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Ciudad de Solaris, Solaris VII
Marca de Tamamnd, Mancomunidad Federada
24 de abril de 3056
Kai hizo un gesto de asentimiento cuando Keith Smith cortó la conexión visifónica con Kristina.
—Siento que tengas que cancelar una cita, Keith, pero esto es muy importante —dijo mirando a Larry Acuff y a Fuh Teng para agradecerles también su presencia—. Ahora sois los únicos en los que puedo confiar y necesitaré vuestra ayuda. Después de disponerlo todo, tenemos vía libre y podemos incorporar a quien queramos, ya que tenemos la posibilidad de mantener este asunto en secreto.
Los tres hombres miraron con intriga y precaución, poniendo máxima atención en las palabras de Kai.
—Peter Davion se ha ido de Solaris con los Cosacos de Khorsakov. Aquella unidad tenía mala fama por ser totalmente contraria a Romano y tampoco es muy partidaria de Sun-Tzu. Han saltado fuera del sistema para llevar a cabo una misión en algún lugar. Supongo que los resultados de ésta tardarán unos diez días en llegar a Solaris.
Larry frunció el entrecejo.
—Diez días es mucho tiempo. Una Nave de Salto puede recorrer una larga distancia en ese tiempo y, con un buen punto pirata, las tropas podrían estar en un planeta casi al instante de haber saltado.
Keith giró la consola del ordenador de Kai y se colocó el teclado sobre las piernas.
—El seguimiento de las Naves de Salto de esos malditos Halcones de Jade me ha permitido crear una extensa base de datos. ¿Sabes qué nave utilizan los Cosacos?
Kai sacudió la cabeza.
—Lo siento.
—La verdad es que tampoco supone un gran problema —dijo Keith al tiempo que pulsaba una tecla y la pantalla se llenaba de datos—. Peter estuvo aquí ayer, lo que significa que necesitamos una Nave de Salto en doce horas. Aquí sólo hay tres: la Remagen, la Darlington y la Sbojo DMCS, que está aquí para llevar a la dama Kurita de vuelta a casa. La única que no tiene un alcance limitado de un salto ni necesita recargar en otro sistema es la Shojo, que dispone de baterías de fusión de litio.
Fuh Teng frunció el entrecejo.
—No creo que la llegada de una nave a un sistema sea suficiente para redactar un informe.
—Estoy de acuerdo. Creo que también deberíamos tener en cuenta los mundos hostiles —dijo Kai mirando a su experto en informática—. ¿Qué mundos hostiles tenemos a menos de treinta años luz de Solaris?
—Bueno, eso depende de lo que entiendas por hostil.
—¿Qué quieres decir?
Keith pulsó una tecla del ordenador.
—Nuevo Kyoto, Rahne, Algorab, Zaniah y Fianna están a esa distancia.
—Pero eso son mundos de la Mancomunidad Federada, Keith —dijo Larry sacudiendo la cabeza—. Nunca irían a un ManFed, ¿no?
—Hay un par de ellos que apuntan a Skye, hablando en términos políticos —puntualizó Keith encogiéndose de hombros—. A Peter no le gusta mucho Ryan Steiner.
—Cierto, pero los Cosacos no están en contra de Steiner. Además, mi tío tuvo algo que ver en todo esto.
—Deberías haberlo dicho —dijo Keith al tiempo que pulsaba otra tecla y aparecían nuevos datos en la pantalla del ordenador. El informático frunció el entrecejo y volvió a teclear, pero la pantalla no cambió—. No es que desconfíe de la máquina, pero no hay un solo mundo de la Confederación Capelense a esa distancia.
Kai entrecerró los ojos.
—¿Puede ser que mi tío haya establecido un circuito de mando?
