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Ciudad de Solaris, Solaris VII

Marca de Tamarind, Mancomunidad Federada

7 de abril de 3056

Aunque Kai hizo una reverencia con el debido respeto a su tío, no consiguió librarse de la sensación de que los problemas estaban al acecho. La invitación para comer con Tormano se había emitido con normalidad y había llegado a la agencia de ’Mechs Cenotafio por mediación de un mensajero. Junto con la invitación, venía un sobre separado que contenía una nota de agradecimiento de Nancy por la visita a Valhalla.

Kai envió su aceptación a Tormano a través del mismo mensajero, se duchó y se cambió. Sabía que su tío esperaba que se pusiese un atuendo capelense más tradicional que el que usaba normalmente, que era lo que solía hacer cuando quedaba con Tormano, del mismo modo que se vestía para tener contenta a su madre cuando iba de visita a Saint Ivés. Era tradicional y era por la familia, así que Kai lo hacía por respeto casi instintivamente.

Pero esta vez no. Escogió unos pantalones verdes y una camiseta de color marfil hecha de buena seda capelense, ambos diseñados con un estilo más apropiado para una reunión de negocios en Tharkad o Nueva Avalon. Se puso una corbata negra con un bordado que contenía la insignia de la cabeza de caballo de la Comunidad de Saint Ivés. Intuyendo lo que su tío pretendía con aquella comida, Kai quería demostrar que era consciente de su linaje capelense, pero que no había abandonado la sangre de la Mancomunidad Federada.

El momentáneo destello de perplejidad en el rostro de Tormano indicó a Kai que había hecho lo correcto al anticiparse al hombre. No era una hazaña de telepatía o clarividencia, sino una serie de claves, lo que había llevado a Kai a su conclusión. Era consciente de que su tío estaba cada vez más desesperado por encontrar un símbolo poderoso en su lucha contra Sun-Tzu, y Kai era el que tenía más posibilidades de proporcionárselo. El intento fallido de raptar a la prometida de Wu, patrocinador de la fiesta, y la invitación del duque Ryan demostraban hasta qué punto llegaba su desesperación.

—Gracias por invitarme a comer, tío —dijo Kai retirando la silla que había al otro extremo de la mesa de teca redonda para sentarse—, y permítame que le dé las gracias de nuevo por la recepción de la otra noche. Me divertí mucho y he escuchado comentarios maravillosos de muchos otros.

Tormano esbozó una sonrisa.

—El placer fue mío, Kai. Usted sabe que es mi favorito y que no le negaría nada. Sus éxitos nos traen gloria a todos.

A Kai le pareció que la abertura de Tormano era muy educada, como correspondía al lugar. La habitación estaba llena de tesoros de la Confederación Capelense, muchos de ellos regalos de capelenses acaudalados que ahora vivían en la Marca de Sarna. Kai siempre había tenido debilidad por el tigre de bronce de tamaño natural que estaba sentado lamiéndose la pezuña en un rincón, aunque aún eran más valiosas las prendas de seda minuciosamente tejidas y bordadas a mano enmarcadas en las paredes. Éstas contaban con una fantástica colección de pinturas de papel de arroz de guerreros mitológicos y legendarios, todos hechos por el mismo artista, entre los cuales Kai descubrió una nueva adquisición.

Tormano hizo una seña con la cabeza hacia la pieza que había llamado la atención de Kai.

—Aquélla es de una colección privada. Hay cuatro más en la serie, tres de las cuales las tiene su madre. Una más y el conjunto estará completo.

—Buena suerte en su búsqueda —dijo Kai pese a saber que la suerte no tenía mucho que ver con el éxito de Tormano. La nueva pieza había sido propiedad del Ministerio de Cultura de Sian. Hacía un año que unos ladrones se habían hecho con ella y con otras piezas en un robo bien planeado y ejecutado. A Kai no le costaba imaginar que Tormano había financiado la operación, aunque su tío solía ser más sutil. Probablemente había sido la inspiración de los ladrones que, sin embargo, no ocultaban que había pagado una bonita suma de dinero por los tesoros del actual régimen de Sian.

