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Ciudad de Solaris, Solaris VII

Marca de Tamarind, Mancomunidad Federada

10 de enero de 3056

Tormano estaba sentado, solo y tranquilo, en la Sala Esmeralda del puerto estelar de Ciudad de Solaris. Detestaba enormemente tener que desplazarse desde su mansión en el sector de Cathay de la ciudad hasta la alta colina del barrio Davion. Un cambio radical en la arquitectura del lugar marcaba la frontera entre las Colinas Negras y los sectores de Cathay, con los edificios Davion tan carentes de todo que ni siquiera la gente se acercaba. Tormano odiaba la uniformidad y el convencionalismo de la arquitectura Davion y la falta de colorido sólo servía para ensombrecer aún más el grisáceo mundo de Ciudad de Solaris.

Los dos altos y esbeltos hombres que iban tras él ahuyentaban a la gente al tiempo que les impedía disfrutar de la vista espectacular que ofrecía aquel excepcional día azul de invierno. Tormano no se preocupaba por estar monopolizando la vista, como tampoco se interesaba particularmente por la estética de la escena. Al contrario, veía la ciudad que se abría a sus pies como una vasta y peligrosa tabla de ajedrez que representaba el universo en microcosmos.

Justo al norte del puerto espacial, al otro lado del río Solaris y cubriendo la mitad de la suave pendiente, el sector Kobe de la ciudad resultaba más atrayente. Las exóticas islas alternaban con los edificios perfectamente construidos, que parecían haber sido rescatados de Japón un milenio y medio antes. La baja neblina que normalmente envolvía la ciudad de Kobe había empezado a disiparse y ahora se mostraba ante sus ojos como un modelo de lo que el resto de Solaris podía llegar a ser.

Tormano sacudió la cabeza, consciente de lo fina que era aquella fachada. El orgullo, lo único que mantenía con vida aquel sector de la ciudad, también era cada vez más imperceptible. Hasta el momento, la gente de Kobe había vivido sobre todo de los grandes beneficios que proporcionaba el mercado negro de holovídeos de las luchas de Solaris. Ahora, sin embargo, los Clanes habían causado estragos en el Condominio, engullendo una tercera parte de sus mundos. La gallina de los huevos de oro de Kobe había muerto en una brutal matanza. El sector estaba tan bien conservado porque la gente del lugar gastaba su propia fortuna en intentar mantenerlo, obstinados en negar que los fundamentos de su mundo estaban en peligro de extinción.

Más allá de Kobe, al este de la orilla norte del río, Montenegro había degenerado hasta convertirse en la sombra de Kobe. Creado para ser el sector industrial de Ciudad de Solaris, antes de que el planeta entero adoptase una «economía de servicios», Montenegro no era más que una montaña negra de fábricas en ruinas, calles tortuosas y guerras devastadoras. Aquí estaban representadas las doce provincias más pequeñas que configuraban la Liga de Mundos Libres, con los respectivos habitantes protegiendo ferozmente su propio territorio.

Al otro lado del río, el sector lirano de Silesia presentaba una limpieza extraña y gris. Como la gente de Kobe, los liranos luchaban por hacer sobrevivir su sector a la miseria que amenazaba con sepultar Ciudad de Solaris. Pese a la unificación de la Mancomunidad Lirana y la Federación de Soles en una sola Mancomunidad Federada, los fieles liranos de Solaris se mantenían lo más lejos posible de sus homólogos de las Colinas Negras. La tensión había aumentado desde la invasión de los Clanes, que habían engullido una parte de la nación lirana y habían dejado intacta la Federación de Soles.

Al sur de Kobe, el sector de las altas Colinas Negras dominaba la ciudad. Los ordenados y formidables edificios eran el único recuerdo verdadero de los estudios militares que habían creado los BattleMechs que combatían en los ruedos de Ciudad de Solaris. Como pasaba con todo lo referente a los Davion, la parte de las Colinas Negras era exagerada, como una mera exhibición de batallas posiblemente ganadas en Solaris.

