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Ciudad de Solaris, Solaris VII

Marca de Tamarind, Mancomunidad Federada

7 de abril de 3056

El duque Ryan Steiner, sentado de nuevo en su despacho, soltó una sonora carcajada mientras David Hanau ponía fin a su frenética explicación de lo que el príncipe Victor había hecho en la isla de Skye.

—Perfecto, Victor, perfecto. Bien hecho.

Hanau lo miró confundido.

—Señor, sus esfuerzos han aplacado la rebelión y sólo han dejado municiones para una unidad de Skye. Ha desmoronado su trabajo. II Pompiere está preparado para actuar, para intervenir, pero la federalización de las milicias planetarias significa que puede haber ciudadanos de Skye luchando contra ciudadanos de Skye.

Ryan levantó las manos, las juntó y las bajó poco a poco, como si de esta manera pudiera disminuir la preocupación de Hanau.

—II Pompiere no tiene que hacer nada esta vez —dijo. Había escogido un nombre codificado italiano para referirse a Richard Steiner a causa del deseo del duque de honrar la curiosa insistencia de una familia de Skye en utilizar esa lengua en situaciones formales. Ryan había escogido el nombre de «Bombero» por la habilidad de Richard en casos de crisis.

—Pero si II Pompiere no hace nada, Glengarry podría caer en manos enemigas.

Ryan se encogió de hombros.

—II Fuco ha sobrepasado su ambición. Si consigue arrebatar la titularidad del planeta a Carlyle, necesitará suministros para consolidar su victoria, lo que significa que vendrá a suplicarnos. Si su ataque en Glengarry fracasa, lo denunciamos por peligroso y fuerza desviada y, de este modo, conseguimos que elogien nuestra sensatez. Si lo apoyamos damos pie a un conflicto mayor que, por ahora, no nos conviene. Todavía no es el momento.

—Ya veo —dijo Hanau, todavía algo confundido—. Pensaba que estaría preocupado y querría hacer algo.

—Sí que quiero. El nivel de protestas alcanzado en Skye es suficiente para mis propósitos. La rápida respuesta de Victor de proporcionar bienes al pueblo juega a favor nuestro porque llegará un momento en que no podrá financiar más esta beneficencia. Cuando llegue ese momento y se vea obligado a recortar el presupuesto, empezarán a oírse las protestas.

—¿Entonces esperamos?

—Algunos de nosotros sí —dijo Ryan Steiner girándose hacia Sven Newmark—. Usted ejecutará una Ventana Tres Ostra inmediatamente. La severidad puede ser cuestión letal, aunque preferiría que no fuera así.

El ex rasalhaguiano asintió con la cabeza.

—Eso lo situaría sobre la fecha de la lucha. ¿Es así como lo desea?

—Me parece perfecto —contestó Ryan sonriendo al observar la expresión de desconcierto de Hanau—. Créame, mejor que no lo sepa.

Hanau levantó las manos.

—Cuantos más mejor.

—Exacto —dijo Ryan dando una palmada—. II Pompiere no hace nada. II Fuco se retuerce en el viento y nosotros dejamos que Victor pague por su audacia. Es un buen trabajo.

Sven Newmark abandonó la reunión para preparar el mensaje que iniciaría la Ventana Tres Ostra. El nombre codificado constaba de tres partes, dos de las cuales eran bastante obvias si se disponía del mismo marco de referencia que Ryan, Sven y el coordinador celular de la Milicia de Skye Libre que la recibiese. «Ventana» era un sufijo de mando que significaba que Ryan quería confirmación visual de los resultados de la operación y que, en este caso, serían difundidos a través de los medios de comunicación. Si el sufijo hubiese sido «Cerradura», la evidencia habría sido sólo para Ryan, mientras que la ausencia de un sufijo habría indicado que no se necesitaba registro visual. Finalmente, «Ataúd» habría significado mantener en secreto toda conexión con la operación. El uso de otros sufijos podría haber culpado a varias partes, pero en esta operación la culpa sería evidente por sí misma.

La palabra «tres» indicaba que Peter Davion era el objetivo de la operación. Cada hijo de Hanse y Melissa se designaba con un número que correspondía a su orden de nacimiento, aunque Ryan también utilizaba «el cabo» para burlarse de Victor, porque era tan bajo como Napoleón. El mensaje se enviaría a Lyons, que era la actual localización de Peter, y el cuadro de la Milicia de Skye Libre llevaría a cabo la operación.

«Ostra» tenía un significado simple. Una operación «ostra» era una que parecía rutinaria, incluso aburrida por fuera, pero que contenía una sorpresa en su interior. Ryan había dado una idea general para las operaciones «ostra» que implicaban a Peter, todas ellas referentes a su conocido temperamento y la baja tolerancia de amenazas o desprecio hacia su familia. Aunque en el incidente del bar había demostrado su capacidad para controlar sus impulsos, los informes indicaban que la bomba en la escuela lo había conmocionado.

La designación de «asunto letal» para la operación significaba que la muerte de Peter Davion era un resultado permisible. De algún modo, Ryan consideraba a Peter como una simple pieza sin apoyo en un tablero de ajedrez. Era útil a la oposición porque podía ponerse en peligro, de manera que se viera obligado a retirarse, o ser capturado. Cualquiera de las dos opciones afectaría a Victor. La mayoría de la gente en una situación similar se podría «cambiar», pero no sería posible convencer a Peter para que apoyase a Ryan. Como Peter era un Davion, cambiarlo también suavizaría el foco anti Davion de la rebelión.