—Lo dudo mucho, Kai. He seguido el tráfico de las Naves de Salto y el ordenador está configurado para reconocer estructuras que pueden improvisar un circuito —contestó Keith poniéndose bien las gafas—. Pensaba que querías avisar a los Halcones de Jade sin tener que pagar a los capitanes de las Naves de Salto mientras esperan a que ComStar les dé permiso para realizar el viaje, así que he estado buscando estructuras de naves. Teníamos una hace siete semanas que parecía muy buena, pero se destruyó antes de poder utilizarla. Ahora volvemos a estar cerca, pero el combate por el título se ha acabado, de modo que no importa. De todas formas, no he visto nada parecido a un circuito de mando en dirección a la Confederación Capelense.
—No puedo asegurarlo con certeza, pero supongo que no es muy probable —dijo Kai inclinándose sobre el escritorio y apoyándose con fuerza sobre el cristal que cubría la superficie caoba—. Pero, si no es Capela, ¿qué es? ¿La Liga de Mundos Libres?
—No te ofendas, Kai, pero tu tío es capaz de haber planeado algo tan alocado como eso —dijo Larry adoptando una sombría expresión—. Yo creía que el duque Peter era demasiado listo para no darse cuenta, pero leer chino es más fácil que leerlo a él.
—Hay ocho mundos posibles en la Liga de Mundos Libres. ¿Quieres una lista?
Kai se disponía a contestar cuando sonó el intercomunicador y pulsó un botón de la consola de control.
—¿Sí?
—Casa del guardián, señor. Le habla el señor Perkins.
—¿Sí, señor Perkins?
—Señor, el señor Wu Deng Tang está aquí y desea verlo.
Kai sacudió la cabeza.
—Ahora estoy muy ocupado, señor Perkins. Por favor, diga al señor Wu que lo llamaré cuando acabe.
—Sí, señor, pero dice que es urgente. Dice que tiene que devolverle el favor que le hizo antes de la lucha, un favor del mismo tipo.
¿Antes de la lucha? Tenía gente vigilando a su mujer para que nadie le hiciera daño. Kai sintió un escalofrío.
—Por favor, señor Perkins, diga al señor Wu que suba.
—Ahora mismo, señor.
Fuh Teng se levantó y se dirigió a la puerta del despacho.
—¿Qué crees que puede ser, Kai?
Kai levantó la cabeza lentamente.
—No lo sé.
¿Es posible que sepa algo de Deirdre y David? Kai se llevó la mano al bolsillo de su chaqueta y tocó la holografía.
Fuh Teng abrió la puerta y Wu entró en la estancia. Parecía cansado y tenía la frente cubierta de sudor. Miró a los otros hombres y luego a Kai.
—He recibido un mensaje de mi padre.
—¿Se alegró del nacimiento de su hijo?
—Sí, mucho, pero no es ése el motivo de mi visita —dijo Wu antes de detenerse a recuperar el aliento y proseguir con más calma—. Primero dijo que se acordase de él y que esperaba que sirviese al príncipe Victor como su padre sirvió a Hanse Davion.
—Yo no conozco a su padre y el hecho de que un oficial capelense mencione a mi padre…
—Si no es para insultarlo, es para matarlo. Sí, ya sé —dijo Wu sacudiendo la cabeza—. Dijo que nuestra lucha y el honor que mostró hacia mí debía de ser suficiente para cubrir el honor de la familia Wu este año. Esperaba que fuese de otro modo, porque le habían dicho que están llegando enemigos y que sus Asaltantes de Harloc están preparados para atacarlos. Sin embargo, le han ordenado que mantenga a su personal en las fortificaciones que han establecido y que deje la defensa del planeta en manos de las fuerzas locales.
Kai se quedó boquiabierto y, al cabo de un instante, volvió a cerrar la boca.
—¿Su padre dijo quiénes eran los enemigos? ¿Habló de los Cosacos de Khorsakov?
Esta vez fue Wu el que se quedó anonadado con la pregunta.
—¿Cómo lo sabía?
—¿Dónde está estacionado su padre?
—En Shiloh. Está entrenando con los Terceros Lanceros Sirios para una operación conjunta.
—Shiloh está en mi lista.
Kai se sentó de golpe y se acomodó en la silla.
