Tharkad

Distrito de Donegal, Mancomunidad Federada

Victor Davion dio una palmada cuando Curaitis finalizó su informe sobre la acción de Peter en Lyons.

—Es una noticia fantástica y sólo Dios sabe cuánto la necesito. Envié a Peter a la Milicia de Skye porque imaginaba que minimizaría el daño que podía hacer en una misión. No esperaba que actuase con tanta pericia —dijo el príncipe adoptando una expresión de sospecha—. ¿Está seguro de que el informe es preciso?

Curaitis no contestó inmediatamente, pero Victor conocía al hombre lo suficiente para saber que su vacilación no quería decir que estuviese modificando la respuesta a su favor. Está comprobando y evaluando los hechos. Victor contuvo las ganas de reír y se enorgulleció de tener a un hombre como Curaitis a su servicio.

—Es preciso, Alteza. Puede que no sean palabras literales, pero sí aproximadas —dijo Curaitis con una expresión sombría—. El informe ha tardado mucho en llegar a Tharkad porque la información sobre los levantamientos en Skye lo desplazaron de la transmisión prioritaria. Si el incidente hubiese afectado directamente a Peter o hubiese puesto en peligro la seguridad, habría adquirido mayor prioridad. Pero el transcurso de los acontecimientos indica que Lyons está tranquilo.

Victor se levantó de su silla tapizada de piel y se paseó a lo largo de la pared del fondo de su despacho. Miró fijamente al suelo por un momento, casi sorprendido al ver lo desgastada que estaba la moqueta por la parte de la estantería de nogal. Se dio cuenta de que la mayor parte de ese desgaste había tenido lugar cuando Skye y los mundos fronterizos que estaban bajo el dominio de Ryan Steiner iniciaron una serie de rebeliones.

—No son rebeliones… todavía —puntualizó en voz alta—. Aquellos que olvidan la historia están destinados a repetirla, pero aquellos que la recuerdan a veces vuelven a ella en busca de inspiración.

Curaitis hizo un gesto de asentimiento para demostrar que había entendido sus palabras.

—El duque Ryan Steiner va hacia Solaris, así que no estará en posición de ganar influencia sofocando la crisis como hizo hace veinte años.

—Ya lo sé y es por lo que estoy convencido de que él es el que está tras este problema —dijo Victor deteniéndose para mirar de frente al hombre de seguridad—. En 3034, los movimientos separatistas de Skye se desbordaron. Cuando el duque Aldo Lestrade murió, su organización se desmoronó porque no dejó sucesor alguno. Los líderes inferiores lucharon entre ellos, primero uno y luego otro, dejando claro el dominio sobre sus mundos, mientras los demás respondían de forma pacífica o violenta.

»Ryan, que había sido elegido por Alessandro Steiner, rival de mi madre, esperaba heredar la organización de Lestrade. Aunque tenía algunas claves para mantenerlo bajo control, la gente de Lestrade lo consideraba un nuevo jugador sin nada más que un documento de guerra que lo encomendase. Pero, después de negociar un acuerdo que impedía a las tropas de mi padre acabar con una de las facciones rebeldes de Skye, su popularidad creció como la espuma entre los separatistas.

Curaitis asintió.

—Y pensáis que ha visto cierta analogía entre la situación actual y la del treinta y cuatro.

—Correcto —dijo Victor frotándose las manos lentamente—. Si Ryan no estuviera al mando de la situación, no habría ido a Solaris, sino que estaría luchando para ganar control sobre ella. Ryan no es tonto. Sabe que para parecer un líder sólo hay que saber hacia dónde va la gente y ponerse al frente. En ese momento, la percepción se convierte en realidad.

Lanzó un profundo suspiro y, al tiempo que entrelazaba los dedos, se llevó las manos a la cabeza.

—Su viaje a Solaris le da la oportunidad de dejarse ver. Tiene un altavoz y una coartada. Espera que cometa el mismo error que mi padre y congregue rápidamente a las tropas. Le encantaría ver correr la sangre por las calles, pero yo no lo puedo permitir. Al menos, con la noticia que me acaba de dar, no tengo que preocuparme por Peter.

—Las protestas de Lyons han sido pacíficas y la policía local ha podido controlarlas.

—Bien. Supongo que Inteligencia no tiene nada que relacione a Ryan con los disturbios, ¿no?

Curaitis asintió con la cabeza.

