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Ciudad de Solaris, Solaris VII

Marca de Tamarind, Mancomunidad Federada

7 de abril de 3056

Kai Allard-Liao estaba sentado tranquilamente en la sala de espera de los combatientes que había debajo de Ishiyama, cuando Katrina besó a Galen Cox.

—Para que tengas suerte —dijo en un tono lo bastante alto para que la oyeran—, y no hagas ninguna tontería ahí fuera.

Kai tuvo la sensación de que el último comentario iba dirigido a él e hizo un gesto de asentimiento. Katrina había hablado con él, sin que Galen lo supiera, de su preocupación por la seguridad de Galen y había hecho prometer a Kai que lo protegería. Un golpe de suerte de los hombres de Ryan o un error de pilotaje podían acabar con su vida, pero Kai estaba seguro de que podría cumplir su promesa.

——Duquesa, dama Omi Kurita y señor DeLon, los esperan en la cabina de la agencia DeLon —dijo Kai sonriendo a Katrina—. Su destacamento de seguridad conoce el camino. Estaremos con ustedes enseguida.

Katrina miró a Galen.

—¿Prometido?

—Su deseo es mi deber, duquesa.

Katrina lo besó rápidamente y se fue. Kai no pudo ver su cara al salir de la sala de espera, pero no le habría extrañado que estuviese llorando. ¿Tiene miedo de perder a Galen del mismo modo que ha perdido a la gente más allegada?

Galen sacudió la cabeza mientras sacaba la licencia de aprendiz del bolsillo superior de su traje de salto y se la enganchaba en la solapa.

—¿A qué venía todo eso?

—Kommandant, eres demasiado perspicaz para haber pasado por alto que la duquesa Katrina está enamorada de ti.

En la distancia, el estruendo de las máquinas de guerra combatiendo hizo vibrar la estancia. Galen se encogió de hombros con impotencia.

—Querer lo que no puedes tener no es la mejor forma de ir por la vida.

—Como Victor y Omi muy bien saben —dijo Kai dándole una palmada en el hombro mientras se dirigían al vestuario del lado sur—. Supongo que eres consciente de que sería una situación muy delicada, pero yo no me preocuparía por la reacción de Victor. Él os quiere a los dos.

—¿Pero no es una violación de la confianza que tiene en mí?

—Yo no soy Victor, así que no puedo saberlo con certeza, pero si yo te hubiese confiado la seguridad de una de mis hermanas, no me sorprendería ni me disgustaría que hubiera un romance entre ambos —contestó Kai mientras conducía a Galen hacia el luminoso vestuario donde dos hombres pinza de las Cobras Rojas hacían guardia—. De hecho, Victor se alegraría si a partir de esta noche se te abriese una nueva puerta y pudieras conseguir mucho dinero y hacer publicidad positiva.

Fuh Teng esperaba a Kai y a Galen en el vestuario con otros dos hombres a los que presentó como los hijos de sus sobrinos. Les tenían preparados un par de trajes negros, a excepción de las tiras doradas que iban desde la parte posterior de la muñeca hasta la axila y luego bajaban por la espalda hasta el muslo. En la rodilla, la tira se cruzaba hacia el interior de la espinilla y acababa en el tobillo. La parte de la cabeza estaba partida por encima de la frente, con una banda dorada que llegaba hasta las cejas. El resto también era negro, con una abertura para la cara.

Galen examinó la habitación y sacudió la cabeza.

—¿Nos ponemos los trajes refrigerantes y los neurocascos en la cabina?

—No, de eso se encargan ellos —dijo Kai recogiendo su capucha y dándole la vuelta—. Estos parches plateados son los neurorreceptores que normalmente se encuentran en el interior del neurocasco. La capucha tiene incluso un micro para la garganta y auriculares. La tela interior es una onda de goretex que elimina el sudor corporal. Todo el traje cuenta con líneas refrigerantes que, como cubren todo el cuerpo, son más finas y menos voluminosas que las de los trajes refrigerantes normales. El traje también tiene medsensores en el interior. Si conectas el enchufe de la cadera derecha a tu sofá de mando, se pone en marcha.

Galen frunció el entrecejo.

—¿Sin neurocasco?

—El casco es una reliquia de los tiempos en que el piloto lo necesitaba para protegerse cuando salía de la cabina. Nosotros llevaremos cascos de impacto, pero hemos eliminado la voluminosidad y el peso del neurocasco convencional —explicó Kai encogiéndose de hombros—. Y hemos hecho lo mismo con el traje refrigerante. Podemos permitirnos el lujo de llevar un equipo más ligero porque es más probable que tengamos que ayudar aquí que en una guerra, donde no puedes controlar tanto la situación.

