Zurich

Marca de Sarna, Mancomunidad Federada

—Rick, no quiero hacerlo —dijo Deirdre mirando al personal de holovisión y al reportero que sostenía un micrófono inalámbrico—. Hsing todavía no está fuera de peligro. No puedo perder el tiempo con una estúpida entrevista.

Bradford la miró con preocupación.

—Deirdre, no te pediría que lo hicieras si no fuera una oportunidad única para hacer publicidad. Sabes tan bien como yo que no podemos ayudar a gente que no sabe que estamos aquí. Y también sabes que puede que uno de los sindicatos escuche la historia y la difunda por la Mancomunidad Federada, lo que significa que podríamos obtener más donativos. No quiero presionarte, pero nos podría ayudar mucho.

—De verdad que no quiero hacerlo —dijo Deirdre intentando aferrarse a su negativa pese a los convincentes argumentos de Rick—. Contestaré un par de preguntas. Eso es todo. Y sólo sobre el incidente, ¿de acuerdo?

Bradford hizo un gesto de asentimiento.

—El reportero es Tod Chandler y le he dicho que sólo podía preguntarte acerca del incidente —dijo haciendo una seña a Chandler para que se acercase—. Señor Chandler, ésta es la doctora Lear.

—Tod Chandler, del canal 47 —dijo el hombretón con una cordial sonrisa. Al mirarlo, Deirdre tuvo la sensación de que escondía demasiadas cosas tras esos ojos oscuros—. Sé que no quiere estar mucho rato ante la cámara y lo respeto de veras. Sólo quiero algunas secuencias para que podamos dar un contexto a la historia que se emitirá fuera de Zurich. Eso les ayudará y nos ayudará.

—Sólo el incidente, ¿de acuerdo?

Chandler asintió con la cabeza.

—Sí, sólo el incidente. Consigamos primero ese contexto y luego podremos irnos. Creo que será muy espontánea.

Deirdre lo miró con cierta sospecha, lo que hizo sonreír al cámara.

—¿Contexto?

—Sí, una historia con gancho.

—Derrumbar a un terrorista armado en una sala de operaciones de emergencia no es un contexto.

—Bueno, sí que lo es, doctora, pero queremos ampliarlo —dijo Chandler extendiendo el brazo y pellizcándole el bíceps con los dedos—. No hace pesas, ¿verdad?

—¿Pesas? No. Mi hijo de tres años y mi trabajo me mantienen en forma.

Chandler juntó las espesas cejas negras como peludas orugas arrastrándose hacia su nariz.

—Bien, ha hecho kung-fu. ¿Lo aprendió de los Clanes en Alyina?

—Es aikido y no, no lo aprendí de los Clanes —dijo cruzándose de brazos—. Además, Alyina no es parte del incidente.

—Contexto, doctora, contexto —dijo Chandler sonriendo—. Así que fue el aikido lo que le permitió escapar de los Clanes, ¿no?

Deirdre levantó la cabeza.

—Señor Chandler, antes de que me «contextualice» una vez más, se lo dejaré claro. Soy médico. Actué para salvar a mi paciente. Mi paciente había recibido un tiro y estuvo a punto de morir porque un niño se hizo con una pistola, escuchó alguna historia y disparó a un objetivo. Lo que ocurrió aquí no debería haber ocurrido y me alegro de que nadie muriera. Esa es la historia que quiero que explique y ésa es la historia que va a explicar.

Chandler rió levemente.

—Creo que no lo ha entendido, doctora…

—Lo he entendido, señor Chandler, y muy bien. Usted quiere la historia para salir de este mundo de mala muerte. Tiene dos opciones: una historia conmigo que se ciña a los hechos que he resumido hace un momento o una historia sin mi participación y la promesa de que irá a juicio si se le ocurre mencionar cualquiera de los otros contextos a los que se refería hace poco —dijo Deirdre encogiéndose de hombros—. Usted me necesita mucho más que yo a usted, así que usted decide.

Chandler tragó saliva.

—Es una mujer dura.

—No, sólo una mujer dedicada a su trabajo y a sus pacientes —aclaró Deirdre dejando caer los brazos y girando las muñecas—. Y ése es su contexto, señor Chandler. ¿Empezamos?