—Ryan está actuando con precaución y las fuentes de la ELINT que teníamos en su despacho de Porrima nos proporcionaron una cobertura limitada. La gente que tenía barriendo su despacho era muy buena y los dispositivos electrónicos de Inteligencia no son muy flexibles. En caso de que Ryan hubiese establecido un laborioso lenguaje de señales con sus subordinados (un lenguaje de signos basado en dónde colocar el teclado de su ordenador o sobre las sombras proyectadas en la ventana de su despacho), nuestro equipo de la ELINT no habría podido detectarlo.

—¿No tenemos a nadie cerca de él?

Curaitis miró al príncipe con el gesto más parecido a una sonrisa que Victor había visto jamás en el rostro del hombre.

—Estuvimos cerca, pero Ryan contrató a Sven Newmark de ayudante antes de que pudiéramos poner a uno de los nuestros en su camino. El secretariado tiene una serie de agentes infiltrándose en la comunidad de Rasalhague para ver si desenmascaramos a Newmark y conseguimos una tapadera que crearía a un individuo tan interesante para Ryan como lo fue Newmark.

—Encomiable.

—El traslado de Ryan a Solaris nos brinda una oportunidad —dijo Curaitis llevándose las manos a la espalda—. Quentin Clark es el nombre del hombre que, hasta ahora, ha sacado nuestros dispositivos del despacho de Ryan. Trabajó para nosotros durante un tiempo y sabe unos cuantos trucos. Cuando Ryan se preparó para zarpar hacia Solaris, liquidó una serie de cuentas bancarias. Tiene suficiente dinero para financiarse un estilo de vida al más alto nivel en Solaris. Cuando comparamos la cantidad de dinero que retiró con las cantidades que él ha declarado como ingresos desde que se abrieron las cuentas, observamos una gran diferencia. Nos pusimos en contacto con Clark, quien no tardó en volver a colocar los dispositivos de la ELINT en los despachos de Ryan en Solaris.

—Muy bien, muy bien —dijo Victor con una amplia sonrisa en los labios—. Me conformaría con descubrir que Ryan está implicado en los crecientes disturbios de Skye, pero todavía me gustaría más que empezase a alardear de que fue él quien ordenó el asesinato de mi madre.

—Dudo que eso ocurra. No creo que sea tan tonto para cometer un error de este tipo, pero sí de otro.

Victor frunció el entrecejo.

—¿Error?

Curaitis asintió con contundencia.

—El error de ir a Solaris. En Solaris pueden ocurrir muchas cosas que podrían atribuirse a un accidente o a un golpe de mala suerte.

—Ya veo.

La naturalidad de la voz de Curaitis contradecía la gravedad de sus palabras. Victor pensó en cómo habían encontrado y capturado al asesino de su madre en Solaris gracias a la ayuda de Fuh Teng, que solicitó los servicios de un contratista para asesinar a la madre de Kai. La historia encubierta era que Fuh Teng había desfalcado una ingente suma de dinero de Cenotafio y quería que matasen a Candace Liao para que Kai se viera obligado a ocupar el trono de la Comunidad de Saint Ivés. El hombre que había asesinado a Melissa decidió aceptar un trabajo de la misma envergadura y el Departamento de Inteligencia lo capturó y lo encerró.

Aunque Victor no deseaba ningún mal a Canda ce Allard-Liao, sí que quería que Kai ocupase su trono. El año que Kai y él habían pasado juntos en la Academia Militar de Nueva Avalon y los momentos que habían compartido luchando contra los Clanes le habían demostrado lo hábil que podía ser Kai, no sólo en un BattleMech sino también como planeador estratégico y táctico.

Victor sacudió la cabeza.

—Estaba pensando en lo distinta que sería la situación si Kai no estuviera perdiendo el tiempo en Solaris y me ayudara a acabar con esta crisis. Nunca se ha enfrentado a un problema sin ser capaz de resolverlo y que seria igual de astuto en la política como lo es en la guerra. Vería algún modo de derrocar a Ryan allí donde yo sólo veo caos.

—Si Kai es tan bueno, tenéis suerte de que esté en Solaris.

—¿Por qué es el destino de Ryan? —preguntó Victor ladeando la cabeza pensativamente—. Supongo que tiene razón. Seguro que Ryan intentará alguna artimaña de la que Kai podrá hacerse cargo. Por cierto, ¿se ha aprobado ya la petición para que los Halcones de Jade vayan a Solaris?

—ComStar todavía no ha dicho nada. El subcomité de relaciones internacionales del general de estados está dispuesto a emitir una recomendación para el reconocimiento de los Halcones de Jade como entidad política. También quieren establecer un consulado en Solaris, como planeamos. Pero podríamos tener problemas si alguien del bloque de Skye descubre que los Halcones de Jade van a atravesar su espacio.