Galen lo miró impresionado y Kai no pudo reprimir una tímida sonrisa.

—Sin embargo, si quieres que te diga la verdad, la razón principal del cambio es que esto es un espectáculo y los actores quedan mejor con estos vistosos equipos.

—Yo pensaba que la ropa ligera era sólo para los simulacros que hemos estado haciendo esta semana —dijo Galen bajándose la cremallera de su traje de salto sentado en el extremo de una mesa. Inmediatamente, uno de los ayudantes de Fuh Teng le quitó los zapatos y lo ayudó a cambiarse mientras Kai hacía lo mismo apoyado en la mesa y ayudado por otro hombre.

Todos trabajaban en silencio, momento que Kai aprovechó para preparar su mente para la batalla. Lo que más le gustaba de luchar en Solaris era que no tenía que preocuparse por nadie que estuviera a sus órdenes. Era cierto que había prometido que vigilaría a Galen, pero no era muy probable que Galen necesitase su ayuda. Los simulacros que habían realizado para familiarizarse con el grande y tenebroso escenario de Ishiyama los había convertido en un equipo que operaba casi por instinto. Larry Acuff y otros luchadores de Cenotafio habían ejercido los papeles de Vandergriff y Edenhoffer en los simulacros pero, por más que se esforzaron, Galen y Kai siempre salieron victoriosos.

Kai había escogido Ishiyama para la lucha casi sin pensarlo, pero había sido una buena elección. Vandergriff combatía en un Goliath de ochenta toneladas y cuatro patas. El ’Mech tenía una buena armadura y era una de las máquinas más rápidas de su clase, pero estaba diseñado para hacer una actuación óptima en batallas abiertas donde predominaba el combate a largo alcance. Su rifle de Gauss y sus máquinas de disparo funcionarían bastante bien en el recinto cerrado de Ishiyama, pero los misiles de largo alcance no servirían de mucho.

El Stalker de ochenta y cinco toneladas tenía unas limitaciones similares. El pequeño campo de Ishiyama y los estrechos túneles impedían el uso de los misiles gemelos MCA del ’Mech. El gran misil de extenso alcance funcionaría en Ishiyama, del mismo modo que los depósitos de misiles de corto alcance y los cuatro láseres medios, pero puede que Edenhoffer no fuera tan audaz como siempre. Su marca en Ishiyama era mucho peor que su marca general y había perdido varias veces contra enemigos más ligeros y máquinas menos potentes en las instalaciones de la Montaña Pedregosa.

Galen colocó la pieza de la cabeza en su lugar y frotó la protección de los oídos.

—Así que nuestra estrategia es mantener el escáner infrarrojo del visualizador holográfico, golpear con fuerza y rapidez y arriesgarnos a mantener una temperatura elevada para poder lanzar fuego al enemigo.

—Correcto. Tienes que llevar IR en Ishiyama, porque la piedra es artificial y está llena de vigas y travesaños. Los luchadores a los que les gusta utilizar el modo de resonancia magnética denominan a Ishiyama la «Montaña de hierro» e, incluso, hay una guía que utiliza ese apodo como traducción del término «Ishiyama» —explicó Kai ajustándose el antebrazo de su traje a una posición más cómoda—. Si te dan antes de que veas al otro, contraataca, sal corriendo a toda velocidad y vuelve a golpear cuando aumente la temperatura.

—Tú eres el jefe. Sólo espero que mi Crusader te sirva de ayuda.

—Pero tú eres el que matarás —dijo Kai al tiempo que entendía la preocupación de Galen por el Crusader. Era una nave de misiles BattleMech que utilizaba su fácil maniobraje para flanquear a los enemigos y acabar normalmente donde el contrincante no quería estar. El inflamador, la pistola, los dos láseres medios y las lanzaderas gemelas MCA formaban un armamento de corto alcance mejor que el Goliath. Sin embargo, sus sesenta y cinco toneladas lo convertían en el ’Mech más vulnerable de la lucha.

Galen se encogió de hombros.

—No me gusta mucho que me den la comida masticada, pero engulliré todo lo que me envíes.