Todo el mensaje que Sven Newmark tenía que enviar era Ventana Tres Ostra Asunto Letal, incomprensible a simple vista, como correspondía a un mensaje secreto. También era cierto que tales mensajes enigmáticos podían llamar la atención precisamente porque era posible que contuviesen secretos importantes. El duque Ryan no descartaba la posibilidad de que el Departamento de Inteligencia de Victor Davion dispusiese de métodos para penetrar en su seguridad, pero esto no le impedía convertir la búsqueda de información en la tarea más difícil pese a que entenderla no era imposible.

Uno de los aspectos más interesantes del empleo de Sven Newmark con el duque Ryan Steiner era el estudio de un sinfín de catálogos compactos de mundos de toda la Esfera Interior. Buscaba pequeñas editoriales, prensa universitaria y compañías privadas para que lanzasen discos informativos de tirada limitada o ediciones especiales de ficción de vanguardia clásica o contemporánea. Cuanto más oscuro y esotérico era el trabajo, más le gustaba a Sven.

Trabajando a través de una serie de compañías desaparecidas, conseguía comprar cien copias de cada libro compacto en cuestión. La Mancomunidad Federada producía suficientes para que sus compras se elevasen a un total de doce al mes. Estos discos se enviaban a minoristas de discos compactos de gran volumen junto con una descripción que debía introducirse en los catálogos de su sistema informático. Sven escribía estas descripciones personalmente, esforzándose por hacer los libros tan impenetrables como el acero y tan emocionantes como observar el crecimiento de las uñas.

Cada descripción contenía una contraseña, que procedía de un mensaje enviado previamente, para la que cada líder celular buscaría el catálogo una vez al mes. Cuando una descripción contenía esa frase, el líder celular solicitaba el disco compacto en cuestión. Dos meses después, los libros cobraban «vida» y constituían la base del sistema codificado que Ryan utilizaba para comunicarse con su gente.

Sven encendió su ordenador y tecleó el mensaje que tenía que codificar. El ordenador buscó entre las listas de vocabulario de los doce libros que estaban en vigor aquel mes. Sólo tres de ellos contenían todas las palabras y, entre ellos, Sven seleccionó una antología de intriga titulada Perlas de asesinato, editada por el club de escritores Bonsai. En un instante, el ordenador mostró los resultados de la codificación:

16-2-36 223-1-45 143-0-3 45-5-32 88-6-2.

Los números se referían a la página, el párrafo y el número de la palabra correspondiente. Sven sabía que si cargaba el libro compacto y miraba el párrafo sexto de la página ochenta y ocho, vería que la segunda palabra era «letal». Sin el libro correcto para facilitar la descodificación, el mensaje sería incoherente.

Sven copió los números en un trozo de papel, apagó el ordenador de seguridad de su despacho y encendió el ordenador con conexión al exterior. Era poco más que una terminal dedicada, aunque algunos de sus chips se habían quemado con programas muy especializados. Cuando el sistema se abrió, Sven inició la conexión con el servicio de noticias locales y seleccionó los menús necesarios hasta llegar al servicio de noticias extraplanetarias.

Cuando consiguió el acceso, tecleó una contraseña que lo llevó más allá del área de acceso público y lo introdujo en el sistema. Pulsó una tecla de función que abrió un programa ROM y lo condujo a través de él. La pantalla se quedó en blanco y apareció un cuadro intermitente de luz.

Dejó el pedazo de papel sobre el teclado mientras introducía laboriosamente cada secuencia de números en el ordenador. El sistema por control remoto aceptó la información, pero no le proporcionó ninguna clave. Cuando finalizó la transcripción, pulsó la tecla «Escape» dos veces, luego «Aceptar» una vez y cortó la conexión apagando la máquina.

Dio media vuelta, metió el papel en un cenicero y le prendió fuego. Observó cómo ardía para asegurarse de que se quemaba del todo y removió la ceniza con el dedo hasta que se convirtió en una simple mancha. Satisfecho al pensar que sería imposible recuperar el papel, echó la ceniza en un receptáculo de desperdicios. Ahora ya podía salir de su despacho, convencido de que el mensaje no saldría y Peter tendría su sorpresa.

El sistema informático por control remoto aceptó los números que Sven había introducido y los convirtió en códigos digitales. Esta información se cargó en una pista lateral sin utilizar de una cinta que contenía una lucha de ’Mechs que había tenido lugar en uno de los ruedos de la liga D de Solaris. El paquete con toda la información fue enviado a ComStar, empaquetado de nuevo, transmitido mediante un generador de hiperpulso desde Solaris y distribuido por toda la Esfera Interior.

Tres días después, la lucha en cuestión se emitió a través de una estación de holovisión de baja energía en Lyons. La líder celular local estaba durmiendo en aquel momento, pero su ordenador registró la emisión e introdujo la información codificada. Cuando despertó recibió la orden de insertar el misterioso disco en el ordenador y, al hacerlo, la máquina reconstruyó cuidadosamente el mensaje que Newmark había enviado.

A continuación leyó en la pantalla:

—Una piñata para Peter, con fotografías —dijo con una sonrisa en los labios—. Así lo haré. Y con mucho gusto.