Ciudad de Solaris, Solaris VII

Marca de Tamarind, Mancomunidad Federada

La velocidad es mi ventaja. Kai apoyó el Centurión sobre sus enormes pies planos y emergió de los salientes de ferrocemento que había utilizado como refugio. Se dirigió a toda velocidad hacia el pasadizo abovedado por el que había desaparecido el Cataphract. Con la mano izquierda extendida, se adentró en el pasillo y giró a la izquierda. Descendió de lado por un estrecho camino a través de los escombros y movió el retículo hacia la derecha.

Vamos, tienes que estar aquí.

Kai esperaba que Wu saliera del pasadizo. Sabía que el Cataphract estaba ahí escondido porque Wu habría disparado hacia su flanco izquierdo si se hubiese desplazado hacia el lado oeste entre las ruinas que había al otro extremo del nivel. La maniobra de Kai pretendía desviar a Wu hacia la abertura, pero el otro MechWarrior se percató enseguida de su juego.

En caso de que Wu hubiese actuado como Kai esperaba, habría mantenido el flanco derecho detrás de la arcada y habría dado a Kai una nueva oportunidad para derruir su brazo dañado. Pero, en lugar de quedarse con medio cuerpo fuera, Wu hizo girar el ’Mech sobre la pata izquierda e imitó el movimiento lateral del Yen-lo-Wang. Cuando éste apareció en el visualizador táctico de Kai, estaba más cerca del centro de lo que Kai esperaba, pero no sería difícil modificar el objetivo.

Los dos hombres dispararon sus armas al mismo tiempo, pero esta vez el objetivo de Wu no fue tan perfecto. Ambos láseres de pulso salieron disparados a ras de suelo, desprendiendo trozos de ferrocemento en lugar de armadura; sin embargo, el CPP sí que dio en el blanco. El rayo irregular hizo explotar las placas de armadura del brazo derecho del Yen-lo-Wang y trazó una línea negra desde el codo hasta el hombro. El cañón automático situado en el lado derecho del pecho del ’Mech soltó un fuerte gañido al expulsar una tormenta de proyectiles. La mayoría de los disparos dieron en la resquebrajada armadura del torso central del Centurión, mientras que los demás levantaron la del pecho izquierdo.

Kai se inclinó hacia adelante y hacia la izquierda para compensar el movimiento del ’Mech. El Yen-lo-Wang no tuvo muchos problemas para soportar el asalto mientras Kai apuntaba hacia el Cataphract con el retículo y volvía a disparar las armas. Ambos láseres de pulso impactaron en la armadura de la línea central del Cataphract, pero no alcanzaron el despedazado flanco derecho. La bola del rifle de Gauss chocó contra la parte superior del brazo izquierdo del ’Mech, convirtiendo la armadura que quedaba en la extremidad en fragmentos de ferrocerámica y destrozando dos depósitos caloríficos de los que empezó a salir un fluido refrigerante de color amarillo verdoso.

Kai sabía que había ganado a Wu. Un intercambio más desde esta distancia y está acabado. Sólo le queda una oportunidad. En el preciso instante en el que este pensamiento cruzó su mente, Kai supo que su enemigo no dudaría en hacer lo que debía. El único disparo que le quedaba podía significar la victoria para Wu. Era terriblemente bueno, como había demostrado la trampa de la rampa, y la táctica que utilizaría era digna de un campeón de Solaris.

La próxima vez, Wu, contra otro enemigo. Kai detuvo el movimiento hacia la izquierda de su ’Mech y salió disparado hacia adelante. Hizo saltar el Centurión por encima de una pila de escombros y cayó con las rodillas dobladas, mientras las enormes patas del ’Mech amortiguaban el aterrizaje. La habilidad de Kai para pilotar un ’Mech era lo que hacía que la máquina de guerra se moviese con la agilidad y la rapidez de un gato a pesar de su descomunal tamaño. Eran pocos los pilotos que habrían conseguido aquel movimiento y todavía eran menos los que lo habrían intuido.

Razón por la cual soy el campeón de aqid. Kai desplazó el torso del ’Mech a la izquierda y colocó el retículo sobre el Cataphract.

El ’Mech de Wu también había avanzado hacia adelante y había propulsado su brazo derecho a través de uno de los arcos que sostenían el techo. Si Kai hubiese continuado su carrera hacia la izquierda para intentar otro intercambio, el movimiento lo habría puesto en una situación de peligro contra un enemigo totalmente protegido. Pero, como estaba al otro extremo de Wu, consiguió arremeter contra el Cataphract con la mejor arma que tenía.

Uno de los láseres de pulso de Kai clavó agujas láser en la parte que protegía el soporte del techo del Cataphract sin causar daño alguno. El otro dio en el blanco y fundió la armadura que quedaba en el lateral derecho del cuerpo del ’Mech. Los dardos energéticos, apenas desgastados por el impacto de la armadura, se insertaron en el cañón automático LB-10-X y despedazaron el maltrecho mecanismo.

La esfera plateada del rifle de Gauss impactó en la rodilla izquierda del Cataphract y le rompió la pata al tiempo que desprendía un setenta por ciento de la armadura, dejando la extremidad totalmente ladeada. El brazo izquierdo del ’Mech se meció en el aire en un vano intento de recuperar el equilibrio de la máquina. En medio de una nube de fragmentos de armadura, el Cataphract cayó de espaldas.

Si Wu hubiese sido cualquier otro luchador de Solaris, Kai habría abierto un canal por radio y le habría exigido que se rindiese. Sabía que Wu, de gran sensatez y dignidad, seguramente habría aceptado pese a que su ’Mech todavía estaba operativo. La pérdida del cañón automático y las brechas en la armadura del brazo izquierdo y el torso derecho dejaban bastante claro el resultado del combate, pero Wu podría haber seguido luchando.

Kai avanzó cautelosamente y apuntó a las patas del Cataphract, tras lo cual los láseres de pulso desvencijaron la armadura de la pata derecha del ’Mech. La bola plateada del rifle de Gauss atravesó el humo que salía de la armadura como consecuencia de los láseres y colisionó en el muslo izquierdo del Cataphract. La poca armadura que quedaba en la pata se unió al montón de escombros que había en el suelo y la bola penetró en los gruesos músculos de miomero hasta alcanzar el fémur de ferrotitanio. A continuación destrozó el hueso y finalmente rebotó en las profundidades de La Fábrica.

Kai encendió la radio.

—Ha luchado bien, Wu Deng Tang. Deberíamos dejarlo, si a usted no le importa.

—Gracias, Kai Allard-Liao. Estaría dispuesto a continuar, pero no tendría ningún sentido. Tengo un hijo al que quiero ver nacer.

Kai soltó una carcajada.

—Y yo quiero que su hijo tenga un padre. Se ha acabado. Puede que yo sea el ganador, pero no permitiré que usted se sienta como el perdedor.