Entre Silesia y las Colinas Negras, en la parte baja de la ciudad, se encontraba Cathay. Un siglo antes había sido habitado por defensores incondicionales de Capela que ofrecían apoyo a las deslumbrantes habilidades luchadoras de Justin Xiang. Tormano recordaba vívidamente haber apostado desde Sian para la lucha entre Xiang y su eterno rival, Philip Capet, el títere de los Davion. La victoria le había proporcionado una bonita suma de dinero, además de ser la espuela que había impulsado al padre de Tormano, Maximilian Liao, a llevar a Justin a Sian para que trabajase para él.

Ocurrió que Justin Xiang estaba operando como agente doble para Hanse Davion. Mientras fingía servir a Maximilian, trabajaba en secreto para destrozar la capacidad de defensa de la Confederación Capelense. El propio Tormano había sido capturado en Algol por las tropas Davion. Esperaba ser encarcelado o ejecutado, pero los Davion lo trataron como a un aliado. A medida que la paz se restablecía en la zona recién conquistada, ahora conocida como la Marca de Sarna, Hanse Davion empezaba a financiar a Tormano como líder del movimiento de resistencia contra Romano Liao, hermana de Tormano y nueva canciller capelense.

Su otra hermana, Candace, tenía la Comunidad de Saint Ivés, y la división tripartita del viejo reino capelense se reflejaba ahora en Cathay. Al sur del río y a través de la zona limítrofe con Silesia, prevalecían los capelenses fieles al actual canciller, Sun-Tzu Liao, y a la Confederación Capelense. Eran, con diferencia, el grupo más numeroso de Cathay y producían la mayoría de los guerreros que luchaban en las agencias liaoitas.

La sección de Saint Ivés dominaba el centro de Cathay. La expresión «Reino Medio» se había utilizado en sus orígenes para ridiculizar a aquellos que buscaban su identidad en Candace y su pequeña nación, pero había resultado ser una profecía. Intacto tras la guerra, Saint Ivés había sobrevivido cuando Justin Xiang volvió al servicio de Hanse Davion, llevándose a Candace consigo. La Comunidad de Saint Ivés hacía una fortuna produciendo los bienes necesarios para la recién conquistada Marca de Sarna, dinero utilizado para la inversión y el apoyo de las familias del lejano Solaris, consiguiendo así lo mejor para los habitantes del Reino Medio.

Capela Libre se aferró a la frontera con las Colinas Negras Davion como una garrapata chupa la sangre de un perro callejero. Atrapado entre el Reino Medio y el sector Davion y con el acceso a la parte frontal del río denegado por los fieles capelenses, el pequeño reino de Tormano consistía en un lujoso núcleo rodeado de barriadas. Los que habían tenido la suerte de escapar a la invasión Davion de la Confederación Capelense con toda su fortuna se habían unido a Tormano para construir una enorme isla de prosperidad en la colina más elevada de la sección. Alrededor, los edificios decadentes y retorcidos y los callejones llenos de desperdicios eran el único refugio disponible para la gente cuya labor creaba las fortunas que acumulaban los ricos.

Tormano era consciente de que su situación era lamentable, pero conocía el orgullo implacable de aquella gente y sabía que compartían su objetivo. Eran ciudadanos de Capela Libre, dedicados a derrocar el régimen ilegítimo encabezado por el sobrino de Tormano, Sun-Tzu. Eran patriotas dispuestos a sacrificarse a la espera del día en que podrían volver a su ancestral tierra natal como libertadores.

Tormano les había dicho —como se había dicho a sí mismo— que su intención era liberar al resto de la Confederación Capelense de la rama más joven de la familia, que los tenía bajo su poder. También sabía que su verdadero valor, un valor que Hanse Davion había visto y explotado, era una malversación para el canciller Sun-Tzu y, sobre todo, para Romano. Los Davion le habían dado dinero suficiente para llevar a cabo invasiones y campañas de desinformación. Prometían que «algún día» reunirían las fuerzas necesarias para acabar lo que la Cuarta Guerra de Sucesión había empezado, pero siempre había alguna excusa para no hacerlo, como los levantamientos en Skye, la desastrosa guerra de 3039 y, más recientemente, la invasión de los Clanes.