—Y yo le deseo buena suerte en la suya —dijo Tormano entrelazando las manos, dedo contra dedo—. El desafío que propuso y fue aceptado en mi fiesta tiene a la gente conmocionada. Consiguió dejar en evidencia al duque Ryan Steiner y lo volverá a hacer cuando usted y Cox destruyan a sus luchadores. El príncipe Victor estará encantado.

—Me gustaría que el príncipe tuviera tiempo para ver mis luchas y, si son de su agrado, mucho mejor —dijo Kai echándose hacia atrás cautelosamente al advertir que su investigación estaba siguiendo un camino que Tormano no había explorado antes—. Soy un simple gladiador y no merezco la atención del príncipe.

—No tiene nada de simple, mi querido sobrino, y es un gladiador sin igual —dijo Tormano juntando los dedos índices—. Se obstina en pasar por alto la influencia que tiene sobre la gente. Usted tiene el poder de conseguir que las corporaciones multiplanetarias funcionen a su antojo. Usted es un símbolo, un ídolo al que mucha gente admira. Usted es un héroe en una época que tanto necesita a los héroes.

—Conduzco una máquina que destroza otras máquinas, como mi padre hizo antes que yo.

Tormano sonrió y Kai tuvo la sensación de que le estaba tendiendo una trampa.

—Sí pero, al igual que su padre, usted es más de lo que aparenta ser. Él era el confidente y ayudante de Hanse Davion. Las hazañas de su padre con los capelenses comportaron el mayor cambio en la Esfera Interior desde la caída de la Liga Estelar.

—Mi tío se olvida de los Clanes.

——No me olvido. Los recuerdo muy bien —dijo Tormano inclinándose hacia adelante para apoyarse sobre la mesa—. Recuerdo que los detuvo en Twycross y sé que los frustró en Alyina. ComStar derrotó a los Clanes en Tukayyid, pero en Alyina usted derrotó a ComStar. Usted solo puede alardear de ser capaz de ganar a las fuerzas más poderosas del universo. Es el perfecto heredero para su padre.

Tormano extendió las manos inocentemente y las separó poco a poco.

—Es una combinación de su madre y de su padre. Con usted se cumplen sus destinos y legados. Es el hijo mayor del hijo mayor de Maximilian Liao. Su madre es la heredera al trono de Capela y su padre hizo lo que pudo para unir aquel trono con la Mancomunidad Federada. A través de usted pueden conseguirse ambas cosas.

»Hay gente ahí fuera, Kai, deseosa por ver a un dirigente compasivo y sensato al frente de su antigua nación. Miran alrededor y lloran por lo que Romano hizo para destrozar la Confederación Capelense. Se dan cuenta de que Sun-Tzu está planeando convertir el trono capelense en un regalo de bodas para la Liga de Mundos Libres. Ni siquiera Maximilian Liao, con lo loco que estaba, habría llevado la traición a tales extremos. Es una traición contra la gente en la que Sun-Tzu confía sagradamente para gobernar.

Kai analizó las palabras, sintiéndose cada vez más atrapado en ellas hasta que vio el reflejo combado de su tío en la superficie de la mesa.

—No hay nada que yo pueda hacer al respecto, tío.

—Sí, Kai, sí que lo hay. Usted puede hacer más que cualquier otro y puede hacerlo precisamente por ser quien es: el campeón de Solaris. Si hubiese vuelto de la guerra y hubiese buscado refugio en Saint Ivés, entonces no, no sería capaz de hacer realidad los sueños de miles de millones de personas.

—Creo que los sueños que me pide que haga realidad sólo pertenecen a una persona: usted.

Tormano contrajo la expresión de su rostro.

—Me juzga injustamente, Kai.

Kai sintió que se enojaba por momentos al escuchar el tono empalagoso y dolido de la voz de Tormano y, por una vez, decidió dar rienda suelta a sus sentimientos.