—Esto es incluso más monstruoso de lo que imaginaba. Los Cosacos se dirigen a Shiloh con Peter Davion en cabeza y su padre los mata porque le han comunicado que van hacia allí.
Wu palideció de repente.
—¿Peter Davion está con ellos?
Kai hizo un gesto de asentimiento.
—Su muerte obligaría a Victor a atacar a la Confederación Capelense, porque una de las unidades de un mundo de la Liga habría matado a Peter y eso es exactamente lo que quiere mi tío. Y, en caso de que los Cosacos se retirasen junto con Peter, la Mancomunidad Federada se enteraría de que Sun-Tzu está reteniendo a las tropas capelenses en los mundos de la Liga a muy poca distancia del territorio de la Mancomunidad.
Larry Acuff se estremeció.
—¿Para qué ordenar a los Asaltantes que se retiren?
—Para que no maten a Peter —contestó Kai mirando a Wu—. Ha dicho que su padre está dirigiendo operaciones de entrenamiento con los Terceros Lanceros Sirios, ¿no? ¿Ha hablado de ellos?
—Dijo que son tropas lúdicas, pero que están tan verdes como las hojas en primavera. Los Cosacos los destrozarán.
—Lo que significa que Peter Davion está al frente de un ataque contra un planeta de la Liga de Mundos Libres —dijo Kai lanzando un leve suspiro—. Y esto, al mismo tiempo, obligará a Thomas Marik a declarar la guerra a la Mancomunidad Federada, que es lo que Sun-Tzu desea que ocurra.
—Pero Thomas no puede hacer nada en contra de la Mancomunidad Federada, porque su hijo Joshua está siendo tratado en Nueva Avalon. Es un rehén —dijo Keith pasando los dedos entre su cabellera castaña—. Un hombre no puede llevar a cabo una acción que ponga en peligro la vida de su hijo.
—Yo no podría —susurró Wu.
——A veces no tiene más remedio —dijo Kai. Los otros hombres se lo quedaron mirando y Kai sintió un fuerte nudo en la garganta. Sacó la holografía y la lanzó sobre la mesa. Keith la recogió antes de que cayera al suelo enmoquetado y la mostró a Wu y a Larry.
Larry señaló a la mujer de la fotografía.
—Esta es la doctora Lear, ¿verdad? Estuvo en Alyina.
Kai hizo un gesto de asentimiento.
—El niño que está con ella es mi hijo. Tormano tiene a los dos. Dijo que no volvería a verlos, si hago algo en su contra.
Fuh Teng ladeó la cabeza.
——Pero no hacer nada desencadenaría una guerra.
—Ya lo sé —dijo Kai con impotencia al tiempo que intentaba deshacerse de ese sentimiento y se inclinaba hacia adelante—. Tenemos que detener esta estupidez antes de que cueste la vida a millones de personas. Si hacerlo significa… habrá que hacerlo.
—Hágalo como dice mi padre, Kai —dijo Wu señalando el visífono que había a un lado de la mesa—. Envíe un mensaje a Victor a través de ComStar. Pídale que llame a su hermano.
—No puedo, por dos razones. La primera es que Victor no puede enviar tropas a la Liga de Mundos Libres sin desencadenar la guerra que estamos intentando evitar. De hecho, si Victor se enterase de que los Asaltantes de Harloc están en Shiloh, podría enviar a sus propias tropas para acabar con ellos. La segunda razón por la que no podemos pedir a Victor que llame a Peter es que Peter iría sólo para fastidiar a su hermano. Mi tío Tormano tiene a Peter totalmente engañado y, por eso, tenemos que detenerlo.
—¿Qué hacemos? —preguntó Keith dejando de nuevo la fotografía de Deirdre y David sobre el escritorio—. Haremos lo que nos digas.
Kai se quedó pensativo por un instante y miró a sus compañeros uno a uno antes de hablar.