Lo único que me falta es que Ryan averigüe que estoy dando permiso a los miembros de los Clanes para que pasen por Skye y lleguen a un mundo más allá de la línea establecida por el tratado ComStar.

—Pediré al líder mayoritario que me informe de la situación. Ese viejo lobo adora a los medios de comunicación.

De repente, Victor se dio cuenta de que no debía dar por sentado que entendía el comentario que Curaitis había hecho sobre Kai. Cualquier suposición en un asunto relacionado con Curaitis era una proposición peligrosa.

—Usted tenía algo más en mente cuando hablaba de Kai.

—La historia está llena de hombres que han sido destronados por consejeros de confianza y camaradas con demasiada responsabilidad en la estructura del poder —explicó Curaitis con los ojos medio cerrados—. Si Kai es el hombre que vos creéis, ¿no debería tener alguna buena idea?

Victor sacudió la cabeza.

—Al hacer esa pregunta me subestima a mí y juzga injustamente a Kai. Él no es un animal político, pero podría llegar a serlo. Ha cambiado mucho desde que lo conocí. Ahora tiene confianza en sí mismo. Deduzco, por lo que me ha explicado, que su estancia en Alyina tuvo algo que ver con eso. Su actuación en Solaris demuestra que todavía está poniéndose a prueba, presionándose para ver lo bueno que puede ser.

Curaitis se cruzó de brazos.

—¿Qué pasará cuando descubra que Solaris es demasiado pequeño para probarse a sí mismo? ¿Se volverá político y vendrá a por vos?

—Kai me salvó la vida, dos veces. Lo hizo en Twycross y de nuevo en Alyina —dijo Victor mientras los reflejos azulados de sus ojos grises se iluminaban de irritación—. ¿Cómo puedo dudar de la lealtad de un amigo que me salvó la vida?

—¿Un amigo como Galen Cox?

—¿Qué quiere decir con eso? —preguntó Victor con el entrecejo fruncido—. Galen también me salvó la vida y me ha impedido hacer cosas que habrían perjudicado a la Mancomunidad Federada. Es mi amigo más íntimo.

—Pero no está aquí.

—Claro, porque le pedí que escoltase a mi hermana Katherine en su viaje a Arc-Royal y luego a Solaris —dijo Victor mirando fijamente a Curaitis y analizando el rostro del hombre en busca de una clave de acceso a sus pensamientos—. Tengo plena confianza en Galen.

El hombre de seguridad adoptó una expresión neutra.

—Galen Cox está fuera de vuestra esfera de influencia.

—Pero está con mi hermana.

—El nombre de ella estaba en la lista.

Victor se quedó petrificado, como si una garra de hielo le estrujase el corazón. \La lista! La investigación sobre la muerte de su madre había conducido al asesino, pero no había conseguido revelar la identidad de la persona que lo había contratado. La lista de la gente que había comprado las entradas para la recepción donde Melissa había muerto mostraba sólo cuatro nombres, que eran los de aquellos que tenían las entradas pero no habían asistido al acto. Todos los demás habían comprado las entradas ellos mismos o se las habían dado a algún amigo.

Ryan Steiner encabezaba la lista de incomparecencias y Victor sabía que él era el que estaba tras el asesinato de su madre. La rebelión actual lo demostraba. Ahora que Melissa no estaba, el lazo de unión entre la Federación de Soles y la Mancomunidad Lirana empezaba a deshacerse. La Mancomunidad Lirana, con la pérdida de una cuarta parte de sus propiedades en beneficio de los Clanes, había sufrido mucho más que la parte de la alianza de la Federación de Soles. Aunque eran muchos los liranos que se resentían de ese hecho, todavía eran más los que temían que los Clanes reanudasen la guerra para acabar el trabajo empezado. Ryan se había servido de sus dudas y sus miedos para aumentar su poder y prepararse para subir al trono de una Mancomunidad Lirana independiente.

El segundo nombre de la lista era el del capiscol marcial de ComStar, Anastasius Focht. A Victor le costaba creer que Focht estuviera involucrado en la muerte de su madre, aunque el monopolio virtual de ComStar en las comunicaciones interestelares podría haber acabado con la frustrante dificultad de retroceso del asesino a su cliente. Sin embargo, Melissa Steiner-Davion había conseguido la estabilidad de la Esfera Interior, y ComStar parecía dispuesta a preservar tanto la estabilidad como la existencia de la Esfera Interior ante la amenaza que suponían los Clanes.

Katherine era la tercera de la lista. Victor nunca podría haber sospechado de ella. Recordó lo que Curaitis le había dicho sobre Peter hablando con la muchedumbre del amor que Melissa había inspirado en sus hijos. Katherine, que había empezado a llamarse Katrina por su abuela materna, habría quedado totalmente fuera de sospecha de no haber sido por una minúscula inconsistencia: no había asistido a la recepción pese a ser famosa por su devoción por las fiestas, la gente y la atención.