—Es usted el único que juzga injustamente, tío —dijo Kai levantándose mientras miraba al hermano de su madre—. ¿Cree que estoy ciego para no ver lo que ha hecho con su movimiento por una Capela Libre? No lo estoy, y menos aquí, en su salón de trofeos. Durante los últimos veintiséis años se ha alimentado de las esperanzas de expatriados y refugiados. Durante un cuarto de siglo se ha conformado con ser un perro gruñón con una correa corta. Hanse Davion lo utilizó como la aguijada que llevó a Romano a la locura. Ahora que los dos se han ido y los años empiezan a pesar sobre usted, ha decidido que ha llegado el momento de hacer su jugada.

»Usted quiere que sea su sustituto para llevar a la gente a la lucha. Quiere que los convenza para llenar más sus arcas y así poder comprar más armas y algún día apoderarse del resto de la Confederación Capelense. Quiere que me convierta en una bandera tras la que todo el mundo pueda formar filas. Pues bien, no lo haré.

El rostro de Tormano palideció.

—¡Olvida todo lo que he hecho por la gente de la Marca de Sarna!

—No lo olvido, tío, de ningún modo —dijo Kai sacudiendo la cabeza—. Ha fundado escuelas y financiado hospitales. Gracias a sus esfuerzos, millones de personas que escaparon de la Confederación Capelense se han reunido con sus familiares y amigos en la Marca de Sarna. Ha conseguido con éxito devolver animales en extinción a sus mundos natales. Sus esfuerzos no han sido inadvertidos ni menospreciados. Es sólo que no les da la prioridad que merecen.

«Cuando Victor recortó su presupuesto, ¿por qué cree que pedí a las Organizaciones Benéficas de Cenotafio que empezasen a financiar el proyecto que se había visto obligado a dejar? ¿Seguro que no pensó que era porque apoyaba a Capela Libre? Yo fundé los proyectos humanitarios que había iniciado porque eran los primeros que dejaba. Nunca le he dado dinero para pistolas o propaganda porque no comparto su fervor por destrozar la Confederación Capelense.

Tormano se puso lentamente en pie al tiempo que levantaba la cabeza y su mirada buscaba la de Kai sin estremecerse.

—Niega su propia naturaleza, Kai. Vino a Solaris para demostrarse a sí mismo que era el mejor MechWarrior porque sabe el poder que le confiere.

—No, eso no es cierto. El poder político no me interesa —dijo Kai señalando hacia la ventana que se abría sobre el mundo gris de Ciudad de Solaris—. Vine aquí para rendir honor a mi padre, nada más. ¡Odio la política! ¡No tengo talento para ella y me basta con echar un vistazo para darme cuenta de que no debo tolerarla!

—Nunca pensé que llamaría hipócrita a mi sobrino, pero eso es lo que usted es —dijo Tormano sacudiendo la cabeza en señal de arrepentimiento—. Aunque lo niegue, es un animal político como yo.

—¡Yo no soy político!

——Lo es, Kai. Sí, las Organizaciones Benéficas de Cenotafio financian causas humanitarias sin pregonar su nombre a los cuatro vientos. Eso es desinterés. Eso es apolítico y se aferra a esa idea como si fuera su única realidad —dijo Tormano colocando un dedo sobre el pecho de Kai—, El caso es que usted ha manipulado a los demás propietarios de agencias con la habilidad de un viejo jefe de estado. Los ha flagelado con sus buenas obras, de modo que se han visto obligados a hacer lo mismo. Les tendió una trampa que no les daba elección y hace lo mismo con los contratos que ofrece a sus luchadores, forzando a los otros propietarios a cambiar sus políticas. Usted, mi querido sobrino, ha tenido incluso escarceos con la política internacional por burlarse en público del duque Ryan.

—Se equivoca.

—¿Ah, sí? Ya lo había hecho antes dedicando luchas al príncipe Davion y accediendo a llevar a Omi Kurita en su cabina durante la defensa de su título. Esto que ha hecho ahora con Ryan es un punto más en un gráfico que lo sitúa en lo más alto del poder político. Incluso se rumorea que ComStar permitirá que una delegación de miembros de los Clanes visite Solaris por petición suya. Ha vuelto a dominar a ComStar y a los Clanes.