—Probablemente, este plan está lleno de lagunas, pero creo que podría funcionar. Fuh Teng, tú utilizarás el visífono para llamar a todos los luchadores que Cenotafio tiene contratados. Necesitamos que estén preparados porque vamos a enviar una fuerza en persecución de Peter, pero tenemos que mantenerlo en secreto. No les des detalles y sólo di les que necesito su ayuda.
Miró a Wu Deng Tang.
—Mire, usted no tiene por qué meterse en esto, pero si quiere ayudar podría empezar difundiendo rumores de todo tipo entre la gente de Cathay. Podría decir que estoy muy, muy deprimido y que vivo aislado o que me he vuelto maníaco y excéntrico y estoy por ahí celebrándolo a lo loco. Mientras más salvaje sea el rumor, mejor. Tormano estará observándome y quiero que su red de información esté tan llena de informes y rumores que no sea capaz de separar la verdad de la mentira.
—Le debo la vida de mi hijo, así que haré lo que pueda por salvaguardar la del suyo.
—Gracias —dijo Kai antes de girarse hacia Larry—. Larry, tú tendrás que conseguir las provisiones que necesite el personal que traiga Fuh Teng, entre los cuales inclúyenos a ti y a mí.
—¿Conducirás el Yen-lo-Wang?
—No puedo. Tormano o alguno de los suyos podría advertir su ausencia —dijo Kai con una sonrisa irónica en los labios—. Las industrias Kallon no tendrán inconveniente en que prolongue la prueba de campo con el Penetrator. Pide material en masa, duplica las órdenes de compra y compra a pequeños distribuidores. Tendremos que disponer de todo en un día, así que quédate aquí.
—Eso está hecho, jefe.
—Bien —contestó Kai bajando la vista por un instante para intentar poner orden a su caos mental—. Tormano estará observando la Zhangshi y las otras naves que utilizamos. Lo arreglaré todo para utilizar otro tipo de transporte y luego ayudaré a Fuh Teng a traer a la gente.
Keith colocó el teclado del ordenador sobre el monitor.
—Ya sólo quedo yo. ¿Quieres que utilice mis increíbles habilidades informáticas para encontrar a tu hijo?
—Sí, Keith, eso es lo que quiero, pero ésa es tu segunda prioridad —dijo Kai mirando la holografía antes de alzar de nuevo la vista—. Vas a tener que evitar que toda esta operación se difunda por la red informática. No puede quedar registro alguno de las compras después de que éstas hayan sido entregadas. Tiene que parecer que la gente que participa en la operación sigue realizando sus viajes diarios de ida y vuelta a casa. Necesitamos facturas, cuentas de bares y tiendas de ropa y cualquier otra cosa que se te ocurra que pueda aparecer en el ordenador para que la gente de Tormano crea que no nos han perdido el rastro. Mi tío es un hombre que se enorgullece de ser inteligente y sutil. Él escucha la versión de un testigo ocular, pero cree en la cuenta de una comida pagada con tarjeta de crédito o en una factura de telecomunicaciones robada que demuestra que la persona estuvo aquí haciendo llamadas. De todos modos, su gente estará observando estas cosas, así que vamos a satisfacerlos.
Keith asintió lentamente con la cabeza.
——Esto será un trabajo a jornada completa hasta vuestra partida, porque voy a tener que añadir y eliminar datos. Cuando os vayáis podré empezar a buscar a tu hijo.
Kai sintió un fuerte retortijón al oír las últimas palabras de Keith.
—Sí, y sé que eso pone su vida en peligro. Mi tío no me ha dado elección, de verdad, porque mientras pueda utilizar al chico contra mí, lo seguirá teniendo en su poder. Esta vez, Tormano pide mi inactividad. ¿Qué haré la próxima vez, cuando me pida que actúe?
—Yo me aseguraría de que no haya una próxima vez —contestó Keith recogiendo la holografía—. Sea mi tío, o no, si amenaza a mi hijo, le ajustaré las cuentas.
