Ciudad de Solaris, Solaris VII

Marca de Tamarind, Mancomunidad Federada

Aunque habría preferido estar al otro lado de la sala, Galen Cox se colocó en el extremo derecho del podio hacia el que se dirigía Katrina. Los focos de las cámaras le cegaban los ojos, pero se esforzó por no desviar la vista. Sabía que la gente de la audiencia y aquellos que luego verían los vídeos holográficos del evento lo observarían para ver si se avergonzaba o se sentía intimidado mientras Katrina leía el mensaje.

La duquesa colocó las tarjetas en el podio y ajustó el micrófono que tenía delante. Galen sabía que había memorizado todo el discurso, pero la había ayudado a preparar las tarjetas a primera hora de la mañana. Aunque estaba seguro de que no titubearía, Katrina no quería dejar nada al azar.

—Me gustaría dar las gracias a los medios de comunicación por haberse desplazado hasta aquí pese a haberles avisado con tan poca antelación —dijo mientras hacía un gesto con la cabeza que dio a entender a Galen que no toleraría ningún tipo de resistencia a su deliberado plan—. Ayer por la noche me di cuenta de que he estado conmocionada desde la muerte de mi madre. Todos ustedes la recuerdan. Una nación entera lloró cuando una bomba accionada por un terrorista acabó con la vida de la arcontesa. Estoy segura de que han visto algún holovídeo y sé lo horrible que fue ver cómo se esfumaba su vida.

»He luchado contra esa conmoción para dar apoyo a mi hermano Victor en su intento de superar su muerte. Él es el legítimo heredero de Hanse Davion, leal a nuestra madre e hijo del estado lirano como cualquier otro hombre nacido y educado en Tharkad. Pensaba que aquellos que se oponían a él lo hacían guiados por la falsa impresión de que su ambición había contribuido a la muerte de mi madre. Como dije entonces y reitero ahora, Victor es inocente de ese crimen. Me jugaría y me juego la vida en ello al aceptar que nuestra nación esté en sus manos.

Katrina se apartó delicadamente un mechón de pelo dorado de los ojos.

—Seguiría conmocionada de no haber sido por una serie de cuestiones que han contribuido a mi despertar. El tiempo que he pasado viajando con el Kommandant Galen Cox me ha abierto los ojos a la vida diaria dentro de la Mancomunidad Federada. Antes de viajar con él para ayudar a las víctimas del terremoto de Ginestra o de asistir a los actos en memoria de los Demonios de Kell en Arc-Royal, no me había dado cuenta de lo aislada que está mi vida de la realidad.

»En segundo lugar, pero no menos importante, fue el intento de la Milicia de Skye Libre de asesinar a mi hermano Peter. Todos ustedes conocen a mi hermano. El acto más bélico que ha cometido durante su vida como miembro de la milicia es proteger a animales indefensos de los crueles cazadores furtivos.

»Peter es el hombre más humilde que pueda existir en toda la Esfera Interior y, sin embargo, hay quienes lo tienen en el punto de mira a causa de su herencia genética. Atentan contra él como si su muerte fuera la solución a un problema que no puede resolverse de ningún otro modo. Pues bien, están muy equivocados. Desorientados, confundidos y terriblemente equivocados.

Katrina se giró hacia un lado y sonrió a Galen antes de proseguir.

—Ayer por la noche presencié el combate de Galen y Kai Allard-Liao contra dos guerreros de la agencia de los Tigres de Skye del duque Ryan Steiner. Aunque la batalla era un concurso de habilidades entre guerreros muy entrenados y experimentados, hubo quien intentó llevar el asunto más lejos. Incluso escuché decir que, si Victor ganase sus otras batallas como había ganado ésta, no habría rebelión alguna de Skye de la que hablar.

» Victor no luchó anoche. Galen y Kai no eran sus sustitutos, del mismo modo que los otros dos luchadores no sustituían al duque Ryan. Luchaban por una cuestión de honor que no tenía nada que ver con la política y, pese a todo, el combate se redujo a un golpe maestro de mi hermano o a una derrota del duque Ryan. Aunque eso es absurdo, fue un punto más para despertar de mi conmoción.

Katrina respiró profundamente y se sirvió del silencio para atraer todavía más la atención de la audiencia. Aunque Galen sabía lo que venía a continuación, no pudo evitar mostrarse algo inquieto.

—He faltado a mi deber, no, a mis responsabilidades para con la gente de la Mancomunidad Federada. Pido disculpas por ello. Sí, la trágica muerte de mi madre fue muy difícil de superar, pero debería haberla afrontado con más entereza y haberla soportado con más fuerza. Les debo más de lo que les he dado, lo que significa que ahora pondré todo mi empeño en recompensarlos.

»Por la presente pido al duque Ryan que utilice su vasta influencia en la isla de Skye para poner fin a los disturbios y al derramamiento de sangre que tienen aterrorizados a los mundos de Skye. Nadie debería vivir angustiado por si la bomba de un loco acaba con la vida de su hijo o por si su negocio se va a pique con los disturbios. El duque Ryan debería recordar que somos gente civilizada y que disponemos de otros medios para discutir nuestras diferencias.

Galen vio cómo a Katrina se le estiraban los ojos de perfil.

—Del mismo modo, pido a mi hermano Victor que ayude a calmar las tensiones de la zona. Todos hemos oído hablar del conflicto de Glengarry, pero él es el que debe evitar que se expanda. Desearía que devolviera el control de las milicias a los gobiernos locales, sobre quienes recaería el deber de mantener el orden civil. La sangre de las calles mancha a todo el mundo y el genocidio en nombre de la libertad no es más que un modo de tiranía.

»Tanto Victor como el duque Ryan son hombres orgullosos, inteligentes y psicológicamente fuertes. Basta con conocer a uno para conocer al otro. Yo estoy dispuesta a reducir las diferencias entre ambos. Garantizo que no habrá motivo de queja sin compensación y prometo que no habrá crimen sin castigo. Me ofrezco como mediadora entre la ambición y la gente a la que ésta oprimiría.

Katrina levantó la cabeza.

—Ése es el motivo de mi existencia y ése es el trabajo que exijo llevar a cabo. Cada ciudadano que muere se lleva una parte de mi corazón consigo. No permitiré que nadie acabe conmigo o con mi gente.