—¡Que aproveche! —dijo Kai saltando al suelo después de que su ayudante le subiera la cremallera posterior del traje. Los sobrinos abrieron las puertas dobles del fondo del vestuario e hicieron una reverencia cuando los dos MechWarriors se adentraron en la plataforma de ’Mechs. Al otro lado del vestuario había un enorme arco que conducía a un amasijo de túneles a través de los cuales los BattleMechs se desplazaban desde las zonas de entrenamiento y los talleres de reparación hasta los diversos ruedos de lucha sin necesidad de ser transportados por la superficie. Los túneles se habían construido porque el movimiento constante de los ’Mechs por la superficie de Solaris habría destrozado la ciudad, por no mencionar que los BattleMechs obviamente requerían mucho más espacio que las personas.

La plataforma de ’Mechs de Ishiyama era una más del millar que había esparcidas por toda la Esfera Interior, pero con una pequeña diferencia. ¡Los kuritanos la tienen impecable! Estaba tan limpia que Kai pensaba que podía comerse del suelo sin encontrar ni una pizca de fluido refrigerante en la comida, aunque prefería no poner en práctica su teoría. La infinidad de carros y herramientas que los techs necesitaban para preparar los ’Mechs para la batalla se habían retirado y guardado para que no distrajeran a los guerreros que se dirigían al combate.

Sus dos ’Mechs, pintados de negro y dorado a juego con los trajes refrigerantes, estaban juntos sobre la plataforma del ascensor. Galen sonrió al ver a su Crusader.

—No sé qué es lo que más me sorprende: que tuvieras un Crusader que podía utilizar o que tú estuvieras al mando de uno de esos Penetrators.

Kai se encogió de hombros.

—Las industrias Kallon me han perseguido para conseguir el patrocinio porque creen que el hecho de que yo utilice un Penetrator los ayudaría a aumentar las ventas. También fabrican el Crusader, así que no fue muy difícil llegar a un acuerdo satisfactorio para ambas partes.

Extendió la mano hacia Galen.

—Mira, esos tipos son buenos, pero lo único que saben hacer es jugar a la guerra. Nosotros hemos estado allí. Demostrémosles lo que hizo huir a los Clanes.

Galen apretó la mano de Kai con firmeza.

—Apunten y fuego, Kai.

Dieron media vuelta y se dirigieron a las cabinas. Mientras Kai subía por la torre de lanzamiento esbozó una pequeña sonrisa. No había sido tan fácil que el representante de las industrias Kallon le diera uno de los nuevos Penetrators como había hecho creer a Galen. Kai había tenido que mencionar que la Comunidad de Saint Ivés daría más importancia a cualquier informe positivo que hiciera con respecto a la máquina la próxima vez que necesitasen comprar BattleMechs nuevos. Tras escuchar aquella apreciación, Kallon se volvió más generosa con el equipamiento y el apoyo técnico.

La política te dio esa oportunidad, así que puedes utilizarla con fines políticos. Kai frunció el entrecejo al pasar a través de la placa abierta del robusto y pequeño BattleMech. Se dio cuenta de que desde su conversación con Tormano cada vez pensaba más en la política y aquello no le gustaba. Se sorprendió a sí mismo analizando decisiones tomadas en el pasado para ver si la política le había influido de forma inconsciente.

Su decisión de salvar a Galen de una situación incómoda en la fiesta era una de esas elecciones que le hacía dudar. Kai sabía que Ryan había trabajado contra Victor durante mu-cho tiempo y, probablemente, eso había dado pie a Vandergriff y Edenhoffer a provocar una lucha con Galen para avergonzar a Victor. El hecho de que hubiera atrapado a Ryan por las garras para que Galen pudiera escapar había sido un acto de amistad hacia Galen y Victor y no una estratagema política por parte de Kai. La verdad es que actué sin pensar, sin embargo la gente como Tormano tiende a interpretarlo como un signo de sagacidad y malicia política.

Kai hizo un gesto de rechazo. Víctor también debía de haberlo visto así, de lo contrario no habría pedido que retransmitiesen la lucha en la isla de Skye en cuanto hubiera acabado. El hecho de que el enfrentamiento tuviera lugar en Ishiyama también significaba que el vídeo del combate circularía por el Condominio. Como Galen había participado en el rescate de Hohiro de manos de los Clanes, era casi seguro que la retransmisión tendría una buena acogida. Si la gente del Condominio veía a un amigo del futuro coordinador luchando en Solaris, podría ayudar a Omi en su intento de legitimar a los ronin dentro de la sociedad. Por último, a los habitantes de Skye no les iría mal que les recordasen que el Condominio seguía buscando su bienestar, lo que debía apagar el deseo de algunos de escapar de la barrera protectora de la Mancomunidad Federada.