—Estoy de acuerdo, pero no puedo hacerlo hasta que sepa que David no corre peligro alguno —dijo Kai poniéndose en pie—. Y no podremos estar seguros de que no corre peligro alguno hasta que no hayamos detenido esta guerra.
El duque Ryan Steiner sonreía mientras Sven Newmark hacía su informe.
—¿Está usted seguro, Sven?
—Sí, señor. No hemos encontrado ni rastro de Peter Davion en Solaris. Este hecho, junto con el informe del Mandrinn Liao, parece indicar que Peter ha dejado de ser un problema —dijo el expatriado rasalhaguiano ofreciendo la mano a Ryan—. Felicidades, señor, creo que lo hemos conseguido.
Ryan se levantó del escritorio y estrechó la mano de Sven con fuerza.
—Puede que tenga razón, señor Newmark —dijo el duque soltando una risita mientras se llevaba las manos a la espalada y caminaba hacia la ventana. Miró en dirección a Cathay y a las Colinas Negras y vio unas almenas irregulares y ennegrecidas por el fuego en lo alto de la torre del «Sol y espada»—. Hemos matado dos pájaros de un tiro y ahora acabamos de arrojar a Peter a los leones. Victor pierde simpatizantes por momentos.
—Está claro, señor, de que la legitimidad de su derecho al título está en duda —dijo Newmark sentándose en una silla que había junto al escritorio de Ryan.
Ryan hizo un gesto de asentimiento y sonrió con la mirada fija en la calle.
—La triste escena de aquí abajo es indicadora de lo poco preparados que están los Davion para gobernar la Mancomunidad Lirana. Los Davion creen en símbolos. Tienes una calle inmersa en la decadencia, ¿y qué haces para mejorarla? La adornas con esos banderines coloreados de los postes eléctricos, que no sólo no hacen nada para resolver el problema sino que además la combinación de plateado, rojo y escarlata no resulta agradable a la vista. Los Steiner, sin embargo, siempre hemos entendido el problema de la pobreza y su solución, como hice yo al venir aquí e invertir en la rehabilitación de este edificio. Mi presencia en el distrito animará a los demás a mejorarlo. La aportación de dinero a la comunidad crea puestos de trabajo. El dinero hace más dinero, pero la Mancomunidad Lirana sigue sufriendo como consecuencia de las tres generaciones Davion que han estafado nuestro capital activo.
Ryan dio media vuelta, mostrando su perfil a Newmark y a la ventana.
—La Comunidad Lirana no será un banquete del que se puedan alimentar los Clanes y los Davion. Yo me encargaré de ello. ¡Lo juro so pena de muerte!
A medio kilómetro de distancia, desde una elevación de veinte metros aproximadamente sobre el nivel donde se encontraba el duque Ryan Steiner junto a la ventana, un dedo enguantado apretó el gatillo de una Loftgren 1 50. El movimiento propulsó la llama desde su ubicación en el disparador que la retenía. Sin resistencia alguna, el muelle se comprimió detrás del disparador del dispositivo de carga y salió disparado hacia adelante. El disparador, a su vez, lanzó el alfiler en llamas y lo insertó en el fondo del cartucho de la recámara.
El alfiler en llamas se clavó en el lugar que había ocupado el cebo. Dentro del cebo, un pequeño yunque salió propulsado hacia adelante, condensando el explosivo base. Como estaba previsto, la sustancia química explotó y el fuego se propagó hasta el propelente que había en la base del cartucho. Habían pasado menos de 0,05 segundos desde que se había apretado el gatillo.
Los 9,72 gramos de propelente de alta explosión que contenía el cartucho ardieron rápidamente. La expansión del propelente en llamas aumentó la presión del cartucho, que empezó a deformarse hasta que el fuego encontró una salida. La ruta se volvía más accesible al final del cartucho, donde se había colocado una bala.
La presión expulsó la bala del cartucho seguida del propelente que quedaba sin quemar y ambos salieron disparados por la larga garganta de la pistola. Allí, en la cámara de paredes blandas, una parte del propelente empezó a arder mientras la presión aumentaba proporcionalmente. La bala silbó mientras avanzaba por el cañón y, por primera vez desde que había salido del cartucho, encontró resistencia.