Durante un tiempo, Tormano se había mostrado displicente, satisfecho con la generosa pensión que le proporcionaba Hanse Davion. Había conseguido ejecutar una serie de operaciones que desconcertaban en gran medida a su hermana Romano y elevaban el prestigio de aquél entre la gente de Capela Libre e, incluso, había creado varias organizaciones para ayudar a los ciudadanos de la Marca de Sarna a recuperarse de la guerra, aumentando su popularidad entre éstos y estimulando los donativos privados por su causa.

Durante aquellos años, Tormano creía que se estaba fortaleciendo. Su mujer le había dados dos hijos, un niño y una niña, pero ninguno de los dos parecía tener el corazón para la lucha a la que su padre estaba totalmente entregado. Hanya, su mujer, se había convertido en un fuerte apoyo para las causas sociales que defendía Melissa Steiner-Davion y había caído en una profunda depresión desde el asesinato de la arcontesa.

Ahora se acababa el tiempo para hacer realidad su sueño. Victor Davion ya había recortado los fondos para Capela Libre, obligando a Tormano a reducir los programas de rehabilitación que había creado. Se enorgullecía de que Kai hubiese empezado a canalizar los fondos para tales programas, con momentos de más y de menos, salvando a Tormano del bochorno de verse obligado a despedir al personal que mantenía en su finca de Equatus, en el continente occidental de Solaris.

Kai dominaba cada vez más sus pensamientos a medida que Tormano se convencía de la conspiración del universo y de la circunstancia para robarle su sueño. Si le hubiesen preguntado por el perfil ideal del heredero de Capela Libre, esa persona habría sido alguien como Kai. Su sobrino no era sólo un guerrero de incomparable destreza, sino también un amigo íntimo de Victor Davion y no tan amigo de Sun-Tzu Liao. Ahora, como campeón de Solaris, Kai se había hecho popular en toda la Esfera Interior.

La nueva ayudante de Tormano, Nancy Bao Lee, se le acercó por detrás carraspeando educadamente.

—Mandrinn, Control de Tráfico Aeroespacial informa de que la Nave de Descenso Zhangshi de clase Leopard está en su maniobra final de aproximación.

Tormano miró a Nancy.

—¿Qué piensa de nuestro Kai Allard?

Los oscuros ojos de la alta y esbelta mujer centellearon un momento antes de contestar.

—Es un guerrero magistral, señor. Sería una gran adquisición para nuestra causa —dijo bajando la mirada al tiempo que el largo pelo negro le caía por delante de los hombros hasta alcanzar la altura del corpiño—. ¿Es todo lo que deseaba saber?

El tío de Kai sonrió con malicia. Tus ojos me han dicho lo que deseaba saber.

—¿Lo encuentra atractivo?

Su boca volvió a mentir mientras los ojos revelaban la verdad.

—Supongo que las demás dirían que sí. Alegra la vista a cualquiera, pero yo prefiero los hombres más maduros, señor.

Tormano hizo un gesto de asentimiento.

—Me temo que se hartará de ellos en mi compañía, ya que el grupo con el que voy está lleno de hombres viejos.

—Usted no es viejo, señor. Tiene vitalidad y podría pasar perfectamente por el hermano de Kai Allard —dijo sonriéndole con devoción—. Se ha sobrepuesto a todas las dificultades de nuestra causa y a la enfermedad de su mujer. No es de extrañar que la gente lo llame «corazón de hierro».

¿Me halagas pava que te lleve a mi cama? ¿Y crees que así llegarás a ocupar algún día el Trono Celestial de la Confederación Capelense?

—Sí, yo soy «corazón de hierro», pero Kai es «alma de acero» y la gente lo quiere. Su victoria contra Wu Deng Tang en la defensa de su título podría ayudar a nuestra causa mucho más de lo que cualquier guerrero haya conseguido jamás.

—Así es. Si hiciera publicidad de Capela Libre o, aún mejor, nos dedicara su victoria como ha hecho con Victor Davion, nos beneficiaría en gran medida.

—Eso si gana.

Nancy lo miró sorprendida.

—¿Teme que no sea así?