—No, no tomé esas decisiones, consciente ni inconscientemente, para beneficiarme políticamente —dijo al tiempo que sus palabras resonaban en los cerrados confines de la cabeza del ’Mech—. Al menos no pretendía beneficiarme de ellas.

¡Basta ya! Kai se concentró en su trabajo. Activó uno de los interruptores y lo bloqueó mientras el estruendo del motor de fusión Vlar 300 se ponía en marcha en el pecho del ’Mech. La placa frontal fue bajando hasta colocarse en su lugar, cerrando la cabina herméticamente y lanzando un silbido que le taponó los oídos cuando aumentó la presión de la cabina.

Se colocó en el sofá de mando y se puso el casco de impacto sobre la capucha. Se lo ajustó debajo de la barbilla e introdujo el enchufe del sofá de mando en la toma de corriente de su traje. Inmediatamente, el líquido refrigerando del traje empezó a refrescarlo, sensación en la que se recreó porque sabía que no duraría mucho. Se abrochó el cinturón de seguridad y tiró de él para asegurarlo.

—Ordenador encendido.

La voz artificial del ordenador sonó a través de sus auriculares con una seducción gutural que le sorprendió. Luego cayó en la cuenta de que a menudo los hombres que decidían lo que había que comprar para el ejército tenían la edad de su tío.

—Aquí Penetrator 3XF32. Es un honor ser conducido por el campeón de Solaris, Kai Allard-Liao, por su…

—Ordenador, inicia la comprobación.

—Reconocimiento de voz obtenido. Procediendo a la comprobación.

Como los BattleMechs eran unas máquinas increíblemente potentes, capaces de arrasar una ciudad con sólo atravesarla, estaban equipados con una serie de medidas de seguridad para evitar el uso desautorizado. La primera era una comprobación de voz de todos los pilotos autorizados en la memoria de la máquina. Aunque era posible falsificar aquella comprobación, una persona sin autorización para utilizar el ’Mech no tenía modo alguno de pasar la segunda. Cada piloto, cuando entraba por primera vez en el ’Mech, lo programaba con una frase que tenía que repetir con exactitud durante la secuencia de arranque, de lo contrario la máquina se cerraba automáticamente.

—Matar a un hombre no es fácil y no debe serlo nunca —dijo Kai en voz baja.

—Autorización confirmada.

La cabina se iluminó inmediatamente, al tiempo que se encendían los seis monitores y el conjunto de botones. Kai se mantuvo a la espera mientras el ordenador iniciaba una serie de diagnósticos. Una de las pantallas mostraba la imagen de su voluminoso ’Mech paticorto y comprobaba la movilidad y la potencia de todas las extremidades. Otra pantalla visualizaba una lista de las armas a medida que éstas se iban encendiendo, sin que ninguna presentara anomalías.

El Penetrator se había creado para luchar contra los Clanes. El láser de extenso alcance de cada brazo proporcionaba al ’Mech la potencia de fuego necesaria para disparar continuamente mientras el ’Mech se acercaba al enemigo. Los seis láseres de pulso medio, tres de ellos situados en el pecho, convertían al Penetrator en una temible máquina de alcance medio-corto. El sistema de antimisiles del torso central lo protegía contra las naves de misiles y le facilitaba el proceso de acercamiento, mientras que los propulsores de salto daban al ’Mech la nociva movilidad del Crusader en el campo de batalla.

Kai introdujo un pequeño cambio en el programa de combate estándar del Penetrator. Las palancas de mando de cada brazo del sofá del piloto tenían un botón para el pulgar y tres interruptores de disparo. Kai recolocó las armas para poder disparar todos los láseres de pulso con los gatillos del dedo índice. Cada vez que apretara el gatillo, los tres láseres de pulso de esa parte del ’Mech saldrían disparados. En un combate real, un guerrero podía llegar a disparar cada láser individualmente, pero en Ishiyama Kai prefería atacar con la máxima potencia de fuego en un solo disparo. Los láseres largos serían disparados con el botón del dedo pulgar.

Kai habló por el micro de la garganta.

—Taph uno verde.

—Taph dos verde —contestó Galen—. Preparado.

Kai sonrió.

—Perfecto. Mantengámonos en contacto ahí arriba. La localización del enemigo es el primer paso para derrumbarlo.