El cañón en el que había entrado la bala se había moldeado según las indicaciones y era 0,254 milímetros más pequeño que la propia bala. Los seis lados planos del interior del cañón desbastaron los 0,254 milímetros de metal que sobraban, con lo que la bala conservó los 1,27 centímetros de diámetro en la zona que encajaba con las seis ranuras que se abrían en forma de espiral hacia el interior del cañón. Las ranuras impartieron una rotación completa de la bala cada 17,78 centímetros de longitud, haciendo que la bala girarse a toda velocidad.
Este giro estabilizaría la balística de vuelo de la bala, que se había fundido en un molde con cola. El extremo de la cola de la bala era más estrecho, de modo que su diámetro era interior en este punto, lo que hacía que la bala fuera mucho más eficiente a largo alcance mediante una reducción de la resistencia al aire por el que se desplazaba.
Detrás de la bala, el propelente en llamas seguía expandiéndose. El fuego seguiría a la bala durante toda su trayectoria hacia el exterior del cañón y produciría una llama de menos de 15 centímetros. Pero eso no era todo lo que podía detectarse en el cielo grisáceo de Skye. También se habría podido ver una señal de carga ineficiente en el cartucho, ya que toda llama que salía del cañón indicaba la energía que no se había utilizado al disparar la bala hacia su objetivo.
La bala salió de la boca del rifle apenas 0,075 segundos después de que se disparase el gatillo. Su velocidad a medida que se acercaba al extremo del cañón era de 868,68 metros por segundo. Con el objetivo a sólo quinientos metros de distancia, daría en el blanco en menos de un segundo. La luz del destello de la boca sería suficiente para registrar la visión periférica del duque Ryan. El vuelo de 0,61043 segundos desde la boca hasta el objetivo no le permitiría siquiera advertir este detalle.
A medida que avanzaba, la bala perdía velocidad y empezaba a ser derrotada en su lucha contra la gravedad. El rifle se había ajustado para tener esto en cuenta. Cuando la mira mostraba el objetivo centrado en el retículo, la boca apuntaba en realidad 15,24 centímetros por encima. A distancias más cortas, el rifle habría disparado por encima del objetivo, pero, como estaba regulado para una distancia de medio kilómetro, el punto de mira coincidía con la trayectoria de vuelo de la bala.
Lo cierto es que el cristal «a prueba de balas» es un nombre poco apropiado. El cristal, al poderse ensanchar, reforzar y endurecer, es como cualquier otra armadura. Está sujeto a las leyes de la física, que no permiten la existencia paradójica de un objeto inmóvil —el cristal— y una fuerza irresistible —la bala—. El cristal a prueba de balas detiene o desvía muchos proyectiles, al menos los más comunes, que son lo que la gran mayoría de asesinos, terroristas y locos solitarios poseen. Aun así, un proyectil de mayor calibre de lo normal lo destrozaría.
Igual que la munición especializada.
Cuando la bala cargada de zueco y capaz de atravesar una armadura impactó contra el cristal, transfirió una increíble cantidad de energía cinética. El cristal, que es en realidad un líquido que se mueve muy lentamente, empezó a inflarse. A medida que la energía aumentaba su entramado cristalino, el vidrio iba cediendo. Las microfracturas se esparcieron por el cristal en el punto de impacto, formando un cono que se expandió hacia la habitación.
Tales microfracturas podían entenderse como un fallo del cristal, pero, de hecho, no eran más que la reacción natural de éste. Las fracturas permitían la expulsión de energía. De este modo, mientras el cristal cedía en una pequeña zona, conseguía hacer resistencia contra la bala. El resto de la estructura se mantuvo intacta y los 34,02 gramos de plomo se aplastaron contra el cristal sin llegar a penetrar en él.