—¿Cree que tuvo algo que ver con la muerte de mi madre?

—Yo sopeso alternativas y escojo la más probable —contestó Curaitis encogiéndose de hombros—. Vuestra hermana se quedó dormida aquella tarde. Un agente la fue a avisar y decidió, por la razón que fuera, no despertarla. Aquélla no era la primera vez que le pasaba. Si vuestra madre no hubiera muerto en la recepción, la ausencia de vuestra hermana habría pasado inadvertida.

—Pero del mismo modo podría haber fingido estar dormida.

—La posibilidad pesa contra ella.

Victor asintió con la cabeza. Su propio nombre era el cuarto de la lista y la especulación sobre su papel en el asesinato se había utilizado con frecuencia para aumentar el índice de audiencia de los debates sobre la muerte de la arcontesa por toda la Mancomunidad Federada. El hecho de que él fuese el que había descubierto a su padre muerto de un ataque de corazón en Nueva Avalon se relacionó con la violenta muerte de su madre para crear un fuerte caso de evidencia circunstancial que demostraba que el hijo había asesinado a sus dos progenitores.

—El hecho de que aparezca el nombre de Katherine en la lista no es razón suficiente para que dude de Galen o de su lealtad hacia mí —dijo Victor—. Confío en Galen y quiero que lo recuerde.

—Ya lo hago. Mi gente sólo habla de vuestra hermana, no de él —dijo Curaitis en un tono de voz que revelaba la paradoja de la situación—. Como deseéis.

—Mi prerrogativa es escoger a mis propios enemigos.

—Y mi deber es asegurarme de que ningún enemigo acaba con vos.

Victor echó un vistazo a su cronómetro.

—Y su trabajo es espectacular.

—Hasta ahora.

—Cierto. ¿Alguna posibilidad de que una alerta de seguridad me libre de las reuniones que tengo esta tarde? Seguro que la gente que pide reformas carcelarias es peligrosa. Licencias, permiso de trabajo, arresto domiciliario… Tiene que ser un problema de seguridad, ¿no?

—No, señor.

Victor refunfuñó en voz baja.

—Curaitis, ¿cuándo llegan a Solaris Galen y Katherine?

—Ahora están en sistema. Llegan un día después de que el duque Ryan haga anochecer planetario.

—No me cabe la menor duda de que Katherine convertirá su llegada en un espectáculo y eclipsará a Ryan —dijo Victor poniéndose la chaqueta oficial a juego con sus pantalones de vestir azul marino. Del pecho izquierdo le colgaban seis pesadas medallas y un galón de oro trenzado le rodeaba el hombro izquierdo, atravesaba la solapa y quedaba sujeto a la trabilla. Sobre el hombro derecho llevaba la cresta de Décimo Guardia Lirano, con una etiqueta encima que lo acreditaba como miembro de la elite del batallón de los Espectros.

Recogió un sencillo aro de platino y se lo colgó de la mano como si fuera el aro de un mago. En aquel momento, se le ocurrió que el maldito complemento era un aro de mago porque confería gran majestuosidad y poder al que lo llevaba. Y una responsabilidad que hombres como Ryan Steiner no conocen hasta que ganan su premio en una sangrienta guerra que desgarra a una nación.

—Ryan Steiner sería capaz de matarme para conseguir esta corona. Me pregunto si también sería capaz de morir por ella.

—Cada vez está más cerca de averiguarlo.

—Sin duda —dijo Victor haciendo girar la corona, que chocó en ambos lados del antebrazo—. Curaitis, ¿cómo está el hombre de la leprosería de Poulsbo?

El agente de seguridad mantuvo un tono de voz neutro.

—Se ha recuperado de la fractura de la pierna y ha sido rehabilitado. Está sacando partido al tiempo de simulación por ordenador. El sistema está aislado, así que también está electrónicamente en cuarentena. No nos ha revelado ninguna fuente de información y parece estar tan aislado de su cliente como de nosotros. Es arrogante y gruñón, pero sus simulaciones demuestran que es bastante bueno. Sin embargo, no le gusta el lugar donde está encarcelado.

—¿Cree que es añoranza?

—Tal vez, Alteza.

—No podemos permitirlo, Curaitis —dijo Victor colocándose la corona en la cabeza—. Ponga su sistema al día en Solaris y manténgalo así. Quiero que esté preparado en caso de que la idea del permiso de trabajo llegue a algo.