado mientras ella le masajeaba los músculos—. Me ha quitado mi propiedad, pero no puede quitarme mis contactos. Hay mucha gente ahí fuera que me respeta por mi nombre y mi linaje. Sin embargo hay otros que desean utilizarme como hizo Hanse Davion. Se unirán para respaldarme en mi enfrentamiento con Sun-Tzu. Si consigo su apoyo no me quedaré más tiempo en mi finca del que Napoleón pasó en Elba y no habrá Waterloo alguno esperándome cuando regrese.

—Exactamente lo que esperaba oírle decir, señor —dijo Nancy mientras se giraba hacia la derecha para sacar un pañuelo de seda de uno de sus bolsillos. A continuación cubrió la pistola con el pañuelo, la levantó y la apretó contra la sien derecha de Tormano.

Cuando estaba a punto de apretar el gatillo, Tormano la agarró por la muñeca e, inclinándose hacia adelante, la arrastró por encima de su hombro y la tiró con fuerza contra el suelo. Se abalanzó sobre ella, le retorció la muñeca y le dio una bofetada en la cara.

—Un agente de la Maskirovka de antes de que Romano pusiese su culo en el trono habría sido lo bastante listo para no creer que ofrecería a Kai una pistola cargada —gritó mientras Nancy se retorcía de dolor—. No soy tonto. Aquí sentado, en medio de la oscuridad, he llegado a la conclusión de que sólo hay una persona que podía haber revelado mi verdadero plan a Sun-Tzu y tener la suficiente credibilidad para inducirlo a detener mi pequeña guerra antes de que empezara.

—¡Mi brazo, señor, me lo ha roto! —gritó intentando deshacerse del pánico y de las náuseas que sentía en el estómago—. ¿Se ha vuelto loco?

—Vaya, muy bien, señorita Lee, muy bien. Ahora niegue su relación con Sun-Tzu —dijo Tormano al tiempo que recogía la pistola que Nancy había tirado, levantaba la tapa del cargador y metía una bala—. No se preocupe, querida, no le dispararé. Ha sido divertido.

El Mandrinn soltó una sonora carcajada.

—Todo esto es una gran ironía. Cuando veía cómo se metía en la cama de mi sobrino, le advertí que se involucraba en una tradición familiar. Pero no me di cuenta de que Sun-Tzu intentaba hacer lo mismo conmigo. Ése sí que es listo, más listo que su madre y su hermana juntas. Debe de haberlo heredado de su padre.

Una llama de fuego iluminó la mirada de Tormano.

—Tiene libertad para irse, señorita Lee. Estoy seguro de que la estación central de la Maskirovka en Ciudad de Solaris la acogerá. Pediré que la escolten hasta allí y la mataré si la vuelvo a ver. ¿Ha quedado claro?

Nancy hizo un gesto de asentimiento mientras intentaba incorporarse.

—Sí, Mandrinn.

—Bien. Haga llegar este mensaje a Sun-Tzu —dijo Tormano con una sonrisa cruel en los labios—. Dígale que ya no soy una amenaza para este reino, pero asegúrese de que entiende que la razón es que Kai es ahora una amenaza mayor.