El zueco de tungsteno alrededor del cual se había formado la bala no se rindió con la misma facilidad que su blanda funda de plomo. La aguja de metal se quitó su abrigo metálico y se clavó en la parte microfracturada del cristal. De apenas 3,175 milímetros de diámetro, recorrió los treinta y seis centímetros que separaban la ventana de la cabeza del duque Ryan en 0,0007 segundos y, a causa de la fractura irregular del cristal, su vuelo se volvió algo inestable.
Voló por encima de la oreja izquierda de Ryan, penetró en el pelo y la carne como si no existieran y llegó al hueso. Como había ocurrido con el cristal, la aguja transfirió gran parte de su energía a la estructura ósea del cráneo de Ryan. La parte superior de éste empezó a comprimirse y se resquebrajó como consecuencia de la presión. Desgraciadamente para Ryan, aquel hecho no se descubriría hasta la autopsia.
La aguja se había doblado durante la trayectoria al avanzar hacia la parte posterior del cráneo. Lo cierto es que esto no suponía diferencia alguna en cuanto al resultado final, pero sí que confería una forma peculiar a la herida inicial. Tal peculiaridad confundiría a los expertos de balística y los científicos forenses y crearía una microeconomía de autores e investigadores que seguirían discutiendo durante décadas sobre el número de francotiradores que habían perpetrado el crimen. Aunque nunca revelarían nada sustancial al respecto, sus especulaciones acosarían y hostigarían a Sven Newmark hasta tal punto que el hombre acabaría suicidándose.
En el momento del impacto, la superficie interior del cráneo explotó y la cavidad craneal se llenó de fragmentos de hueso que resquebrajaron el cerebro de Ryan. La metralla orgánica destrozó las células y rompió la sinapsis y los vasos sanguíneos. El daño causado por las partículas óseas habrían bastado para paralizar a Ryan Steiner, como si de un fuerte derrame cerebral se tratase, y matarlo a falta de intervención médica.
El zueco punzó el cerebro y había girado tanto que avanzó rebotando de una neurona a otra. El número de células que destrozó era significativo en comparación con el estado general del cerebro. En un momento adelantó a los fragmentos de hueso y alcanzó la parte posterior del cráneo de Ryan.
En última instancia, lo que causó más daño fue la onda expansiva que viajaba en la cola de la aguja. Se mezcló con un segmento cónico del cerebro de Ryan y desbarató todas sus funciones corporales: detuvo el razonamiento y destrozó la parte sensorial y el sistema circulatorio del cerebro, dejando el cuerpo desprovisto de las funciones necesarias para recuperarse.
La aguja había gastado casi toda su energía cuando alcanzó la parte posterior del cráneo. Impacto casi de lado y salió disparada a través del oído derecho de Ryan. Al salir, también fue expulsado un chorro de sangre y el material orgánico que hizo que la cabeza de Ryan chocara contra la ventana a través de la cual había entrado el disparo. El cuerpo se desplomó hacia el lado izquierdo y la cabeza dio contra la ventana, dejando un rastro de sangre que originó la especulación de que, en realidad, había sido disparado desde la derecha y por debajo de la cabeza.
Según los expertos, aquella situación ponía el arma del delito en manos de Sven Newmark y llegaron a la conclusión de que era un agente que había entrado al servicio del duque Ryan contratado por el movimiento clandestino rasalhaguiano. Se decía que el descontento de la comunidad rasalhaguiana se debía a la implicación de Ryan en el intento de secuestro del príncipe Ragnar el año anterior. Era el motivo con menos fundamentos y al que, sin embargo, los teóricos conspiradores daban más importancia. El hecho de que Arc-Royal perteneciese a Morgan Kell y Morgan fuese primo de Victor Davion parecía tener sentido, aunque de una forma algo distorsionada.
Después de todo, ninguno de estos motivos importaba. En menos de dos segundos desde que el asesino apretó el gatillo de su pistola, Ryan Steiner, sus estratagemas y todos los secretos que sabía cayeron muertos en un charco de sangre en el suelo de su despacho.