—Wu Deng Tang no es tonto. Recibió una educación militar y su padre acaba de ponerse al frente de los Asaltantes de Harloc. Wu Kang Kuo se dio a conocer a través de la Casa Imarra antes de convertirse en comandante de una unidad creada a partir de los BattleMechs que Thomas Marik había dado a Sun-Tzu.

Nancy frunció el entrecejo.

—Se supone que esos BattleMechs son parte de la dote de Isis Marik, ¿no?

Tormano soltó una carcajada.

—Sí, sí que lo son. Creo que Thomas está más dispuesto a dividir su reino en partes y dárselas a Sun-Tzu que a conceder la mano de su hija. Al parecer, todavía tiene la esperanza de que los científicos de Victor Davion puedan curar la leucemia de su hijo Joshua para que sea el chico, y no ella, la persona que herede el trono. Debo admitir que a mí también me iría bien, ya que quitaría a Sun-Tzu la oportunidad de dirigir la Liga de Mundos Libres, y lo haría sin gastar una sola bala.

Tormano desvió la mirada hacia un pequeño punto oscuro en el inusual cielo azul de Ciudad de Solaris.

—Pero, volviendo a su pregunta, no, no creo que Kai pierda la lucha. Sin embargo, no pondría la mano en el fuego por su victoria. Quiero influir en Wu Deng Tang. Compruebe nuestros expedientes. Creo que tiene una amante y hasta me atrevería a decir que ésta pasa las vacaciones en mi finca de Equatus. ¿Cree que puede arreglarlo?

Nancy Bao Lee asintió con la cabeza.

—Como usted desee, señor.

La Zhangshi, una potente Nave de Descenso aerodinámica, planeó en dirección al puerto espacial. Las ruedas simétricas que había bajo las resistentes alas tocaron tierra dejando un rastro de humo tras de sí. La discreta nariz se deslizó hacia abajo y las ruedas frontales también entraron en contacto con el suelo. Con una rápida deceleración, la nave siguió su curso fuera del campo de visión de Tormano.

—Está claro que tiene razón al admitir que Kai sería una gran adquisición para nuestra causa. Estoy pensando que tal vez deberíamos influir también en él. Tenemos que descubrir sus secretos para poder persuadirlo de que debe formar parte de Capela Libre —dijo Tormano entrecerrando los ojos—. Si se lo pidiera, ¿cree que sería capaz de seducirlo y convertirse en su confidente?

—¿Metería a una espía en la cama de su sobrino?

—He oído rumores de que Quintus Allard metió a una espía en la cama de su hijo Justin en Solaris por petición de Hanse Davion. Por lo tanto, es una cuestión de tradición familiar, ¿no cree? —preguntó repicando con los dedos mientras la observaba atentamente— ¿Aceptaría la misión?

Nancy irguió la cabeza con los ojos chispeantes como esquirlas de hielo.

—Ya sabe lo que he hecho al servicio de Capela Libre, señor.

—Es cierto, pero informarme de que su predecesor había sido reclutado por la Maskirovka de Sun-Tzu es una cosa y, conseguirme información sobre el hombre más leal que jamás haya tenido Capela Libre, otra muy distinta. Hay un viejo dicho que reza así: «Lo único que necesita el demonio para conseguir la victoria es que los hombres buenos no hagan nada». ¿Está dispuesta a ser el instrumento que podría obligar a Kai Aliar a hacer algo?

—Vivo para servirle en lo que haga falta —dijo inclinando la cabeza—. Supongo que dispondrá de un expediente sobre su sobrino para que pueda estudiármelo.

—Muy bien, Nancy, muy bien. Sí, tengo un expediente —dijo Tormano poniéndose en pie y apretándole suavemente la espalda—. Debería volver a su oficina y empezar a examinarlo. Yo iré a recibir a mi sobrino. Les daré cita cuando esté preparada.

Nancy esbozó una sonrisa seductora.

—Hago todo lo que Capela Libre me exige, y con mucho gusto, señor.

—Capela Libre siempre necesitará patriotas como usted —dijo Tormano con una sonrisa—. Seguiremos trabajando juntos, hombro con hombro, unidos por nuestra causa, incansables hasta conseguirla.