—No —dijo Kai con un resoplido mientras apretaba las manos a medida que su tío hablaba. Contenía las palabras que tenía en la punta de la lengua, pero en su interior se agolpaban amargas preguntas. ¿He estado tan obstinado que no he visto mis propios motivos? Es cierto que he manipulado a los otros propietarios, obligándoles a hacer las cosas a mi manera porque no les daba elección. ¿Pero eso es política? ¡No!—. ¡Soy un luchador, nada más! —gritó con la esperanza de que su rechazo no‘hubiese sonado tan apagado a oídos de Tormano como a los suyos.

Tormano soltó una sonora carcajada.

—Engáñese si eso lo hace más feliz. No he hablado en falso. Usted se alimentó del pecho de su madre, bebiendo política con su leche. Con su padre aprendió lo que era la decepción cuando lo veía retorcer a los enemigos de Hanse Davion. La política dominó su niñez como la luz del sol invade un desierto. Únase a mí. Conviértase en mi heredero y un día liberará a Capela de la locura que la acosa. La política es usted, lo define y le da poder. No puede esquivarla, así que sírvase de ella.

—¡No! —dijo Kai dándose un puñetazo en la palma de la mano—. Aprendí muchas cosas de mi madre y mi padre, pero la mejor lección fue que matar nunca debe ser fácil y matar es lo que me está pidiendo que haga.

—¿Y eso me lo dice un luchador de Solaris? —dijo Tormano con dureza—. ¡Debe de creer que estoy loco!

—No, sólo obsesionado —dijo Kai conteniendo su rabia y dirigiéndose a Tormano—. Mire mi archivo, tío, tengo una sarta de victorias, un puñado de derrotas y una sola muerte, una muerte que se produjo cuando mi oponente arrasó La Fábrica y chocó contra una pared. Una y otra vez he rechazado el golpe de gracia a un enemigo batido. No quiero ser el responsable de la muerte de otro ser humano. Ya he causado bastantes como soldado y, si puedo evitarlo, no volverá a ocurrir.

—La muerte es la muerte. En Solaris o al liberar a la Confederación Capelense, es lo mismo.

—Está equivocado, tío, muy equivocado —dijo Kai pausadamente pese al impacto que le producía la crueldad de su tío—. Aquí, en Solaris, la muerte es cuestión de elección. Los abogados tienen un término para explicar por qué otra agencia o la familia de un luchador no puede demandarme si mato a alguien en combate: se denomina acuerdo de riesgo. Lo que sería asesinato en las calles es aceptable en un ruedo porque todo el que entra en ese ruedo ha aceptado la: consecuencias de sus acciones.

»No pasa lo mismo en el mundo exterior. Al conquistar le que queda de la Confederación Capelense causaríamos la muerte de miles de millones de personas y destrozaríamos planetas enteros. ¿Para qué? ¿Para salvar el ego de un hombre que cree saber mejor que nadie cómo gobernar un pueblo? Puede que usted pueda aceptar esa responsabilidad, pero yo no.

—Tiene que aceptarla, Kai. Es su deber.

—No, mi deber es evitar que eso ocurra —dijo Kai convirtiendo su tono de voz en un susurro sepulcral—. Yo no soy un animal político. Soy un guerrero. Usted me ha recordado mi deber, así que ahora lo cumpliré.

Kai se giró y dio un paso hacia la puerta.

—Seguiré financiando sus esfuerzos políticos, tío, y me comprometo a continuar su pensión si Victor decide que la Mancomunidad Federada no puede seguir pagándola. Se lo prometo, como su sobrino y como MechWarrior. Es un trato, bien negociado y hecho, como dirían los Clanes.

»Siga gruñendo, conviértase en la pesadilla de Sun-Tzu, oponga a los Zhanzheng de guang a su red de espías, valore las vidas de aquellos que comparten sus sueños. Llaga lo que desee salvo desencadenar una guerra y no discutiré sus esfuerzos.

Tormano entrecerró los ojos.

—¿Y si lo desafío?

—Soy el campeón de Solaris porque destrozo a mis enemigos —dijo Kai inclinando levemente la cabeza—. ¿Tiene ganas de convertirse en mi enemigo?